sábado, 18 de noviembre de 2017

Calles de Lima V

Calle Capón. (Cuadra 6 del jirón Ucayali)

 
Postal de la calle Capón a inicios del siglo XX. Portada de ingreso a Capón.

Esta calle era también una cuadra grande que abarcaba las actuales cuadras 6 y 7 del jirón Ucayali. Sin embargo, hoy se llama solamente Capón, a la comprendida entre Andahuaylas y Paruro. Refieran las crónicas que, en el siglo XVII, vivía en ella un cura de nombre Manuel Loayza, quien tenía como apodo 'Capón', lo que dio lugar a que esta calle se conociera con el apodo del mencionado sacerdote desde el siglo XVII, es decir unos 200 años antes de que llegara el primer chino al Perú.

La versión más confiable la ofrece Luis Antonio Eguiguren en su libro 'Las calles de Lima' (1945). Según dice, Manuel Loayza no era cura sino un caballero que se casó con María de los Reyes. Ambos, en sociedad con el capitán Juan de Villegas (hermano de Micaela Villegas, La Perricholi), se dedicaron a vender, hacia 1791, en esta calle capones y cerdos. De allí el nombre de la calle. Luego, la calle Capón se dividió en dos, Primera y Segunda Capón, cuando, en 1911, el alcalde de Lima Guillermo Billinghurst formó la calle que hoy lleva su apellido, al abrir el famoso Callejón Otaiza, un lugar hacinado y sucio donde vivían chinos.

('capón' se denominaba al pollo campero o de corral, de carne más fina y con mayor peso que los pollos de corral normales. Se le llamaba así porque se le castraba antes de su engorde -a los cuatro meses-, y su aspecto era muy característico: sin cresta, pues se las cortaban; sobrealimentado y sacrificado con un peso de 3 a 3.5 kilos, por lo que en algunos hogares formaba parte de los platos típicos de Navidad.

Un dato adicional: el nombre completo del Loayza era Manuel Artero de Loayza, quien fungió de cantor de la capilla de música de la Catedral durante la segunda mitad del XVII, llegando en sus últimos años de vida a formar parte del cuerpo de canónigos del mismo (donde fue protagonista de alguno que otro escándalo). Su sobrenombre de 'capón' se debía a que era un cantor castrado, que en la época se denominaba así. Documentos que acreditan su condición de tal se encuentran en el Archivo del Cabildo Metropolitano y del Arzobispado de Lima. El historiador Guillermo Lohmann identificó un poema satírico de Caviedes donde este singular personaje aparece descrito.

Calle de La Manita. (Primera cuadra de la avenida Tacna)

     

Primera cuadra de avenida Tacna: ayer y hoy.

La avenida Tacna es una de las principales de Lima, que determina el margen oeste del llamado Damero de Pizarro en el centro histórico de Lima. Su recorrido de norte a sur ocupa siete cuadras e inicia en el puente Santa Rosa (llamado así por la cercanía de la antigua casa de Santa Rosa de Lima), que cruza el río Rímac. La construcción del puente y la consiguiente ampliación de la avenida hacia el distrito del Rímac obligó a cortar en dos el antiguo monasterio de Las Nazarenas. Como todos los jirones de Lima antigua cada una de sus calles tenía un nombre propio. La primera se llamaba de La Manita.

Según una tradición de Ricardo Palma, obedecía a que en esa cuadra se había colocado un farolillo con una vela que era encendida cada noche. Cuando se rompió uno de los cristales, el encargado de encender la vela la reemplazó por una hoja de papel, del cual se desprendió un trozo. Este, agitado por el viento y la luz de la vela reflejaba sobre la pared sombras caprichosas. No faltó quien viera una mano que se agitaba y llamaba a los asustados transeúntes. Otros veían una mano peluda y hasta con garras, lo que hizo que se pensara que el diablo andaba suelto y haciendo de las suyas, por lo que pocos se atrevían a cruzar por el lugar de noche. La cosa es que así quedó bautizada la antigua calle.  

La otra calle de La Manito. (Cuadra 4 del jirón Jauja)

 

Ventana de la calle de La Manito frente al Convento de Santa Clara.

En esta calle, frente al Convento de Santa Clara, en Barrios Altos, vivía un señor viudo, con su hija soltera de aproximadamente 28 años. Ella casi nunca salía por temor a su padre. Cuando se iba a trabajar, su padre cerraba la puerta de su casa con dos candados. La única distracción de la joven era subirse a un banco y mirar la calle por una ventana alta. Una vecina del lugar contó al padre de la chica la amistad que esta tenía con un muchacho a través de la ventana. Enojado, el padre llegó un día temprano (normalmente venia de noche) y se encontró con el muchacho, subido a una escalera, conversando con su hija. De inmediato, lo hizo bajar y lo hizo pasar a su casa donde tuvieron una larga conversación. En ella el joven confesó que estaba enamorado de la joven desde hacía varios meses y le pidió autorización para casarse con ella. Tras escucharlo, el joven fue botado a patadas, y la joven quedó triste y asustada. Pasaron los meses y ella seguía sacando su mano pensando en su amigo. Al ver a su hija desalentada y sin ganas de comer, un día el padre la recriminó y golpeó con fuerza a la joven. Ella cayó al suelo inconsciente. Él la llevó al hospital, pero ya la joven había muerto en el camino. El incidente histórico quedó registrado en el puesto policial de la entonces Segunda Comisaria del lugar. Cuentan las personas que en las madrugadas por la ventana aparece una mano que los llama. ¿Se animan a comprobar este hecho?

 

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