lunes, 13 de agosto de 2018

Lo que el océano esconde

El plástico: moldeable, resistente, impermeable, imperecedero, económico… el que fuera uno de los materiales estrella del siglo pasado se ha convertido hoy en un verdadero problema a escala planetaria. Fabricamos y utilizamos todo tipo de objetos plásticos desde hace apenas dos o tres generaciones, pero el aluvión de residuos que hemos generado es descomunal.

 
Contaminación por plástico en la playa este de la isla Henderson.

Se estima que desde 1950 se han producido unas 6,000 millones de toneladas de este material, suficiente como para cubrir todo el planeta con una envoltura de plástico. Hay restos plásticos de diversa índole en todos los océanos del mundo, y aunque la magnitud global de esta contaminación es aún una incógnita, las muestras obtenidas durante la Expedición Malaspina que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España, realizó en 2010 apuntan que la cantidad de plástico que hay en los océanos es de decenas de miles de to­­neladas, y que cantidades todavía mayores están siendo transferidas desde la superficie a los organismos marinos y a aguas más profundas.

Aquella campaña de circunnavegación, liderada por Andrés Cózar, investigador la Universidad de Cádiz, se desarrolló en aguas oceánicas, alejadas de zonas costeras ocu­padas por el hombre. Sin embargo, aparecieron plásticos flotando en el 80 % de la superficie muestreada.


¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer?

Hasta ahora se había documentado la existencia de acumulacio­nes de plástico en las zonas centrales del Pacífico Norte y el Atlántico Norte. La expedición demostró la existencia de cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto, dos en el hemisferio Norte y otras tres en el Pacífico Sur, Atlántico Sur e Índico. Estos cúmulos son generados por la circulación superficial de las aguas marinas, organizada en torno a cinco grandes giros que actúan como cintas transportadoras. "Estas recogen el plástico flotante procedente de los continentes y lo agrupan en las zonas centrales de las cuencas oceánicas. A lo largo de ese recorrido, los objetos se resquebrajan y se fragmentan debido a la radiación solar, pero los trozos más pequeños, llamados microplásticos, son bastante es­­tables y duraderos y pueden perdurar varios centenares de años», explica el científico.


La isla Handerson está bien alejada de la costa, donde se vierten al mar la mayoría de los residuos que terminan en sus playas, lo que resulta inaudito.

Es por tanto un hecho; el plástico lo inunda todo. Pero se trata además de un material para el que no existen en la naturaleza mecanismos de degradación eficaces y capaces de asimilarlo al ritmo del uso que de él hacemos. Por tanto solo cabe esperar un resultado: el plástico se acumula, y lo hace cada vez en los lugares más insospechados.

Uno de estos lugares son las playas de una de las islas más remotas del mundo, las cuales, según el último estudio publicado en la prestigiosa revista americana Proceedings of the National Academy of Sciences, han sido contaminadas con la mayor densidad de desechos plásticos acumulados en cualquier parte del planeta. Y es que, a pesar de estar deshabitada y ubicada a más de 5,000 km del centro de población más cercano, la isla de Henderson está colmada por cerca de 37.7 millones de piezas de plástico.

La isla de Henderson, junto a las islas Islas Pitcairn, Ducie y Oeno -territorios de ultramar del Reino Unido- conforman uno de los miles de pequeños archipiélagos de la Polinesia, en el centro y sur del Océano Pacífico. Esta isla es tan remota que solo es visitada entre cada cinco y diez años con fines científicos, no obstante su ubicación cerca del centro de la Corriente Circular del Pacífico Sur, la convierte en un foco para los desechos transportados desde gran parte de Sudamérica.

Así, durante la última expedición científica a la isla liderada por la Organización Británica para la Conservación de la naturaleza (RSPB por sus siglas en inglés), la autora principal del estudio, Jennifer Lavers, del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de la Universidad de Tasmania, se encontró estas playas colmadas por una media de 671 unidades de plástico por metro cuadrado, la densidad más alta de plástico jamás registrada para un entorno de estas características. "Lo que ha sucedido en la isla de Henderson demuestra que no hay escape de la contaminación plástica incluso en las partes más distantes de nuestros océanos", afirma la doctora Lavers. "Lejos de ser la prístina isla desierta que la gente podría imaginar de un lugar tan remoto, la isla de Henderson es un ejemplo chocante pero típico de cómo los desechos plásticos están afectando el medio ambiente a escala mundial", añade.

 
El plástico se crea pero no se destruye: transforma nuestros mares, reservándoles un futuro incierto. Der.: Fragmentos recogidos por los investigadores durante la campaña del Hespérides: los más diminutos, denominados microplásticos, son partículas de menos de cinco milímetros y pueden perdurar en el océano varios siglos.

Quizá para la próxima expedición a la isla Henderson, dentro de otros 5 o 10 años, algunas de ellas hayan desaparecido sepultadas por los desechos humanos.

¿Qué hacer ante tamaño problema? La solución no es nada fácil. En primer lugar porque los costes de retirar esas exorbitantes cantidades de desperdicios es inasumible para cualquier nación, y encima esas aglomeraciones se hallan en tierra de nadie. En segundo lugar, porque a cada minuto que pasa la cantidad de plásticos en el mar va aumentando sin parar, ya que los humanos seguimos tirando nuestros desperdicios de forma incontrolada desde todos los puntos del planeta.

Las previsiones apuntan a un aumento de la producción de plástico durante las próximas décadas. Nuestro consumo genera diariamente cantidades exageradas de residuos que requieren cientos de años para degradarse. Porque cada día que pasa el plástico hace más estragos y va consolidando su presencia en la Tierra a largo plazo. Incluso ha generado un nuevo material que podría ser un testigo geológico del futuro.

No es broma. En la playa Kamilo de Hawái se ha encontrado rocas formadas por plástico fundido mezclado con sedimentos, fragmentos de lava o de­­tritus orgánicos varios. Tras estudiarlas, Patricia Corcoran, de la Universidad of Western Ontario, en Canadá, propuso un nuevo nombre para ellas: rocas plastiglomeradas, generadas cuando un material plástico fundido se fusiona con otras partículas orgánicas. ¿Serán estas 'plastirrocas' nuestro legado geológico del futuro?

Por suerte, hay ciudadanos que ya luchan por ello. Como el jovencísimo Boyan Slat, un holandés de 19 años que tras fundar la organización The Ocean Cleanup ha propuesto una solución para reducir en un 50 % la acumulación de plástico en los giros en los próximos 10 años. Se trata de una serie de barreras flotantes sólidas ancladas al fondo del mar que se mueven al ritmo de las corrientes y agrupa la basura hasta una plataforma, donde es retirada mecánicamente y dispuesta para su reciclaje, un sistema que evita además la captura accidental de animales marinos. El prototipo ya ha sido probado con éxito en las islas Azores.

Porque limpiar los océanos, amenazados por la cantidad bestial de basura que nosotros hemos generado, es posible. Pues hagámoslo… Antes de que las 'plastirrocas' se apoderen del registro geológico y los 'plastipeces' invadan nuestros platos.

Fuente: National Geographic


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