Las raíces de la ciudad
La preciosa y diminuta mezquita de Khazret Khyzr corona la colina de Afrosiab, el lugar donde se fundó la ciudad en el siglo VI a.C. Hoy, esta loma es un campo de trabajo para los arqueólogos, que hallan osarios zoroastristas, cerámicas con influencias griegas traídas por Alejandro Magno (329 a. C.) o monedas que atestiguan la riqueza que tuvo desde su fundación este oasis, al pie de las montañas Zarafshan.
Mausoleo de Gur Emir o Gran Tamerlán
Es una obra de exquisito estilo, con una bella cúpula turquesa acostillada, cuyo interior sobrecoge con su elaborada decoración áurea.
En una ladera próxima se encuentra el lugar más sagrado de la ciudad: la necrópolis Shah-i-Zinda, un conjunto de soberbios mausoleos construidos entre los siglos XI y XVI alrededor de la tumba de Kusam ibn Abbas, impulsor del Islam en la zona en el siglo VII. Cada uno de ellos es en sí mismo una impresionante obra de arte recubierta de finos azulejos, mosaicos y terracotas. Al traspasar el portal se respira solemnidad: es un lugar que otorga a la visita un sentido más allá del estético. Dicen que tres peregrinaciones aquí equivalen a una a La Meca. A su alrededor se extiende el cementerio nuevo, con lápidas cinceladas con bustos de científicos, artistas, profesores y políticos, destacando el héroe de la independencia en 1991 y presidente hasta 2016, Ismail Karimov.
El arte de la cerámica vidriada
Los tigres de la madrasa de Sher Dor desafían la ortodoxia del islam. Der.: Cúpula en la mezquita Bibi Khanum, en la necrópolis de Shah-i-Zinda y en el mausoleo de Tamerlán.
Caminando por la calle Ruy González de Clavijo, el embajador de Enrique III que visitó a Tamerlán y que ha pasado a la historia por su descripción del viaje y la ciudad a principios del siglo XV, se llega al precioso mausoleo Gur Emir. Allí, entre otros, se encuentra enterrado Tamerlán, a pesar de que el mausoleo lo había ordenado erigir en 1403 para su nieto Mohammed Sultán. Lo cierto es que es una obra de exquisito estilo y proporciones, con una bella cúpula turquesa acostillada. Y si el exterior asombra, el interior sobrecoge con su elaborada decoración áurea.
Necrópolis Shah-i-Zinda
Cerca del mausoleo empieza la parte moderna de la ciudad, la que recibe al viajero. Trazada por el gobierno zarista en el siglo XIX, sorprende por sus enormes avenidas, bloques de viviendas, institutos, estadios... y desconcierta a quien llega buscando la Samarcanda mítica. Sin embargo, al finalizar el recorrido, la ciudad no decepciona a nadie. Uno debe sumergirse en sus bazares, perderse por las mahallas, emocionarse en sus mausoleos y mezclarse con la gente. Solo así comprenderá que sigue conservando en la actualidad la magia y grandiosidad de una ciudad que un día fue el centro mismo del mundo.
Destellos azules
La cerámica vidriada es lo más característico del arte decorativo de Uzbekistán. Tuvo su apogeo con la dinastía timúrida cuando azulejos, baldosas de mayólica y terracotas labradas recubrían cúpulas, fachadas e interiores. El característico color azul procedía del lapislázuli, la piedra turquesa o el cobalto. El esmaltado aporta durabilidad a un entorno desértico.
Fuente: National Geographic
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