Adul Sam-on, nacido en Myanmar y educado por profesores cristianos, se erigió en el vocero de los 12 atrapados en la cueva. Y como decenas de miles de menores en este país asiático, es un apátrida.
Adul Sam-on, nacido en Myanmar y educado por profesores cristianos en Tailandia, se erigió en el vocero de los 12 atrapados en la cueva. Y como decenas de miles de chicos en este país asiático, es un apátrida.
Las imágenes del adolescente de ojos grandes deslumbrado por la antorcha de los buzos que lo encontraron, junto a otros 11 futbolistas en ciernes al fondo de la cueva de Tham Luang, dieron la vuelta al mundo.
"Me llamo Adul, estoy bien de salud", dijo en tailandés el chico flaco haciendo el saludo tradicional wai.
Adul sigue en las entrañas de este laberinto subterráneo en el que los socorristas libran una carrera contrarreloj para evacuarlos. Y amenaza la lluvia. Con un dominio del inglés, era el único capaz de conversar con los buzos británicos que los encontraron el lunes por la noche.
Adul, que también habla tailandés, birmano y chino, dejó su familia en el estado de Wa, en el este de Myanmar, para recibir una formación mejor en el norte de Tailandia. Sus padres se quedaron en Myanmar pero lo visitan en la iglesia cristiana que lo acogió.
Los combates entre la etnia rebelde del Ejército Unido del Estado Wa (UWSA) y el ejército birmano provocaron el exilio de miles de habitantes de la zona, en busca de seguridad y de mejores condiciones de vida, sobre todo a Tailandia.
Adul es una de las más de 400,000 personas registradas como apátridas en Tailandia, sin certificado de nacimiento ni documento de identidad, según la ONU.
Además del fútbol, le gusta tocar el piano y la guitarra. Bueno en los estudios y en el deporte, el director de su escuela dijo que "es una maravilla". Más importante aún para este momento, sus conocidos aseguran que Adul nunca se desanima.
Fuente: AFP
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