El primer soldado argentino
José Antonio Fidel Barrenechea y Morales
Otro personaje poco conocido, que sumó sus esfuerzos para hacer del Perú un país con identidad nacional, libre, soberano e independiente; luchó a brazo partido para lograr su consolidación, es José Antonio Barrenechea y Dorrego.
Fue el primer militar argentino que llegó a nuestro país enviado por el general San Martín, y participó activa y decididamente en las luchas independentistas y en defensa de las autoridades legítimamente constituidas tras nuestra emancipación.
Retirado San Martín del Perú, Barrenechea continuó al servicio del Perú. Participó en las campañas de Junín y Ayacucho, concurrió al final de la guerra y formó parte del ejército que sitió al Callao.
Consumada la Independencia, se consagró al servicio de la Nación y se dedicó al estudio de la artillería, de cuyo cuerpo puede ser considerado fundador en el Perú.
Por si fuera poco, el 2 de mayo de 1866, viejo, pero henchido de valor, sin aspiraciones y sin derechos, se sentó en una batería para apuntar con su cañón a sus antiguos enemigos. Los partes oficiales del general Buendía y del coronel Inclán hicieron justicia a su valor.
Peruano por su vida y por adopción, se casó con Carmen Morales y García de la Plata; fue padre del jurista y diplomático José Antonio Barrenechea y dio origen a apreciadas familias de la sociedad limeña, como los Barrenechea Raygada, Gálvez Barrenechea, Porras Barrenechea, y otras.
Ciudad de los libres
Lima es poseedora de una variedad de títulos: Ciudad de los Reyes, Villa o Ciudad Jardín, Perla del Pacífico, 'Sucursal de la gloria'; "ciudad de campanas y de campanillas" o "ciudad de apodo, remoquete y chunga", a decir de José Gálvez; y muchos otros, a cual más rimbombante y zalamero.
Pero ostenta un título oficial que pocos recuerdan: el de "Heroica y Esforzada Ciudad de los Libres", conferido por San Martín, en septiembre de 1821.
El título fue un reconocimiento a la valiente y decidida actitud que asumió la población, cuando a principios de ese mes Lima se vio amenazada por tropas realistas al mando del general José Canterac, que pretendía reponer en el cargo al virrey La Serna.
Enterado de ello, el 2 de septiembre San Martín suspendió una función teatral para dirigir desde su palco una proclama, invitando a todos los habitantes a defender la capital y recomendarles unión y confianza en el ejército.
A mediados de ese mes, al retirarse los realistas, San Martín expresó su reconocimiento a la actitud de los habitantes de Lima, y en una proclama expresó: "Peruanos, vuestro destino es irrevocable, consolidado por el constante ejercicio de las virtudes cívicas que habéis demostrado en época de conflictos."
Y cursó una carta al presidente José de la Riva Agüero, en la que agradece… "a los beneméritos individuos que tanto se distinguieron en los días que el enemigo amenazó esta capital", y determina… "que la capital del Perú se denomine en adelante LA HEROICA Y ESFORZADA CIUDAD DE LOS LIBRES".
Quién sabrá por qué este título se mantiene entre las sombras.
Los estandartes de Lima
Estandarte de Pizarro. Der.: Dibujo referencial del Estandarte Real (Ursula Alvarado)
El día de la proclamación de nuestra independencia, los limeños de entonces llegaron a contar con tres pendones o estandartes, cada uno de los cuales corrió su propia suerte: el primero, que se usó poco, fue llevado al extranjero; el segundo, modificado, es el estandarte oficial del municipio limeño hasta hoy, aunque su original desapareció como por encanto; y el tercero, fue precursor de nuestra bandera actual.
La primera insignia de nuestro país, el Estandarte de Pizarro, fue traído por el propio conquistador. El Pendón o Estandarte Real de la Ciudad de Los Reyes, llamado también Pendón del Rey, fue la insignia que el Rey Carlos V y su madre, la reina Juana, otorgaron a Lima por real cédula el 7 de diciembre de 1537, dos años después de fundada nuestra ciudad capital.
El tercer Estandarte, llamado de la Libertad, fue mandada confeccionar especialmente para dar mayor solemnidad a la ceremonia de proclamación de la independencia y sustituir al Estandarte Real, un símbolo de sumisión a la corona de España, de la cual precisamente el Perú se iba a liberar.
Estandarte diseñado por San Martín. Der.: Actual bandera del Perú.
La orden fue dictada por San Martín el 18 de julio, conforme a las características determinadas por él mismo, en Pisco, el 21 de octubre del año anterior. Consistía en una bandera de seda dividida por líneas diagonales, en cuyo centro una corona de laurel ovalada enmarcaba un sol saliendo por detrás de sierras escarpadas, sobre un mar tranquilo. El diseño fue modificado el 15 de marzo de 1822, cuando el Congreso se resolvió sustituir los triángulos por dos fajas transversales encarnadas y una blanca en el centro, como se conserva hasta hoy.
Los espías de los Andes
También es poco conocido el papel que cumplieron los espías de la Expedición Libertadora, para cruzar los Andes sin ser detectada ni sorprendida por los españoles.
El general Ignacio Álvarez Thomas, al frente del gobierno de Buenos Aires, recomendó utilizar espías. En carta secreta dirigida a San Martín en febrero de 1816 le recomendaba una serie de tácticas tendientes a "alarmar a Chile, seducir a las tropas realistas, promover la deserción, desfigurar los sucesos, desconceptuar a sus jefes, infundir temor a los soldados enemigos y procurar desconcertar sus planes". Añadía: "… he resuelto que los oficiales D. Diego Guzmán y D. Ramón Picarte pasen al Estado de Chile con el importante fin de promover en él la insurrección contra el gobierno español, y que informen a usted de cuantas noticias crean interesantes…"
Guzmán, con el alias de Víctor Gutiérrez, fue uno de los mejores agentes en Chile y logró enviar una lista completa de la tropa, armamento y disciplina del enemigo; de los oficiales de mayor influencia y el panorama general de Chile.
San Martín adoptó el sistema celular de inteligencia, que consistía en centros de espionaje divididos en células, situadas en casas de voluntarios patriotas chilenos de clase alta y de confianza de los españoles, en Santiago, Coquimbo, Concepción, Talca y Curicó. Así conoció detalles sobre el terreno donde se libraría la batalla de Chacabuco.
Grandes espías fueron Manuel Rodríguez Erdoíza, 'El alemán'; Antonio Merino, 'El Americano'; Jorge Palacios, 'El alfajor'; y muchos más. No figuran en los manuales de historia, pero gracias a ellos se cruzó los Andes con éxito.
Ya en el Perú San Martín utilizó similares estrategias de espionaje, gracias a lo cual pudo entrar a Lima sin disparar un solo tiro.
En esta red de espionaje no olvidemos que las damas limeñas hacían otro tanto con su juego de seducción bajo las sábanas.
Travesía de los Andes.
Los costos de nuestra Independencia
Económicamente hablando, la independencia del Perú resultó desastrosa, perdió territorios y quedó sumamente endeudado, principalmente con Inglaterra, Chile y la Gran Colombia; ya que la guerra fue gestada desde el exterior.
La deuda con Inglaterra provenía de dos préstamos. El primero se firmó el 11 de octubre 1822, por 1'200 mil libras esterlinas, La garantía fueron las entradas de la Casa de la Moneda, de aduanas y otras rentas. Las usurarias condiciones usurarias la gestionaron dos cuestionables comisionados de San Martín: Juan García del Río y James Paroissien, que se asociaron con Thomas Kinder y Robert P. Staples, y posteriormente, por decisión del Congreso, fueron reemplazados por el inglés John Parish Robertson, también vinculados a Kinder y Staples.
El segundo empréstito fue negociado por John Parish Robertson, el 21 de enero de 1825, por un monto de £ 616,000.
Sin embargo, el Perú nunca recibió las cantidades pactadas, pues se hizo tal manejo de los bonos que emitió y se especuló tanto con ellos, que al final se recabó menos de la tercera parte de su valor nominal. El espacio nos impide ampliar el tema, detallado por Jorge Basadre; César Vásquez Bazán y Alfonso W. Quiroz ('Historia de la Corrupción en el Perú'), que citan numerosas fuentes documentales.)
La deudas, pactadas a un interés de 6 % anual (considerado muy alto), aumentaba cada año en £ 106,650, hasta que el 10 de marzo de 1848 el Congreso autorizó al Ejecutivo a cancelarla mediante la emisión de bonos por £ 3'736,400, de los cuales 1'920,400 (más del 50 %) correspondía a los intereses. El cumplimiento del pago fue garantizado con el producto de la mitad del guano que se exportaba a Inglaterra e Irlanda.
A lo anterior se sumó la 'generosidad' del Congreso que, pese a nuestra penuria fiscal, el 12 de febrero de 1825 acordó donar un millón de pesos a Bolívar y otra suma igual "para que lo distribuya a discreción entre los generales, jefes, oficiales y tropa del Ejército Libertador".
Mediante una ley de 1848, Castilla ordenó el pago de la deuda a todos los países, menos a España. Hubo, sin embargo, voces peruanas discrepantes que se oponían a realizar tales pagos, ya que la campaña de la independencia había sido una empresa mancomunada, en la que cada nación aportó de su parte en la consecución de un fin común.
En todo caso, con Chile se firmó una convención el 12 de septiembre de 1848, en la que se acordó como toda y única deuda el monto de 4 millones de pesos, que se canceló en 1856.
A Colombia el Perú le reconoció una deuda de 5 millones de pesos, aparte del millón a favor de Bolívar; a Ecuador 2'860.000 pesos, y a Venezuela 855,000 pesos.
Por último, en 1853 se pagó 300,000 pesos a Estados Unidos en cumplimiento del convenio suscrito el 27 de marzo de 1849, por "secuestros y perjuicios" ocasionados durante la guerra por la independencia.
Argentina fue el único país que no pidió reconocer deuda alguna.
De otro lado, existía una deuda interna con particulares que habían aportado, en especie o en dinero, a favor de las campañas independentistas; por falta de pago a los servidores públicos, reconocimiento de premios y pensiones, empréstitos voluntarios o forzosos y deudas contraídas por el gobierno colonial, entre otros, todo acompañado de actos de corrupción y malos manejos.
Se sumó los reconocimientos que debió hacer el Estado por las expropiaciones (bienes muebles, inmuebles, joyas, etc.) dispuestos por San Martín y Monteagudo (1821-1822), en un primer momento; y por Bolívar y Sánchez Carrión (1824-1825), después. El monto total de la deuda interna fue estimado en 7 millones de pesos.
Simón Bolívar y José Faustino Sánchez Carrión.
Entre 1825 y abril de 1827, el Perú amortizó más de 1'800,000 pesos y quedó pendiente de abonar 5'200,000, aparte de los créditos por reconocer.
El estado total de esta deuda ascendía a 14'200,000 pesos en establecimientos de Lima, según el informe presentado al Congreso en 1827, de los cuales debía rebajarse dos millones como pertenecientes a emigrados, residentes en país enemigo y desaparecidos.
Al iniciarse la llamada 'consolidación de la deuda interna' se originó un gran escándalo de corrupción, que estallaría en el gobierno de Echenique. Pero esto es otra historia de corrupción.
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