sábado, 19 de agosto de 2017

Piolinadas

"Me olvidé decirte"

Un hombre y una mujer están estacionados en una calle secundaria a cierta distancia de la ciudad, haciendo lo que la gente suele hacer en carreteras secundarias a cierta distancia de la ciudad.

Cuando las cosas empiezan a ponerse calientes, la mujer detiene al tipo y le dice:

- Discúlpame, pero creo que debí decirte antes que en realidad soy una prostituta y cobro 20 dólares.

El tipo paga a regañadientes y continúan con lo que estaban haciendo. 

Cuando terminan, el tipo enciende un cigarrillo, se acomoda en el asiento del conductor y se pone a mirar por la ventana.

- ¿Por qué no me llevas a alguna parte? -pregunta la chica.

- Discúlpame, pero debería haberte dicho antes que en realidad soy un taxista y la tarifa de vuelta a la ciudad es de 25 dólares.

Segunda Opinión

Un médico y su esposa tuvieron una gran discusión durante el desayuno.

 Las cosas en el dormitorio no habían ido bien durante un tiempo, así que la pareja discutía sobre el tema.

- ¡Tú tampoco eres tan buena en la cama! -gritó el doctor y salió disparado al trabajo.

Comenzó su jornada de trabajo y no supo nada de su esposa.

A media mañana, decidió hacer las paces y llamó a casa. Después de muchas llamadas, su esposa cogió el teléfono.

- ¿Por qué tardaste en responder?

- Estaba en la cama.

- ¿Qué estabas haciendo en la cama tan tarde?

- Quería una segunda opinión.

Perros calientes

Dos monjas irlandesas llegan en un barco a Estados Unidos y una de ellas le dice a la otra: "He escuchado que la gente de este país come perros."

"Agggg…·", se quejó la monja, "pero si debemos vivir en América, debemos comportarnos como los americanos", responde.

Asintiendo enfáticamente, la madre superiora camina hacia el carro de perros y le pide al vendedor: "Dos perros, por favor."

El vendedor, encantado de atender y satisfacer el deseo de las monjas, les envuelve ambos perros calientes en papel aluminio y se los entrega en el mostrador. Emocionadas, las monjas se apresuran hacia una banca del parque y comienzan a desenvolver sus 'perros'.

La madre superiora es la primera en abrir el suyo. Ella comienza a ruborizarse y luego, mirándolo por un momento, se inclina hacia la otra monja y le susurra con cautela: "¿Qué parte te tocó a ti?"

En el dentista

Cierto día un caballero acude al dentista para que le extraigan un diente.

El dentista saca una aguja para ponerle la anestesia.

- De ninguna manera. Odio las agujas -dice el hombre.

El dentista saca la máscara de la anestesia, pero el hombre se opone inmediatamente:

- ¡No puedo soportar la este tipo de anestesia! La idea de tener la máscara en mi cara me asfixia.

 

El dentista entonces le pregunta al caballero si tiene alguna objeción para tomar una pastilla.

- No hay ningún problema -dice el hombre.

El dentista sale un instante m retorna y le ofrece al paciente:

- Aquí tiene una tableta de viagra… tómesela.

El caballero, totalmente perdido, dice con asombro: 

- Vaya, no sabía que el viagra funcionara como anestésico.

- No- le dice el dentista -es para que tenga algo duro al que agarrarse cuando le saque el diente. 

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