Por César Augusto Dávila
Si usted es de aquellos que siguen creyendo en Blancanieves y 'Los chanchos voladores', puede perseverar alucinando que en algún momento de la presente serial politiquera, alguno de los reales receptores, de las mermes Odebretch, supremos jueces, adicionales y otras, enfrentarán realmente a la justicia, o que los 'doleiros' fusibles por naturaleza, echarán a sus verdaderos clientes, le deseo felices sueños previo pichi nocturno y oraciones correspondientes a 'Don Creía', personaje al cual, de acuerdo a viejísimo limeñismo, mataron de un bacinicazo, cierto miércoles de ceniza.
Crea pues, pa' judoko no se estudia y a veces, según dicen, hasta ofrece destino político, como bien sabe el enano 'Tripedo', que navegando en barco pirata con bandera de felpudo se ha hecho casi rico y jamás nadie averiguará como llegó a serlo, defendiendo la democracia que le dicen, por cortesía de una american agency, mi estimado.
Bueno. No ignoro si ustedes lo sabrán, pero, aunque soy hincha de Alianza, por razones de barrio y mis antiguas aficiones boxeriles, todo lo que conozco de fútbol me lo enseñó en el curso de una larga noche, mi inolvidable amigo Waldyr Pereyra 'Didí', conversando en el Savoy Lima Hotel. Concretamente, en la barra.
De igual modo, lo que ahora sé de aventuras de billete e ingeniería financiera, no lo aprendí durante mi trabajo en cierta prestigiosa institución bancaria. No, pues. Lo bebí a sorbos durante el jocoso reportaje, que tuvo por sujeto a un misterioso personaje que me agasajó en el Prince Hotel de Puerto Príncipe, Haití, una caliente noche de mis días de autoexilio. "Oído al toque", como decía 'El Veco'.
Lo primero que debe saber alguien que piense tomar en serio la payasada de estafar al Estado es que dicha institución, en este como en otros casos, es siempre el mejor cliente para el asunto, por la sencilla razón de que nadie tiene verdadero interés en defenderlo. Menos aún, por averiguar le verité, como se dice en argot afrancesado.
Como primer número del programa, debe tener un operador experimentado, efectivo y silencioso, que acredite destreza en constituir empresas off shore. Es decir, aquellas legalmente autorizadas a desenvolverse bajo tratamiento fiscal privilegiado, en el supuesto general (pasabola) de que traen inversión extranjera y precisan 'confidencialidad' para sus negocios y facilidad para la correspondiente 'exportación de utilidades'.
A grandes rasgos y hasta ahí, los malabaristas solo precisan aceitar algunas vistas gordas. Lo demás ya se ejecuta fuera del territorio donde se haya originado la marmaja. A la fecha, ya no se cuenta con los bancos suizos, pues parece que estas centenarias entidades -y solo digo 'parece'- otrora célebres por su discreción operativa, recientemente han llegado a ciertos 'acuerdos especiales', con la 'honorable' CIA y servicios similares de Rusia, Francia, Alemania, Gran Bretaña y otros versos, por lo cual están perdiendo valiosos clientes, hoy enjuiciados en sus países de origen, o ya concretamente en cana.
Ahora, el bille negro viaja a destinos de novedosas nominaciones como Anguila, Antigua y Barbuda, Belice, Islas Vírgenes, Liberia, Islas Mauricio, Seychelles… y siguen firmas, como en los noviazgos de media mampara.
Otros detalles de la no tan misteriosa ingeniería financiera señalan a contadores internacionales que transforman literalmente el black money, de dólares a rublos, yuanes o cualquier valor que esté jugando en alza, recontándolo para la justa conversión, ya que los clientes de esta moña suelen tener muy mal humor a la hora de registrar 'peles' y en cuanto suponen un 'cierre', por los mismos conductos –y a precio preestablecido- pueden 'mandarle la moto' al aprendiz de gracioso. Los casos se ven a diario y nuestra sagaz policía los sentencia sabiamente como 'ajuste de cuentas', sin imaginar que en su grueso error acierta de carambola, aunque nunca sabrá cómo.
Y en lo que se refiere a ciertos 'inconvenientes hinostrozos' con la justicia (peruana, en especial), cierta precisión que me obsequiara un expresi de cierta corporación financiera, juega más o menos así: es lamentable que aquí lo rico de la merme solo pueda disfrutarse a la tercera generación del empalmador principal . Y no es que la justicia ampaye el asunto, sino que ('Caracol' dixit), aquí los periodistas son unos xxmm de pp que te destapan todo, aunque a las finales no pasa nada, si bien ya te amargaron la vida, compadre.
Luego, la famosa pregunta de Zavalita, ese de 'Conversación en La Catedral' acerca de cuándo se jodió el Perú, es un tango y nada más, pues la verdad es que el Perú nació jodido, conforme lo demuestran las tres leyes del incario que prohibían chorear, webbear y ser cuentero, luego la historia de los paisas de la Telefónica, que durante la Colonia le sacaban la vuelta a su real majestad con el bambeo del quinto real. Y la tapa ya: en plena república independiente nos hemos pasado más de cien años cantando un Himno Nacional falsificado, con la negrería esa del "largo tiempo el peruano oprimido", que jamás escribió don Pepe de la Torre Ugarte. De manera que quien quiera un Perú no jodido, que se decida a reinventar el presente, aunque no se lo recomiendo, porque aquí nadie quiere moralización, ni justicia social, ni nadita de nada que altere la marmaja que vivimos.
Aquí, o preparas tu bille antes que te pongan la papeleta o te dedicas a pensar en grande y te animas a pasar una que otra molestia. Y a otra cosa, mariposa". Así cantó la lechuza, hasta que el prima dijo: ¡Gasta!
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