jueves, 15 de febrero de 2018

Momias de animales del antiguo Egipto (I)

Envueltas en vendajes de lino y enterradas con reverencia, las momias de animales encierran pistas fascinantes sobre la vida y la muerte en el antiguo Egipto. Estas momias de animales se encontraron enterradas en distintos yacimientos de ese país.

En 1888, un agricultor egipcio que cavaba en la arena cerca de Istabl Antar descubrió una fosa común. Los cuerpos sepultados no eran humanos, sino felinos: cantidades asombrosas de antiguos gatos momificados y enterrados. Pocos estudiosos les prestaban atención, y en general su importancia pasaba inadvertida.

La egiptóloga Salima Ikram, especializada en zooarqueología explica que las momias de animales son parte importante de esos hallazgos. «Son en verdad manifestaciones de la vida cotidiana –dice. Animales de compañía, comida, muerte, religión… Abarcan todo lo que interesaba a los egipcios.» Ella tiene a su cargo el Museo Egipcio donde creó una galería para exponer la colección de momias de animales, que es una de las más visitadas.

Detrás de las vitrinas hay gatos amortajados con vendas de lino que forman rombos, franjas, cuadrados e intrincadas líneas cruzadas; musarañas en cajas de caliza tallada; carneros en sarcófagos dorados con adornos de cuentas; una gacela envuelta en papiro deshilachado; un cocodrilo de cinco metros enterrado con sus crías momificadas en la boca; ibis sagrados en fardos con aplicaciones; halcones; peces y hasta diminutos escarabajos junto a las bolas de estiércol que comían.

Algunos de esos animales fueron momificados para que los difuntos tuvieran compañía en la eternidad.  Más o menos a partir de 2950 a. C., los reyes de la I dinastía recibieron sepultura en sus complejos funerarios de Abydos acompañados de perros, leones y burros. Más de 2,500 años después, durante la XXX dinastía, un plebeyo llamado Hapi-men fue enterrado en Abydos con un perrito acurrucado a sus pies.

La gacela que una reina crió como mascota

Fue preparada para su viaje a la eternidad con el mismo esmero que recibiría un miembro de la familia real. Envuelta en delicados vendajes con ribetes azules y depositada en una caja de madera hecha a medida, acompañó a su dueña a la tumba hacia 945 a. C.

El babuino sagrado

Criado con todo mimo en un templo a lo largo de su vida, este babuino (mono catarrino) sagrado fue venerado tras su muerte en las catacumbas de Tuna el-Gebel. Los sacerdotes le oraban y hacían ofrendas en señal de adoración.

Un banquete real para el más allá

Las piezas de carne exhibidas en el Museo Egipcio de El Cairo se preparaban como banquete real para el más allá. Patos, piernas de buey, costillas, solomillos y hasta un rabo de toro fueron desecados en natrón, vendados con lino y guardados en una cesta para ser enterrados en la tumba de una reina.

Momias votivas

Cada una de ellas enterrada con una plegaria, son infinitamente variadas, pero no siempre son lo que parecen. Como este cocodrilo, que en realidad es una estafa porque en su interior no hay nada.
Culto al dios Thoth

Un fardo artesonado de lino contiene en su interior un ibis.

Una estafa embalsamada

Un ave de rapiña con aplicaciones en la cara en cuyo interior solo hay unos cuantos huesos.

Museo Provincial de Mallawi

Un ibis dorado de madera y bronce se exhibe en el Museo Provincial de Mallawi. Al parecer, rindió culto al dios Thoth en la cercana necrópolis de Tuna el-Gebel poco después de la conquista de Alejandro Magno en 332 a. C. Los griegos que vivieron en Egipto, y después los romanos, honoraban a las divinidades egipcias además de a sus dioses.

Salima Ikram

La arqueóloga retira con cuidado el fango seco e incrustado para sacar un ibis del jarrón de barro donde fue enterrado hace 2,700 años en Abydos. En aquella época, millones de ibis buscaban comida en las fértiles llanuras del Nilo. Se han hallado más momias de esta ave, símbolo del dios Tot, que de cualquier otro animal enterrado en los distintos centros sagrados de Egipto.

El templo de Khasekhemwy

Prosiguiendo un trabajo comenzado a finales del siglo XIX, los arqueólogos limpian de arena el único templo funerario que ha sobrevivido en el yacimiento. Esta estructura construida con ladrillos perteneció a Khasekhemwy, un gobernante de la II dinastía que murió hacia 2650 a. C. Posteriormente, los egipcios asociaron el lugar con la historia mítica del inicio de los tiempos, y en el primer milenio a. C se convirtió en un cementerio para momias votivas, que siguen apareciendo en las excavaciones actuales.

(Continúa)

Fuente: National Geographic

Museo Egipcio, El Cairo / Fotos: Richard Barnes

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