Segunda parte: Nueva dinastía en cierne
Para consolidar su proyecto reeleccionista, Ortega Saavedra logró que la Corte Suprema de Justicia de su país declarara inconstitucional el artículo de la Constitución nicaragüense que prohibía la reelección presidencial. Igualito que otros dictadores del mundo, de América Latina en particular.
Sus propios y antiguos compañeros lo acusan de diluir el sandinismo revolucionario en un populismo. Lo acusan de imponerse y perpetuarse en la presidencia, de adueñarse de bienes del partido y acumular poder y fortuna.
En su última elección, el 6 de noviembre de 2016, la pareja presidencial recibió el 72.1 % de los votos, en una jornada en la que votó solo un 68.2 % de los convocados a las urnas. Según los datos oficiales, Ortega captó 1'803,944 votos, mientras que Maximino Rodríguez, su principal opositor, obtuvo el apoyo de 373,230 votantes (15 %).
El total de ciudadanos aptos para votar era de 4.34 millones de nicaragüenses. (En ese país el voto es un derecho; por tanto, la no asistencia a las urnas no implica ningún tipo de sanción.)
Por decisión de Ortega, los comicios no contaron con observadores de la OEA ni de la Unión Europea (UE), que cuestionaron el proceso electoral de 2011, cuando obtuvo su segunda reelección consecutiva. El Frente Amplio Democrático, importante coalición opositora, se negó a aceptar los resultados de lo que tacharon como "farsa electoral".
Pese a sus sucesivos mandatos, Nicaragua sigue siendo el país más pobre del Centro América, después de Haití, como lo dejó la dinastía de los Somoza, a la que el sandinismo puso fin.
Daniel Ortega y Rosa Murillo tienen el control de todos los poderes del Estado, del ejército y de la policía. Comparten la tendencia a la concentración del poder, no conciben la alternancia, y tendrían la intención de no abandonarla nunca más.
Desde que retomó las riendas del país en 2007, la pareja presidencial no ha requerido ni convocado a sus antiguos camaradas de la lucha armada sandinista que derrocó a la dinastía de Somoza, sino que ha apelado a su propia familia para afirmarse en el poder. El ejemplo más vistoso es la designación de la vicepresidenta, conocida como 'la Chayo'.
Para adueñarse del país, Daniel y Rosario han recurrido a sus nueve hijos, siete de ambos y dos de una anterior relación de ella. Ocho de ellos ocupan cargos importantes en diversas empresas y actividades del empobrecido país. Llevan una vida rodeada de lujos y extravagancias, como veremos en una tercera entrega en la que daremos a conocer a qué se dedica cada uno de ellos.
Mano que mece la cuna
Rosario Murillo: el poder detrás del trono.
Polémica, poderosa, extravagante e incondicional compañera, 'la Chayo' se ha convertido en un elemento fundamental en la toma de decisiones al más alto nivel. Ostenta una enorme influencia como vocera de gobierno y coordinadora de ministros y alcaldes, cumple un papel importante en la política exterior y representa al Estado en las citas internacionales. Quienes conocen desde dentro el funcionamiento del gobierno 'nica', aseguran que son muy pocas las decisiones importantes que se toman sin su aprobación.
Daniel y Rosario se conocieron afines de los setenta, cuando Ortega se había autoexiliado en Costa Rica. En 2005 se casaron por la iglesia. Para entonces, ella tenía una hija, Zoilamérica, a la que le negaría su respaldo cuando esta denunció a su padrastro (Daniel Ortega) de haberla ultrajado y violentada sexualmente desde los 12 años de edad. (La denuncia, que fue acogida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, fue archivada por la justicia nicaragüense tras declarar que el delito había prescrito y además Ortega gozaba de inmunidad como expresidente.)
Ese respaldo a su marido es una factura que este debe estar pagando. Y caro. "En la presidencia, Rosario es 50 %, y Daniel 50 %", aseguró el propio Ortega en una conferencia pública.
'La Chayo' fue aceptada por los nicaragüenses porque tenía a su favor ser hija de Zoilamérica Zambrana Sandino, sobrina-nieta de Augusto Sandino, héroe nacional de Nicaragua e inspirador del movimiento revolucionario sandinista.
Lo cierto, todo caso, es que hoy la pareja gobernante de la empobrecida Nicaragua domina casi todas las actividades económicas, y no es de extrañar que en algún momento supere también la riqueza que acumuló la familia Somoza, y la convirtió en la familia más rica de América Central y una de las más acaudaladas de América Latina.
(Los Somoza llegaron a ser dueños de 130 empresas de diversos rubros: agrícolas, ganaderos, hoteles, haciendas, cervecerías, clubes y casinos; joyerías, importadoras de automóviles; fábricas de fósforos, de vestidos y de conservas; distribuidora de colchones; empresas de transporte; cadena hotelera en España; líneas aéreas y marítimas y el canal 6 de TV en Nicaragua; minas de oro; una lujosa mansión en Miami, dos condominios en Florida, una casa en Washington DC, un rancho en Texas y otro en California y varias villas en las islas Bahamas, etcétera.)
Los Ortega-Murillo parecieran querer alcanzar, y tal vez superar, esas ambiciones.
(Tercera parte: Los afortunados herederos)
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