POEMAS INHUMANOS V
RIMA XIV
Te vimos en pantalla y ante nuestros ojos
la imagen de tus chinos ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego
que flota y ciega si se mira al sol.
Y dondequiera que fijamos la vista
tornamos a ver tus chinos ojos relucir;
nadie quisiera ver más tu mirada,
nos joden tus chinos ojos, nada más.
Desde muestras camas, qué tal joda,
los vemos siniestros con ganas de arrasar;
al dormir los presentimos cual tenazas
acercándose abiertas de par en par.
Sabemos que hay socios que en la noche
llevan a un gobierno a ensombrecer;
arrastrar al pueblo con sus chinos ojos,
¿hacia dónde? solo lo sabe aquel.
Asustado Quécquer
POEMAS INHUMANOS IV
POEMA 15,000
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Y te escucho desde lejos, y tu voz no me toca.
Parece que tu lengua se te hubiera trabado
y parece que un buen bocado te cerrara la boca.
Como todas, tus palabras están llenas de promesas,
invades mi pantalla con la furia de un río.
Alancito de pesadilla, me recuerdas mis angustias,
y te pareces a los bolsillos vacíos.
Me gustas cuando callas, y apareces un instante
y estás prometiéndonos paraísos con arrullos.
Y te oigo desde lejos, y tu voz no me alcanza.
¿Por qué no te callas, con tu silencio tuyo?
Déjanos que te hablemos también con nuestro silencio,
claro como un lamento, simple como el sencillo.
Eres como la noche callada y tenebrosa.
Tu silencio es alegrante, nos cae como anillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante e inescuchable como si hubieras muerto.
Un silencio entonces, un apagón no bastan.
Y estoy alegre, muy alegre de que sea cierto.
Pablo Negrura
Nota del Editor.- Los 'Poemas Inhumanos' que publicamos en esta sección forman parte de una recopilación de versos nacidos del alma popular, hasta la fecha inéditos y que circulan en la clandestinidad, de un anónimo colaborador, que espera que algún mecénico editor decida vestirlos de tinta y papel y así presentarlos decentes ante la escena del mundo (mismo Gustavo Adolfo Bécquer, ¿manyan?).
Son poemas producto de la desesperanza y el desconsuelo que usted, amable lector, sabrá apreciar en su debida oportunidad. Los los presentados en esta sección habrán de convertirse en el libro 'Veinte cadenas de desamor y una maldición desesperada'. No dudamos que su autor se convertirá en un futuro Premio Nobel de Literatura, nada menos.
POEMAS INHUMANOS III
MONTÓN
Al final de huelga,
y despedido el obrero, vino hacia él un vecino
y le dijo: “¡No ensucies, te amo tanto!”
Pero el alcalde ¡ay! siguió sonriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos vejes! ¡Valor! ¡Limpia esta Lima!”
Pero el alcalde ¡ay! siguió sonriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “¡Tanto amor, y no poder! ¡Qué mala suerte!”
Pero el alcalde ¡ay! siguió sonriendo.
Entonces todos los vecinos de esta tierra
lo rodearon; les vio el alcalde triste, avergonzado;
sacudióse lentamente,
abrazó a un vecino; echóse a limpiar…
César Alcaldejo
POEMAS INHUMANOS II
LIMA MMXVII
Volverán los oscuros gallinazos
de tu balcón desperdicios a colgar,
y otra vez con el pico a sus cristales
¡regurgitando llamarán!
Pero aquellos que el vuelo refrenaban
tu limpieza y hermosura a contemplar
aquellos que aprendieron a limpiarse,
¡esos no volverán!
Volverán las tupidas ratas negras
a tus jardines y tus parques transitar
y otra vez con sus pulgas sobre el lomo
¡el tifus derramarán!
Pero esas de laboratorio y de estudio
cuyos ojos mirábamos temblar,
al ser puestas en plan de experimento,
¡esas no volverán!
Volverán del 'montón' a tus narices
los hedores pestilentes a emanar:
tu tradición de su profundo
¡tal vez despertará!
Pero, mudo, mañanero, escoba en mano,
adorándote como a Dios ante el altar,
como yo te quiero, Lima… ¡desengáñate!
¡Así no te querrán!
Gustavo Adolfo Alcaldécquer
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POEMAS INHUMANOS I
POEMA 20.00
Puedo expresar las cosas más tristes esta noche.
Expresar por ejemplo: "Mis bolsillos están vacíos,
y titilan, plateados, los soles, a lo lejos."
El sol nuevo de cada día pasea en su nube y llora.
Puedo expresar las cosas más tristes esta noche.
Yo sol quise, y a veces, mi hijo también lo quiso.
En las noches como esta lo tuve entre mis manos.
Lo miré tantas veces bajo la mesa, escondido.
Él me quiso, cuántas veces yo también lo quería.
Cómo no haber amado su bien plateado fijo.
Puedo expresar las cosas más tristes esta noche.
Pensar que no lo tengo. Pensar que lo he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa con don Alan,
cuyo verbo cae a mi alma como aire al bolsillo.
Qué importa que la TV esté malograda.
La energía está cortada y el sol no está conmigo.
Eso no es todo. A lo lejos alguien llora. A lo lejos.
Mi bolsillo no se contenta con haberlo escuchado.
Como para creerle en mi bolsillo busco algo.
Ansiosa, mi mano tantea, y el sol no está conmigo.
La misma noche que nos hizo escuchar la misma vaina,
nosotros, los peruanos, ya no somos los mismos.
Ya no le creo, es cierto, pero cuánto nos dijo.
Mi bolsillo ansiaba un sol para escuchar su sonido.
De don Alan. Será de don Alan. Como antes de mi bolso.
Su valor, su cuerpo duro. Su color argentado.
Ya no lo tengo, es cierto, pero una vez lo tuve.
Es tan corto su valor, y es tan largo su olvido.
Porque en noches como esta lo tuve en mi bolsillo,
Mi bolsillo no se contenta con haberlo perdido.
Aunque esta sea la última vez que él me hable,
y esta sea la última vez que yo lo escuche.
Pablo Negrura
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