miércoles, 9 de mayo de 2018

La misteriosa desaparición de Amelia Earhart


Amelia Earhart posa junto al avión Electra antes de su último vuelo en 1937.

Amelia Earhart ocupa un lugar destacado en la historia de la aviación, un mundo tradicionalmente asociado a los hombres: los hermanos Wright, Juan de la Cierva, Charles Lindbergh, Howard Hughes, Jorge Cávez... Amelia vivió su primera experiencia de vuelo el 28 de diciembre de 1920, una ascensión de diez minutos en Long Beach (California) con el piloto Frank Hawks. "Cuando ascendí hasta los 60 o 90 metros supe que tenía que volar", reconoció posteriormente. Ella quería volar y aprendió a hacerlo, en contra de los deseos de su familia.

La aviadora norteamericana, nacida en Atchison (Kansas) en 1897, logró varios récords en los años veinte y treinta: la mujer en volar a más altura, la primera en cruzar el Atlántico, la que alcanzó mayor velocidad y, entre otras marcas, la primera persona que voló en solitario entre Honolulú y Oakland o entre Los Ángeles y Ciudad de México.

En 1937 acometió la gesta de volar, junto con Fred Noonan, alrededor del mundo realizando varias escalas. El Electra efectuó el primer vuelo de la historia entre el mar Rojo y Karachi, en Pakistán. La última vez que se recibieron señales de radio de ambos fue el 2 de julio de 1937, cuando volaban hacia la isla Howland, en pleno Océano Pacífico. Las labores de búsqueda resultaron ineficaces. El avión desapareció sin dejar rastro y el hech alimentó todo tipo de teorías.

 

El Electra despega para su último pilotado por Earhart.

Casi ochenta años después hay nuevos indicios que sustentan una de las teorías: el Electra no se estrelló y se hundió en el mar, sino que aterrizó forzosamente en la isla Nikumaroro (o isla Gardner) y los dos pilotos vivieron como náufragos hasta que murieron. La fundación TIGHAR, dedicada a la arqueología aeronáutica, explica en un comunicado reciente que "se ha descubierto una nueva similitud entre Amelia Earhart y el esqueleto parcial de un náufrago que fue hallado en Nikumaroro en 1940".


Fotografía de 1937: Amelia Earhart y a su compañero de vuelo, Fred Noonan.

Los huesos recuperados hace décadas fueron desestimados por las autoridades británicas tras el veredicto de un especialista, que afirmó que pertenecían a un hombre. Los restos mortales se perdieron y el incidente quedó relegado, hasta que la fundación TIGHAR descubrió los archivos originales británicos en 1998, que incluían las mediciones que se realizaron entonces al esqueleto. Una segunda opinión médica constató que los huesos eran "compatibles con los de una mujer de la misma altura y origen étnico que Earhart". Los nuevos indicios, descubiertos por el antropólogo forense Richard Jantz, sugieren que "si el náufrago era una persona de mediana edad, étnicamente una mujer europea, tenía los antebrazos bastante más largos de lo habitual", una característica física propia de Earhart, según ha comprobado Jeff Glickman, un especialista en medicina forense, al examinar fotos históricas de la aviadora.


Cremallera hallada en una de las expediciones de la fundación TIGHAR en Nikumaroro.

Estos indicios antropológicos se suman a otros indicios materiales hallados en la isla: restos de un zapato, similar al que llevaba Earhart cuando desapareció; botones y una cremallera de una chaqueta de aviador; e incluso placas de aluminio de un avión. Los investigadores creen que el avión aterrizó junto a una zona de arrecifes y después desapareció bajo el mar. El equipo del Proyecto Earhart regresará este año a la isla de Nikumaroro, en busca de nuevas evidencias.

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