Bien por razones familiares, culturales o económicas, en pleno siglo XXI muchas niñas y adolescentes en diversas partes del mundo se ven, como si de mercancía se tratase, arrastradas hacia un matrimonio que nunca eligieron.
Las bodas infantiles se dan en cualquier continente, idioma, religión o clase social. Lo normal en la India es que las niñas se prometan a niños cuatro o cinco años mayores; en Yemen, Afganistán y otros países con tasas altas de matrimonios tempranos, los maridos pueden ser hombres jóvenes, viudos de mediana edad o secuestradores que violan primero y reclaman después a sus víctimas como esposas, como se hace en ciertas regiones de Etiopía.
Algunos de estos matrimonios son transacciones comerciales: una deuda saldada a cambio de una novia de 8 años, un conflicto familiar resuelto con la entrega de una virginal prima de 12 años. Cuando estos casos se difunden, escandalizan al mundo. El drama de Noyud Ali, una niña yemení de 10 años que se abrió paso sola hasta un tribunal urbano para pedir el divorcio de un hombre de treinta y tantos con el que su padre la había obligado a casarse, generó en 2008 titulares en todo el mundo, y después, un libro, traducido a 30 idiomas: Me llamo Noyud, tengo 10 años y estoy divorciada.
Pero en el seno de algunas de las comunidades en las que las bodas tempranas organizadas por los padres son una práctica común (en la comunidad de Rajani, por ejemplo), resulta más difícil determinar la naturaleza de los males que se causa a estas niñas. Su educación se ve truncada por el matrimonio y por los sistemas escolares rurales, ofrecen una escuela cercana solo hasta primaria.
La idea de que las jóvenes tienen derecho a elegir a sus parejas sigue considerándose en algunas partes como una locura absurda. En gran parte de la India, por ejemplo, la mayoría de los matrimonios son organizados por los padres. Consideran que un matrimonio es la unión de dos familias, no de dos individuos. Es una negociación de personas mayores, y no se deja en manos de jóvenes que siguen los impulsos de su corazón.
Tahani, 8 años
"Cada vez que lo veía, me escondía; odiaba verlo", recuerda Tahani (de rosa) sus primeros meses de matrimonio con Majed, cuando ella tenía 6 años y él, 25. Ahora de 9 años, posó para esta foto con su excompañera de clase Ghada, esposa niña también, a la puerta de su casa en Hajjah.
Sidaba y Galiyaah
Después de celebrar la fiesta nupcial con las mujeres de la familia, las novias yemeníes Sidaba y Galiyaah son conducidas a la que será su nueva vida junto a sus maridos. "Algunas muchachas rurales ven el matrimonio como una forma de escapar del control familiar", dice un activista de Sanaa.
Casadas y sin estudios
Jóvenes esposas de un pueblo del oeste de Yemen se mostraban tímidas y reservadas hasta que se tocó el tema de la educación. La mayoría de ellas, que se habían casado entre los 14 y 16 años, nunca asistieron a la escuela, pero todas afirmaron que aún esperaban poder acceder a una educación.
Madre a los 14
Asia, madre de 14 años, lava a su recién nacida en su casa de Hajjah mientras su otra hija de 2 años juega. Asia todavía sangra a raíz del parto, pero no sabe qué hacer para cuidarse ni tiene acceso a ese tipo de información.
Un paso al frente
Nujood Ali tenía 10 años cuando huyó de su marido, despótico y mucho mayor que ella, y tomó un taxi hasta el Palacio de Justicia de Sanaa, Yemen. Su valeroso acto junto a la batalla legal que protagonizó, la convirtió en una heroína internacional de la lucha por los derechos de la mujer. Divorciada en la actualidad, ha regresado a casa con su familia y asiste de nuevo a la escuela.
Impunidad medieval
En Kandahar, la policía Malalai Kakar detiene a un hombre que apuñaló a su mujer, de 15 años, por haberlo desobedecido. "Nada –dijo Kakar cuando le preguntaron qué le pasaría al marido–. Aquí los hombres son los reyes."
Secretos a voces
Mucho después de la medianoche despiertan a Rajani, una pequeña de 5 años, y su tío carga con ella para llevarla a su boda. El matrimonio infantil es ilegal en la India, por lo que suelen celebrarse de madrugada. Se convierten en un secreto que guarda toda la aldea.
Tradición y mercancía
Rajani y su novio apenas se miran entre sí mientras son casados ante el fuego sagrado. La tradición dicta que la joven novia viva en su casa hasta la pubertad, cuando mediante una segunda ceremonia será entregada a su marido.
Arrastrada a una nueva vida
Aunque el matrimonio temprano es habitual en su pequeña aldea nepalí, Surita, de 16 años, se lamenta al abandonar su hogar, protegida por la tradicional sombrilla nupcial y trasladada en un carro al pueblo de su nuevo marido.
Pequeña luchadora
Los padres de Sunil organizaron la boda de su hija cuando tenía 11 años, pero ella amenazó con denunciarlos a la policía en Rajastán, y cedieron. Ahora Sunil, de 13 años, sigue yendo a la escuela. "Estudiar le dará ventajas", dice su madre.
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