jueves, 23 de agosto de 2018

El éxodo venezolano


La situación por la que atraviesan cientos de miles de venezolanos, que huyen de su país en busca de mejores condiciones de vida, que le son negadas en su propio territorio por obra y gracia del dictador Nicolás Maduro, es algo que debe movernos a la meditación, a extender nuestros brazos y acoger a quienes hoy requieren de nuestro apoyo y solidaridad.

Aquellos que han alzado su voz o utilizado las redes sociales para estigmatizarlos, condenar la decisión del Gobierno de abrir nuestras fronteras y lanzar una serie de calumnias de la más baja estofa contra ellos, debieran medir sus palabras y no seguir dando muestras de su racismo y xenofobia, propia de seres antisociales y nada humanos.

Decían nuestros abuelos: "No escupas al cielo, que a la cara te va a caer", para explicar que lo que hoy les sucede a los venezolanos, mañana nos puede ocurrir a nosotros mismos. Como de hecho se dio hace poco más de tres décadas, cuando 280 mil peruanos se refugiaron en Venezuela, cuando este país gozaba de una economía boyante y el nuestro estaba azotado por el terrorismo y una fuerte crisis económica.

  

¡Qué pronto se olvidan aquellos miserables que hoy se niegan a extenderles una mano a los venezolanos que buscan refugio en nuestro suelo! Se olvidan que por esos años los peruanos fueron acogidos como hermanos, que lo somos, y llegaron a conformar familias gracias a los ingresos por la venta del petróleo que brota a raudales en la tierra del joropo. ¡Cómo negarnos a acoger a quienes en su momento acogieron a los nuestros!

Muchas voces se han alzado para señalar a quienes estigmatizan a sus semejanzas por su nacionalidad, sea cual fuere; y para recordar que toda migración es positiva, pues trae conocimiento, inversión, nuevas culturas y nuevas experiencias, y favorece nuestra economía.

Cierto que siempre habrá algunos, a los que les negamos nuestro apoyo, que cometan delitos o se dedican a la prostitución, pero son menos del 0.1 por ciento de los migrantes. ¿Acaso no hay peruanos que cometen delitos en el exterior, en los países que los acogen? ¿Es que no tenemos un espejo en casa?

Muchos nos volvemos ciegos o sordos cuando vemos cómo miles de familias tratan de ingresar a Europa, la mayoría vía España, huyendo de las crisis económica o las guerras internas que agobian a sus países de origen, y cientos de ellos mueren ahogados en su intento por cruzar los mares en busca de un mejor destino?

Las siguientes imágenes en torno a las penurias a que se van expuestos nuestros hermanos venezolanos, debieran ser motivo de reflexión y llevarnos a mostrar una actitud humanitaria hacia quienes son víctimas de un sistema que ellos jamás buscaron ni desearon.

 

Los venezolanos que se dirigen al Perú caminan por la carretera Panamericana en Tulcán, Ecuador, después de cruzar la frontera desde Cúcuta, en Colombia, distante 1,500 kilómetros… Algunos los reciben con cariño; otros, felizmente los menos, los tratan mal y los rechazan.  Docenas de desconocidos los abordan para darles comida o medicina. 

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