Por César Augusto Dávila
Mi recordado -y polémico- amigo Carlos Tosi, enterado teatrista y suicida gradual, recomendaba a quien osara escribir su atormentada biografía, empezar con el siguiente párrafo: "Vino de turista, vio… no le gustó. Se fue."
Eso sintetizaba realmente su paso por el planeta, en el cual a canje de vivir como le dio la gana, hubo de sufrir incomprensiones y condenas de todo tipo, hasta que se cansó, pues, y entonces empezó a irse, a marchas forzadas, hasta que su creativo cerebro pidió chepa y se detuvo como un viejo reloj de parque envenenado por los inviernos.
La moraleja de este cuento inclemente, que escribió la vida misma es que, sea para bien o para lo otro, desdichado de aquel que debe desempeñarse en lo que no es lo suyo o que, a contrapelo, el mundo, la envidia o lo que sea, le impide seguir haciendo lo que más le gusta.
En nuestra vida diaria asistimos a las monsergas de opinólogos exvendedores de publicidad que jamás facturaron un aviso; candidatas profesionales de la derrota que aconsejan a los políticos en ejercicio; psicólogos de ambos sexos que, fracasados en su seudociencia, ahora la pegan de periodistas, y abogados que, gracias a determinadas relaciones, tontudean a dichosos hijitos de padres adinerados, con el cuento de convertirlos en 'comunicadores', que, luego, merced a un oportuno tarjetazo, quizás consigan una chambita como 'jefes' de algo que jamás llegarán a conocer ni por el forro.
Y pues, a quien Dios se la da, que con su pan lo disfrute. Pero lo grave es que tales 'turistas de la nada' se solazan dictando cátedra de filosofía vivencial al indefenso bobonaje, lectorcillo de Paolo Coello y memorias de bataclanas encumbradas por la prensa chicha, gente que jamás lee nada importante porque dice 'no tener tiempo', mientras intenta creer y hacer lo que cuatro o cinco 'turistas' de cualquier cosa les calienta el día con su chamullo.
A quienes se entretienen criticando al periodismo y sus diabluras habría que recordarles la conceptuosa frase de 'Pocho' Rospigliosi, según la cual "eso es lo que le gusta a la gente".
Entonces, pues, si hay alguien a quien culpar de la huachafería de la tele farándula o la sacarous philosophy de consejeros, motivadores y otros públicos onanistas mentales, es a quienes consumen dicha desdichada dieta para infelices insatisfechos que, una vez consumida su dosis, tienen el desparpajo de quejarse del menú. Una carta 'intelectual' sustentada por ellos mismos, según se comprueba a través de las mediciones de sintonía o tiraje… cuya credibilidad, de pasada, es chilenamente sospechosa.
Como hubiera dicho el maestro Sofocleto: "En el Perú, hasta la verdad es falsa… aunque esto tampoco es cierto".
¿Qué les parece?
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