En el Día Mundial del Medio Ambiente
Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas desde 1973.
Sea este día la oportunidad para reflexionar sobre una de las formas como los seres humanos contaminamos nuestro mundo mediante el uso masivo del plástico, sea desde el uso de una simple envoltura de caramelo hasta el casco y casi la mitad del fuselaje de un Boeing 787, hecho de plástico reforzado con fibra de carbono.
El plástico fue inventado a fines del siglo XIX y su producción a gran escala ocurrió a mediados del XX. Su producción se masificó tanto que hoy 8 millones 300 mil toneladas de plástico acaban en los océanos del mundo, contaminando todo a su alrededor, en particular la vida marina.
De ese total, más de 6.300 millones se han convertido en residuos, y de estos 5.700 millones de toneladas no han pasado nunca por un contenedor de reciclaje, una cifra que dejó atónitos a los científicos que la calcularon en 2017.
Si tenemos en cuenta que el plástico tarda varios siglos en disolverse y desaparecer, estamos hablando de millones de seres vivos –el hombre incluido- en ser afectados en su organismo y en su desarrollo.
Nadie sabe cuánto plástico sin reciclar termina en el mar, el depósito final de la basura del planeta. En 2015 Jenna Jambeck, profesora de ingeniería de la Universidad de Georgia, dejó a todo el mundo boquiabierto con su cálculo: entre 4.8 y 12.7 millones de toneladas al año solo contando el procedente de las regiones costeras. La mayor parte de los residuos plásticos que llegan al océano no los vierten los barcos, afirman Jambeck y sus colegas, sino que se tiran sin más al suelo o a los ríos, sobre todo en Asia. El viento o la escorrentía los arrastran luego al mar.
Cabría entonces la pregunta: ¿Podemos seguir disfrutando de ese invento sin destruir el planeta? ¿Qué hacemos para evitar esta contaminación?
Algunos esfuerzos se realizan, pero resultan totalmente insuficientes frente a la grandeza del problema.
En América Latina, Chile se ha convertido en el primer país en prohibir el uso de bolsas de plástico en todo su territorio nacional, incluyendo las bolsas biodegradables porque se carece de la certificación necesaria que acredite su efectividad y porque el objetivo final de la ley es la disminución de residuos plásticos en ese país y en el mundo.
El uso del plástico se masificó en la segunda mitad del siglo XX, cuando se empezó a producir en gran escala. Son contadas las empresas que han reducido su uso en la fabricación de los envases de bebidas. Sabemos cómo recoger la basura. Sabemos cómo desecharla. Sabemos cómo reciclarla. La clave está en crear las instituciones e implementar los sistemas necesarios para ello.
En la gigantesca planta de Dow Chemical en Freeport, Texas, las grandes moléculas de hidrocarburos de los combustibles fósiles se rompen a altas temperaturas para producir 1.65 millones de toneladas al año de etileno, el componente básico del polietileno, uno de los plásticos más utilizados.
En el mundo se recicla menos de una quinta parte del plástico. En Estados Unidos, menos del 10 %. La 'vida útil' de una bolsa de plástico es de apenas un cuarto de hora. Nestlé Waters, que produce el 11 % del agua embotellada del mundo, afirma haber reducido en un 62 % el plástico utilizado en sus botellas de medio litro desde 1994. La planta de Poland Spring en Hollis, Maine, es la mayor de América del Norte.
Los trocitos de plástico de colores –que son recogidos, lavados y clasificados a mano– se dejan secar a orillas del río Buriganga (Bangladesh). Unas 120,000 personas trabajan en el sector del reciclaje informal en Dacca y alrededores, cuyos 18 millones de habitantes generan unas 10,000 toneladas de basura al día.
En Bangladesh, bajo el puente de un tributario del río Buriganga, uno de los más contaminados del planeta, una familia quita las etiquetas de las botellas de plástico, las clasifica en verdes y transparentes y las vende a un tratante de residuos. Estos recicladores ganan un promedio de 100 euros al mes.
En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, y a pesar del intenso frío, casi mil voluntarios participaron esta mañana en la limpieza de la playa Carpayo, en el Callao, la más contaminada de Latinoamérica.
En esa zona se encontraron bolsas, vasos de plástico y hasta neumáticos arrastrados por las olas. En 2014, la organización Ocean Conservancy informó que en 500 metros de esta bahía se recogieron más de 40 toneladas de basura, lo que demuestra que es la más contaminada de la región.
Camiones cargados de botellas de plástico llegan a una planta de reciclaje de Valenzuela, Filipinas. Las botellas las han recogido de las calles de Manila los llamados recicladores; estos las venden a tratantes de residuos, quienes las llevan a la planta. Tanto las botellas de plástico como los tapones se trituran, luego se revenden a eslabones superiores de la cadena de reciclaje, y por último se exportan.
Fuente: National Geographic
No hay comentarios:
Publicar un comentario