domingo, 15 de abril de 2018

Periodismo de luto


Dolor, pena, indignación, rabia, impotencia… todos los sentimientos encontrados frente al cruel asesinato de tres colegas periodistas del diario El Comercio de Ecuador, a manos de un grupo disidente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que opera bajo la protección de carteles del narcotráfico en la zona fronteriza entre Colombia y Ecuador.

La noticia, confirmada por el propio presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, conmocionó al mundo entero, en particular a los hombres de prensa de todas las nacionalidades. El hecho demostraba que este oficio, considerado el más bello del mundo por Gabriel García Márquez, es también el más riesgoso de todos.

El reportero Javier Ortega (32 años), el fotógrafo Paúl Rivas (45) y el chofer Efraín Segarra (60) habían sido secuestrados el 26 de marzo cuando se dirigían a la localidad costera de Mataje limítrofe con Colombia, para investigar el accionar de grupos armados ilegales colombianos.

La última vez que se les vio con vida fue en una grabación filtrada a la prensa colombiana el 3 de abril, donde aparecían los tres abrazados, con cadenas y candados al cuello, e instaban al presidente Moreno a llegar a un acuerdo con los captores.


Los tres fueron acribillados a balazos por la columna Oliver Sinisterra, conformada por antiguos integrantes de la exguerrilla de las FARC y liderada por el ecuatoriano Walter Arizala, conocido como 'El Guacho'. Esta agrupación, tras la desmovilización de las FARC, se dedicó al narcotráfico y la extorsión en la frontera de ambos países.

Tras confirmar la noticia, el mandatario ecuatoriano dijo que se habían reiniciado las operaciones militares que estaban suspendidas en la zona de frontera; e indicó que fue enviada una autoridad de la iglesia para actuar como 'mediadora' en el rescate de los cuerpos. 
El presidente ofreció una recompensa de 100 mil dólares para a quien de información que permita la captura de 'Guacho'.

Pueden ofrecerse todas las recompensas del mundo, pero nada hará que nos devuelvan con vida a los tres arriesgados periodistas que fueron, como ocurre todos los días con los periodistas de todo el mundo, en busca de la verdad. Esa verdad que muchos temen que se conozcan, tanto por los de arriba como por los de abajo, en este caso por unos viles asesinos dedicados al narcotráfico. Malditos sean.

Nuestra solidaridad con los familiares, amigos y colegas de la hermana república ecuatoriana.

 

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