Violaciones, mutilación genital, represión, embarazo precoz... El estremecedor relato de nacer niña en muchas partes del planeta.
Sierra Leona es uno de los peores lugares del mundo para ser niña. En este país del África occidental, habitado por unos seis millones de personas, desgarrado por una cruenta guerra civil que duró más de una década y devastado por el ébola, el simple hecho de nacer niña se traduce en una vida de barreras y tradiciones que a menudo dan más valor a su cuerpo que a su mente.
La mayoría de las mujeres de Sierra Leona –el 90 % según Unicef– ha sido sometida a la (mutilación genital femenina (extirpación del clítoris), una práctica que las inicia en la vida adulta y supuestamente las hace más deseables para el matrimonio, pero que también es un método de represión sexual arraigado en su cultura.
Casi la mitad de las chicas se casan antes de los 18, y muchas quedan embarazadas mucho más jóvenes, a menudo en su segundo o tercer ciclo menstrual. Muchas son víctimas de la violencia sexual; las violaciones suelen quedar impunes. En 2013 más del 25 % de las sierraleonesas de entre 15 y 19 años estaban embarazadas o ya eran madres, una de las tasas de gestación más elevadas del mundo para esa franja de edad.
Y demasiadas mueren en el parto: es el porcentaje más alto del mundo, según estimaciones de la OMS y otras entidades internacionales. La mutilación genital femenina (MGF) puede elevar el riesgo de sufrir complicaciones obstétricas.
"Si vas a las provincias te encuentras con chicas de 13 años a 15 años, casadas y con sus bebés en brazos", dice Annie Mafinda, comadrona del Rainbo Center, que ayuda a víctimas de la violencia sexual en Freetown, capital de Sierra Leona. Las pacientes atendidas en este centro tienen entre 12 y 15 años.
Mutilación genital
Una niña es sometida a una mutilación genital durante una ceremonia colectiva celebrada en un colegio de Bandung, Indonesia. Según Unicef, al menos 200 millones de niñas y mujeres de unos 30 países –entre ellas alrededor de la mitad de las indonesias menores de 12 años– han sufrido la mutilación genital. La práctica sigue realizándose, y no siempre con las condiciones higiénicas adecuadas.
Sobrevivir a un ataque con ácido
Ritu Saini, de 21 años de edad (en primer plano), y Rupa, de 23, disfrutan de las lluvias del monzón en lo alto de un tejado de Agra, en la India. Ambas chicas sobrevivieron a ataques con ácido. Cientos de mujeres y niñas son rociadas con ácido en este país. Ritu, exjugadora de vóleibol, fue atacada por su primo. Tras diversas reconstrucciones quirúrgicas perdió su ojo izquierdo. Rupa fue agredida a los 15 años. La asociación Stop Acid Attacks aboga por el desarrollo de políticas destinadas a las supervivientes estos ataques.
Una ceremonia alternativa
Niñas de la aldea sierraleonesa de Masanga toman parte en ceremonias Bondo alternativas en las que se inician como mujeres adultas sin someterse a la MGF. Más de 600 niñas han participado en ellas desde 2010, y reciben educación gratuita garantizada por Masanga Assistance Education, una organización suiza sin ánimo de lucro. En la ceremonia participa una mujer que encarna el diablo del Bondo, una alta autoridad de esta sociedad secreta.
Vivir entre la basura
El vertedero de Ghazipur, un basurero de casi 30 hectáreas en Delhi, es el lugar que recorre Zarina, de 7 años, en busca de objetos que revender. Al igual que esta niña de la India, otras muchas en todo el mundo viven en la pobreza y apenas tienen acceso a la educación.
Ritual de preparación para el matrimonio
Elizabeth, de 19 años, y Rebecca, de 13, bailan en un ritual Bondo en Kabala, Siierra Leona. Esta ceremonia, que regula el paso de la niñez a la madurez y tradicionalmente incluye la MGF, vincula a las chicas a su comunidad y las prepara para el matrimonio. También busca restringir la sexualidad femenina, y causa daños físicos y psicológicos.
El riesgo de la falta de escolarización
Una adolescente descansa de su venta ambulante de baratijas en Mange Bureh, a orillas de un río en el que las chicas lavan y los chicos pescan. Las niñas que trabajan en las calles de Sierra Leona para contribuir a la economía familiar corren especial riesgo en un país donde los delitos contra ellas quedan impunes.
Expuestas a la violencia sexual
Aarti, de 9 años, se expone a la violencia sexual cuando vende flores en una calle de Delhi bajo la lluvia. Pese a los riesgos que corren, millones de niños de todo el mundo trabajan para llevar dinero a casa en vez de ir al colegio.
Matrimonios concertados
Los matrimonios concertados son habituales en Sierra Leona. Baby Seibureh, de 17 años, y Claude Seibureh, de 48, vecinos de Freetown, se casaron en plena crisis del ébola. Cuando nació su hijo Joseph, a la madre hubo que hacerle una cesárea.
Lucha contra la trata sexual
Rinki Kumari (en primer término) y Arti Kumari comparten un momento distendido en su habitación durante un receso de las clases que un centenar de niñas reciben en la escuela Kasturba Gandhi Balika Vidyalaya de Forbesganj, en la India, centro gestionado por Apne Aaap, una entidad benéfica cuya misión es poner fin a la trata sexual.
Fuente: National Geographic
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