Primera parte: El nuevo autoritarismo
Daniel Ortega y Rosario Murillo: eje de la nueva dinastía nicaragüense.
Cuando a principios de marzo de 1979 recorrimos Nicaragua durante dos semanas, informándonos de los preparativos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para emprender su última y definitiva ofensiva final contra la dictadura de Anastasio 'Tachito' Somoza, en la que apostaban a ganar o perderlo, pudimos conocer dos realidades, que en estos momentos nos vienen a la memoria.
Una era la profunda convicción revolucionaria de que hacía gala Daniel Ortega Saavedra -a quien entrevistamos días antes en su exilio en Costa Rica- cuando nos decía que el pueblo 'nico' estaba 'podrido', harto de la familia Somoza, que gobernaban su país desde 1937 y se había apropiado de todo el territorio, empresas y servicios de su país, y que los sandinistas estaban dispuestos a jugarse el todo por el todo para terminar con la dictadura.
La otra era que los jóvenes de entonces estaban comprometidos, unos con el régimen como miembros de la Guardia Nacional, pues no tenían otra forma de ganarse la vida frente a un país devastado por el terremoto que cinco años antes había destruido su capital Managua (construida sobre una zona volcánica con dieciocho fallas geológicas) y por la guerra civil que había casi destruido ciudades enteras en Masaya, Estelí, Matagalpa, Jinotega, etc.).
Al otro lado, los jóvenes formaban parte de las guerrillas sandinistas o vivían escondidos, porque todo aquel que fuera visto en la calle era detenido y sometido a torturas por la dictadura, acusados de pertenecer a las guerrillas por el solo hecho de ser jóvenes.
Por esas últimas razones los muros de las ciudades mostraban carteles pintados con la frase: "Ser joven en Nicaragua es un delito", como lo testimonian las fotos tomadas por el recordado Carlos 'Chino' Domínguez. Por las mismas razones no pudimos entrevistar a ningún joven, hombre o mujer, durante nuestro periplo por ese pequeño país centroamericano.
Estas disquisiciones vienen a cuenta en estos momentos en que la juventud nicaragüense viene encabezando las protestas contra el sucesor de los Somoza, sale a las calles a protestar y pide la renuncia del nuevo dictador, que se viene adueñando del país.
Quién hubiera previsto que ese líder sandinista que derrocaría a 'Tachito' Somoza cuatro meses después, el 17 de julio de 1979, llegaría al poder para atornillarse a él y adueñarse de todo el país, como lo hiciera la dinastía Somoza a la que combatió en su momento. Una especie de "quítate tú, para ponerme yo".
Jurando por primera como presidente el 10 de enero de 1985.
Recordemos que el ex jefe sandinista asumió la presidencia por primera vez en 1979. En 1985 fue elegido para un primer mandato hasta 1990. Volvió a la presidencia en 2007, y fue reelecto sucesivamente en 2012 y en 2017, en esta última teniendo como vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo.
Al final de su actual mandato -el 10 de enero de 2022- Ortega sumará 15 años consecutivos como presidente de Nicaragua, algo que no logró ningún Somoza. Si se considera su período como coordinador de la Junta de Gobierno de la Revolución Sandinista -cargo que ejerció del 4 de marzo de 1981 al 10 de enero de 1985- así como su primera presidencia -del 10 de enero de 1985 al 25 de abril de 1990, el resultado es 24 años, 1 mes y 21 días al frente de los destinos del segundo país más pobre del hemisferio occidental, después de Haití.
En contraste, Anastasio Somoza García -fundador de la dinastía- ejerció la presidencia durante 16 años, 8 meses y 8 días, en dos períodos diferentes (1937-1947 y 1950-1956). Su hijo mayor, Luis Somoza Debayle, lo hizo durante 6 años, 4 meses y 8 días (1956-1963); y el hermano de este, Anastasio, fue presidente e 9 años, 7 meses y 16 días, también repartidos en dos períodos: de 1967 a 1972 y de 1974 hasta su derrocamiento en 1979.
(Segunda parte: Nueva dinastía en cierne)
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