El presente es un apretado resumen de lo que ocurría en nuestro país, en nuestra ciudad capital principalmente, los días previos y posteriores a la proclamación de nuestra independencia, hechos que permanecen olvidados, omitidos o tergiversados por algunos historiadores, voluntaria o involuntariamente, no sabemos. Leamos:
Proclamación de la Independencia en la Plaza Mayor, con el primer estandarte.
Todo un acontecimiento de la mayor trascendencia e importancia, tanto o más que el de su propia fundación, constituyó para Lima la proclamación y consiguiente jura de la independencia del Perú, y como tal lo celebró con la pompa, la solemnidad y la alegría que se requería para la ocasión. Fueron tres días con sus noches, en que la ciudad y sus casi 60 mil habitantes, lucieron sus mejores galas y dieron rienda suelta a sus expresiones de patriotismo y ansias de libertad.
La declaración y proclamación de la Independencia del Perú constituyó uno de los hechos más trascendentales de la historia de América, ya que la liberación del Perú era importante para la seguridad de las naciones circundantes, pues en nuestro país se hallaba el núcleo del poderío español en Sudamérica.
La fecha elegida fue el sábado 28 de julio de 1821, y a pesar de los 197 años transcurridos desde que el Libertador José de San Martín diera su conocida proclama, aún se mantienen algunos errores e ignoran ciertos detalles de ese revolucionario pasaje de nuestra historia.
Y son muchos y poco conocidos los hechos, divertidos unos, curiosos, otros, que se suscitaron en julio de 1821, con ocasión de los preparativos y la ceremonia misma de la proclamación. Valga la pena recordar algunos pasajes y personajes poco divulgados.
Empecemos por el principio. El día señalado la proclamación se desarrolló en cuatro plazas diferentes, con los mismos personajes centrales, la misma pompa, la misma emoción y las mismas palabras. Varios historiadores sostienen, erróneamente, que así se hizo para hacer participar a todos los vecinos de Lima en tan trascendental acontecimiento.
En verdad, la proclamación (no la jura) de la independencia se desarrolló en la Plaza Mayor y en las plazuelas de La Merced, Santa Ana y de la Inquisición porque esos mismos lugares fueron escenario de la proclamación de Felipe V, el 23 de septiembre de 1701 y, trece años antes, de la proclamación del rey Fernando VII; dos acontecimientos significativos e importantes verificados en la época colonial.
En una comunicación dirigida al cabildo de Lima el 18 de julio de 1821, San Martín dispuso efectuar la proclamación de la independencia "en todos los lugares públicos en que en otros tiempos se os anunciaba la continuación de vuestras tristes y pesadas cadenas". Se trataba, pues, de rechazar la dominación española en los mismos escenarios donde otrora se había proclamado la sumisión al reino español.
No todas las personalidades obligadas a participar en las cuatro ceremonias pudieron hacerlo. Se lo impidió la requisa de sus cabalgaduras dispuesta por el virrey antes de abandonar Lima para establecerse en el Cusco. Tal ocurrió con los miembros del Colegio de Abogados, quienes tuvieron que nombrar sendas comisiones que esperaron al pie de cada tabladillo el inicio de las respectivas proclamaciones.
Otro asunto que causó confusión a historiadores como Carlos Miró Quesada Laos y a varios autores de textos escolares es el referente al lugar de la proclamación. Los precitados dicen que la ceremonia se desarrolló en uno los balcones del Ayuntamiento, lugar que hoy ocupa la Municipalidad de Lima, entonces sede del cabildo.
La confusión se originó cuando, después de las ceremonias de proclamación, y una vez retornada las principales autoridades a Palacio de Gobierno, los miembros del cabildo se dirigieron al local del Ayuntamiento y subieron al balcón del segundo piso.
Tal exposición, que se hacía con el Pendón Real, se realizó con el de la Patria. La tradición oral de que se expuso desde el balcón del Ayuntamiento, omitiendo detalles, dio pábulo para que historiadores y artistas escribieran y grabaran en pintura, que la proclamación se hizo desde la galería del Ayuntamiento. El error persiste.
El Juramento (o Jura) de la Independencia se efectuó el domingo 29 de julio, después de la Misa de Acción de Gracias (Te Deum) oficiada en la Catedral y en diferentes corporaciones.
El pueblo de Lima juró defender la independencia recién el 13 de agosto en la casa de los comisarios de cada uno de los 41 barrios en que estaba dividida la capital.
En cada lugar fueron colocadas sendas actas para que juraran y firmaran todos los ciudadanos, a excepción de… "las personas que hubiesen prestado ya el juramento de que se trata, los menores de quince años, e individuos libres de a plebe".
Anecdotario
El domingo 15, en el local del Ayuntamiento de Lima, se reunieron los vecinos notables, presididos por el ilustre alcalde Conde de San Isidro, precedido por el arzobispo José María de las Heras. Allí se firmó el Acta de Declaración, redactada por el ariqueño Manuel Pérez de Tudela y firmada por todos los presentes, en la que se mencionaba la voluntad general del pueblo por su independencia "de España y de cualquier otra nación extranjera".
El sábado 21 se publicó un bando anunciando al pueblo que el sábado 28 se proclamaría la independencia del Perú.
En el cabildo abierto celebrado el domingo 15 de julio, en el local del Ayuntamiento de Lima, para que el pueblo expresara su opinión sobre la independencia, el Dr. José de Arriz pronunció un encendido discurso, que influyó decisivamente en la decisión final de los vecinos. Y mientras el representante del Colegio de Abogados pronunciaba su oración, desde el balcón del cabildo se lanzaba a la muchedumbre tarjetas impresas, con el siguiente texto:
"El voto de un americano es la independencia y libertad del Perú, y el que no la quiera seguir, firme su nombre infame y váyase en pos de los tiranos".
En vísperas del acto, el gobierno dispuso que la Casa de la Moneda acuñara 4,348 monedas de plata conmemorativas, con un Sol en el anverso y la leyenda: "Lima libre juró su Independencia el 28 de julio"; y en el reverso, una corona de laurel, con la frase: "Bajo la protección del Ejército Libertador, mandado por San Martín".
Por orden de San Martín, se acuñaron otras 2,171 monedas, que fueron entregadas al Ayuntamiento; en tanto que el Colegio de Abogados adquirió cuatro bandejas de plata y cuatro bolsas con monedas, para ser lanzadas en las cuatro plazas donde se iban a desarrollar las ceremonias.
El día señalado, tal fue la emoción que, acabadas las monedas, los encargados lanzaron también las bandejas al público.
Anverso y reverso de moneda conmemorativa acuñada ex profeso.
Durante las ceremonias, el llamado Estandarte de la Libertad (o de la Patria, es decir, la primera bandera peruana) pasó de una mano a otra de las autoridades designadas. En medio del entusiasmo y de disputas por tener el honor de conducirlo, el símbolo patrio sufrió un desgarro.
Y aunque los cronistas de la época no especifican las características del daño, el hecho es que la compostura costó 16 pesos, según el comprobante otorgado por el artesano José Arellano, encargado de confeccionar la bandera y las escarapelas.
A propósito, el uso de las escarapelas fue dispuesta también por el Libertador, según un oficio dirigido al Cabildo el 18 de julio, en el cual especificaba que el distintivo "deberá ser bicolor, blanca y encarnada, y precisamente las traerán puesta todos los ciudadanos".
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