jueves, 31 de mayo de 2018

La revolución de Mayo del 68 (IV)

La gesta estudiantil que cambió al mundo

Las consecuencias


Estudiantes y obreros paralizaron e hicieron temblar a Francia.

Tras las elecciones de junio, el gobierno francés reconoció la necesidad de emprender una política de reformas profundas para hacer frente al malestar social existente en el país. En abril de 1969 se celebró un referéndum sobre el proyecto de regionalización (una de las principales reivindicaciones políticas de aquellos momentos era una mayor descentralización del Estado) y la reforma del Senado, que De Gaulle planteó como un plebiscito sobre su gestión al anunciar que abandonaría la presidencia si no triunfaba el SÍ. Sin embargo, los franceses votaron mayoritariamente por el NO y provocaron la retirada de De Gaulle de la escena política.

Esos resultados mostraron que De Gaulle y su generación no eran, para los franceses, los que podían llevar a cabo la reforma social y política que necesitaba el país. La derrota gaullista marcó el inicio del fin de la generación de líderes políticos que habían dirigido Europa Occidental desde el fin de la II Guerra Mundial, al tiempo que enterraba el modelo de liderazgo personalista que hasta el momento había marcado la V República francesa.

Por su parte, el sindicalismo comenzó en 1969 las conversaciones previstas en los Acuerdos de Grenelle. Se iba a experimentar, por tanto, un mantenimiento de la conflictividad laboral en Francia durante los años posteriores a 1968 si bien la postura de las principales centrales sindicales no variaría sustancialmente durante los congresos confederales que se celebraron entre 1969 y 1970.

Repercusiones en el mundo

La revolución que no cuajó ni dejó un impacto duradero, según diversos analistas. Estos afirman que Mayo del 68 acuñó muchas causas diferentes como el ecologismo, la libertad sexual, educación igualitaria y el feminismo, todas las cuales fueron impulsadas como nunca antes; sin embargo, no cambió el poder ni el sistema.

Fue una eclosión de libertades y causas. Los derechos civiles, el antinuclearismo, la revolución sexual, el antibelicismo tuvieron cobijo bajo un paraguas que reclamaba una nueva moral y una nueva sexualidad. Las perspectivas libertarias se canalizaron posteriormente en el feminismo, la ecología, la lucha contra el racismo.

El filósofo ya fallecido Francisco Fernández Buey resumió Mayo del 68 como "el gran susto" para la gran mayoría. Más que una fiesta lúdica, como reivindica Ramón González Férriz en su libro 'La revolución divertida', Buey opinaba que empezó "como un manual de quejas en las universidades y acabó como un ensayo general revolucionario, contra el autoritarismo y el imperialismo".

Ciertamente, fue un momento en que el movimiento obrero cedió su monopolio de las protestas. Fue la revolución de los eslóganes, de las pintas, de los carteles. Bajo los adoquines está la playa¡Haz el amor y no la guerra! o ¡Prohibido prohibir! son lemas que surgieron de las mentes con ansias de libertad y que hasta hoy forman parte del imaginario de las revueltas.

No obstante, muchas cosas cambiarían. Los jóvenes de entonces pedían libertad sexual para vencer al puritanismo dominante. En esa época los catedráticos eran inaccesibles, daban clases vestidos con sus togas y las jerarquías y la autoridad eran incuestionables. En cuestión de meses cambiaría. Mayo del 68 provocó una nueva reforma universitaria y empezó a forjar una sociedad más abierta, tolerante e igualitaria, en las familias, en la educación y en la vida social.


Sobre Mayo del 68 se han escrito crónicas, análisis de sus consecuencias y otros movimientos de ese año.

Además, y a pesar de todo, el Mayo Francés abriría paso a una época de ascensos obreros y estudiantiles, como la Primavera de Praga (derrotada por los tanques estalinistas rusos), los estudiantes en México (masacrados en la Plaza Tlatelolco) o el Cordobazo en Argentina. Este proceso tendría su momento culminante con la derrota yanqui en Vietnam, la revolución en Portugal y el ascenso polaco de 1981.

Mayo del 68 fue un triunfo moral, pero un fracaso político. Y la incapacidad de cambiar el sistema llevó a grupúsculos izquierdistas a optar por la violencia después del 68.


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