domingo, 27 de agosto de 2017

La ‘Abuelita’ de Lima

Al leer el titular, cualquier lector ha de pensar que nos estamos refiriendo a alguna destacada matrona, de las muchas que posee nuestra capital, que hicieron historia y nos dejaron algún importante legado para ejemplo de las futuras generaciones.

Pero no. El título se refiere a una campana, de las muchas que posee Lima y que alguna vez motivó al ilustre José Gálvez Barrenechea a referirse a nuestra capital como "ciudad de campanas y de campanillas".

Se trata, pues, de la muy poco conocida hoy -no así para los antiguos habitantes de esta villa- y que antaño solía 'llorar' con amargos dobles con ocasión de algún hecho que afectara los corazones y los llenara de tristeza y pesar.

Instalada en la Iglesia de San Pedro y bautizada como Agustina, la 'Abuelita' está considerada como la "más adornada y vibrante, la más artística y solemne, la más santa y la más rica" de este templo, que se caracteriza, precisamente, por tener las campanas "más sonoras, más venerables y más antiguas". (Una de ellas es la 'Grande', que pesa 100 quintales y cuya torre fue concluida después de ser colocada. Es la segunda en tamaño después de la 'Cantabria' de la Catedral de Lima.)

La aludida debe su nombre al hecho de ser la más antigua de todas: fue fundida en 1590, según consta en su parte frontal. Se ubica en la torre que forma esquina entre las calles De los Estudios (cuarta cuadra del jirón Ucayali) y Del Gato (cuarta de Azángaro).

(La primera se denominó así porque en ella funcionaba el Colegio -Estudio- de San Pablo, fundado por los padres jesuitas en 1581. Por ello, el actual templo, inaugurado el 31 de julio de 1638, con asistencia del virrey Conde de Chinchón y 160 religiosos jesuitas, llevaba el mismo nombre: San Pablo. Tras la expulsión de los jesuitas, en 1767, en tiempos del virrey Amat, la iglesia pasó a llamarse San Pedro.)

(La calle Del Gato debe su nombre a que en ella vivía un adinerado boticario llamado Francisco Álvarez del Gato, padre de quien formó, organizó y conservó los libros cedularios, o colección de reales cédulas, del Cabildo de Lima.)

 

La Abuelita está ubicada al centro de la indicada torre, flanqueada por otras dos más pequeñas, una de las cuales se observa desde la plazuela frente a la iglesia.

Crónicas de la época recuerdan las oportunidades en que la célebre campana 'lloró' juntamente con los habitantes de la ciudad: el 24 de agosto de 1617 por la muerte de Isabel Flores de Oliva, futura santa Rosa de Lima; el 3 de noviembre de 1639, por la del beato Martín de Porres; el 14 de julio de 1610, por la de Francisco Solano, el santo de Montilla; el Jueves Santo del 23 de marzo de 1616, por la del arzobispo Toribio de Mogrovejo; y el 18 de septiembre de 1649, por la del bienaventurado Juan Masías.

También elevó al cielo sus plegarias pidiendo el cese de los terremotos que asolaron nuestra capital y causaron sensibles pérdidas humanas y materiales el 27 de noviembre de 1630, el 20 de octubre de 1687 y el 28 de octubre de 1746.

Los antiguos cronistas atribuyen a un milagro el hecho que la Abuelita escapara de convertirse en arcabuz en 1594, cuando el virrey García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, dispuso que el bronce de las campanas fuese empleado para defender el puerto del Callao y armar los tres navíos que al mando de su cuñado Beltrán de la Cueva salieron al encuentro del pirata inglés Richard Hawkins, al que vencieron y apresaron en San Mateo.

Para suerte de San Pedro y de Lima toda, la Abuelita no se transformó en arma ni fue portadora de muerte.

Y sigue repicando y enviando sus mensajes de paz, amor y concordia.

Para ello fue concebida y fundida.


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