viernes, 9 de febrero de 2018

Episodios de la Guerra Mundial - La propaganda sexual

Si bien el fuego real se encontraba en el campo de batalla, las fuerzas de los Aliados y de las potencias del Eje llevaron la contienda a cada rincón de sus países, donde el arma poco tenía que ver con las balas. De la mano de artistas y profesionales de la publicidad, la propaganda jugó un papel crucial a miles de kilómetros de la guerra.

Los pósteres se utilizaban para sacar el lado bélico de cualquier tema: desacreditar al enemigo y apoyar a los compatriotas que se jugaban el pellejo en el campo de batalla eran dos de sus funciones principales. Pero la propaganda también fue utilizada para pedir que la población donase chatarra para fabricar explosivos, para que los empleados de las fábricas se esforzaran en producir todo lo posible y hasta para que los ganaderos aumentaran la producción de leche.

En ese juego propagandístico en el que se dejaba claro que cualquier esfuerzo era poco para conseguir la victoria, las autoridades estadounidenses pedían a sus vigorosos soldados un sacrificio más: Debían evitar dejarse llevar por las hormonas y mantenerse alejados de las mujeres, por el bien de la patria.

Todo, para lograr la victoria. Cada esfuerzo sumaba y cada hombre sano era fundamental. La importancia de las mujeres y su papel en la guerra, como dejan claros algunos de estos carteles, era harina de otro costal.

 

Propaganda contra el asesino silencioso: las venéreas, peores que Hitler durante la II Guerra Mundial, comparadas en maldad con el mismísimo Adolf Hitler y tratadas como un verdadero problema por los yanquis, las mujeres también fueron vistas como enemigas de su ejército. ¿Disparatado? Eran los años 40 y las féminas llegaron a ser vistas como "sacos de problemas".

 

Cualquier mujer se convertía en una posible enemiga de la patria. Haciendo especial hincapié en las prostitutas, la propaganda yanqui atacó al género femenino ya que, "Ella puede parecer limpia, pero…"

 

El enemigo de los Estados Unidos no era, en realidad, el género femenino, sino las enfermedades venéreas. En tiempos de guerra, perder hombres por una enfermedad de transmisión sexual era un verdadero desperdicio. Así, esta campaña sobre el sexo logró sacar, en plena contienda,  el lado más misógino de la propaganda yanqui. 

Las mujeres, convertidas en meras puertas hacia la enfermedad, debían ser evitadas y fueron consideradas enemigas de los Estados Unidos, siendo comparadas con Hitler o el emperador Hirohito. Las venéreas (representadas como una mujer) eran "lo peor de los tres".

En algunos de estos carteles el género masculino también sufría, a su manera, la intensidad propagandística norteamericana, ya que en ciertas ocasiones (una minoría, en realidad), el hombre aparecía como un ser estúpido e infiel que se había metido en líos por compartir cama con quien no debía.

Así,  el soldado que caía rendido en los brazos de otra mujer o requería de los servicios de una prostituta mientras le esperaba su encantadora familia, se convertía en el estereotipo que protagonizaba la campaña propagandística contra las enfermedades venéreas.

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