miércoles, 13 de junio de 2018

El síndrome Cordero (I)

Perro Mundo

Por César Augusto Dávila

En nuestro amado Perú, cada campaña electoral, supone una feria de 'candidazos' y una inevitable evocación a Don  Pedro Cordero y Velarde "Apu Cápac Inca, Emperador de los Ejércitos de Aire, Mar, Tierra y Profundidad; Rey de Financistas y Mago del Estado por Voluntad Divina", incomprendido periodista festivo, además, por siempre vivo en la memoria de quienes pasamos la cincuentena.

Fue un gran músico, pero…


Don Pedro Cordero y Velarde, fue un ilustre músico cerreño, dos de cuyas óperas incaicas: ('Ollantay' y 'Manchaypuito'), llegaron a figurar en el repertorio de la Orquesta Sinfónica Nacional, en tiempos que una notable tiple contrajo matrimonio, con quien prometía convertirse en una figura mundial de la música culta.

Pero, cierta tarde -cálida y sensual- cuando Don Pedro visitaba un taller gráfico en el cual se imprimía las partituras de sus creaciones, tuvo la suerte -o la desgracia- de toparse con un grupo de bohemios libelistas, encabezado por Federico More, los mismos que al atisbar cierta solvencia  en el despistado músico, lo abordaron zalameros, para convencerlo de que se lanzara como candidato a la Presidencia de la República.

Algunos historiadores amateurs como Gastón Róger y Aurelio Collantes, nunca tuvieron muy claro en qué momento del dispendio falsamente preelectoral, se extravió por completo la razón del musicólogo, ni cuando fue que empezó a creer en serio, no solo que sería 'candidato', sino que ya era Emperador. Nada menos.

Lo es cierto es que, una vez mal vendida la casi totalidad de sus humildes propiedades, sus 'promotores' habían dilapidado ya la consiguiente platita en prolongadas juergas de alcohol y no pocas cachimbas de opio. Entonces, como es fácil imaginar, optaron por abandonar al desplumado 'candidato'.

Un extraño 'periodista'

Deschavetado ya, el hombre en cuestión, se atavió de frac y galera –de los que por entonces lucía en Palacio don Manuel Prado- orló su pecho de condecoraciones chatarra (chapas de cerveza, casi todas), empuñó un bastón -más bien un palo de escoba-  y se lanzó en gira por los más variados bares de esta Lima, a degustar el consagrado 'chicano de las doce' que solía rematar con un disparatado discurso y-cómo no- la venta de su batallador periodiquito llamado El León del Pueblo, que expedía a cambio de cinco reales y cuyo lema imbatible era: "Sale cuando puede…y paga cuando quiere".


Yo -niño aún- asistí de contrabando a muchas de sus peroratas, y puedo dar fe de sus capacidades oratorias, que tenían visos ultranacionalistas, detalles que arrancaban aplausos al zumbón auditorio, que llamaba 'Excelencia' a tan singular exmúsico y, para entonces, político y periodista bamba y firme, de un solo tiro.

(Continuará en el blog www.cuatrobocaspe.blogspot.com)

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario