domingo, 25 de febrero de 2018

Sexta Cruzada (1228-1229)

Llamada también la 'La Cruza Diplomática', ya que fue una cruzada pacífica, que se resolvió por medios diplomáticos, evitando así la confrontación militar, comenzó siete años después del fracaso de la V Cruzada, y permitió recuperar Jerusalén, aunque por pocos años.

El emperador Federico II de Hohenstaufen había intervenido en la Quinta Cruzada, enviando tropas alemanas, pero sin llegar a acompañarlas personalmente, pues necesitaba consolidar su posición en Alemania e Italia antes de embarcarse en una aventura como la cruzada. No obstante, en 1215 prometió tomar la cruz después de su coronación como emperador romano germánico en 1220 por el papa Honorio III. Con esa promesa, el papa predicó la nueva expedición, y programó su inicio para el 1225, amenazando a Federico II con la excomulgarlo si demoraba la marcha.  

 

Papa Gregorio IX y Federico II de Hohenstaufen.

Ese mismo año, Federico se casó con Yolanda de Jerusalén (también llamada Isabella), hija de Juan de Brienne, rey nominal de Jerusalén, y por tanto heredera del trono, al que Federico también aspiraba, una razón poderosa para intentar recuperar Jerusalén.

El inicio de la cruzada fue aplazada para 1227, pero en marzo de ese año falleció el papa y fue sucedido por el octogenario Gregorio IX. Poco después, Federico y su ejército partieron de Brindisi hacia Siria, pero una epidemia lo obligó a volver a Italia, lo que provocó la dispersión de las decenas de miles de cruzados. Esto le dio a Gregorio la excusa para excomulgar a Federico, por haber faltado a su compromiso y ocasionado grandes pérdidas.

Para contrariar al papa, el emperador excomulgado emprendió la nueva expedición en el verano de 1228, acompañado de 600 caballeros a bordo de 20 galeras. Previamente, había aceptado las propuestas del sultán Malek-Kamel (o al-Kamil) de que lo apoyase en su empresa de apoderarse de los Estados de su hermano Moadham.

El papa prohibió la VI Cruzada, señalando que el objetivo del 'anticristo' y 'servidor de Mahoma' era "raptar el reino de la Tierra Santa". Pero el emperador perseguía objetivos netamente políticos: obtener el título de rey de Jerusalén y crear el imperio 'mundial' de los Hohenstaufen.

Así, en septiembre de 1229, en Jaffa, Federico concertó un tratado de diez años con Malek-Kamel y le aseguró su ayuda contra todos sus enemigos. Por su parte el sultán egipcio concedió al emperador Jerusalén, Nazaret, Sidón y Torón (hoy Tibnin o Tebnini), no así la Cúpula de la Rosa, sagrada para el Islam, y la mezquita de Omán; formando una franja de territorio para los cristianos desde Acre hasta Jerusalén. Además, fueron firmados ventajosos contratos comerciales.

Llegada de Federico II a Tierra Santa en 1228.

Un mes después, Federico II (que había enviudado en 1228) entró en Jerusalén, sin más acompañamiento que los barones alemanes y los caballeros teutónicos, pues había sido despreciado por los caballeros de las órdenes militares, el clero y los fieles de la Tierra Santa por estar excomulgado y haber desobedecido al Papa.

El mismo Federico  tuvo que colocarse la corona de sus reyes, pues el clero católico se negó a realizar la ceremonia de coronación. Gregorio IX había decretado la interdicción sobre la Ciudad Santa y prohibido la celebración de oficios religiosos mientras permaneciera en ella el excomulgado emperador.

El Papa acusó a Federico II de haber traicionado al cristianismo y mandó sus tropas a invadir los dominios de Italia Meridional. El emperador regresó urgentemente a Italia y ofreció resistencia y venció a las fuerzas papales.

En 1230, de acuerdo a las cláusulas del tratado de paz de Saint-Germain, Gregorio IX levantó la excomunión de Federico, y al año siguiente ratificó todos los tratados celebrados por el emperador con los musulmanes, ordenando a todos sus prelados en Tierra Santa y a los caballeros templarios y hospitalarios a conservar la paz con Malek-Kamel.

El Tratado de paz fue una demostración de apertura y tolerancia de Federico II hacia los árabes y el Islam; y tuvo importancia mundial, ya que comprometió los intereses de oriente y de occidente y motivó un enorme aumento de los intercambios culturales y comerciales entre el levante y el poniente. Sin embargo, solo podría mantenerse mientras el sultán permaneciera vivo y Federico II fuera capaz de ejercer su influencia en Jerusalén.

El sultán Malek-Kamel y Federico II. El acuerdo entre ambos permitió a los cristianos recuperar Jerusalén por última vez.
La Sexta Cruzada fue un éxito: Jerusalén era una vez más cristiana y Federico II demostró que los estados cruzados se podrían mantener por otros medios que no fuesen militares.
Sin embargo, dejó atrás muchos problemas sin resolver: en las filas cruzadas había crueles divergencias entre cruzados, templarios y hospitalarios; los jefes de la cruzada regresaron a su patria; las fortificaciones de Jerusalén no se reconstruyeron, y la ciudad estaría a merced de los musulmanes, luego de la culminación de la tregua de diez años acordada.

En efecto, tras la partida de Federico II y el fin de la tregua entre cruzados y musulmanes, el reino de Jerusalén sería reconquistada por las fuerzas islámicas en 1244. En septiembre de ese año, el sultán egipcio Malek-Sadel, a la cabeza de diez mil guerreros ecuestres, tomó Jerusalén, mandó degollar a toda la población cristiana de la ciudad y derrotó a los cristianos y sus aliados –los sultanes de Edesa y Damasco- en la batalla de Gaza, devastando todo el país.

El Santo Sepulcro pasó así a poder de los musulmanes en forma definitiva.


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