… pero no los entiendo
Yo no entiendo a la gente grande: porque tapan la luz del Sol; quitan las flores de las plantas para dejarlas marchitar en un jarrón, y enjaulan a los pajaritos. Porque pintan todas las cosas de gris y han llenado el cielo de antenas y chimeneas. Porque se creen importantes por el solo hecho de ser grande. Porque no me dejan caminar descalzo, ni chapotear en la lluvia. Porque me compran juguetes y no quieren que los use porque se rompen. Porque le han puesto nombre difícil a las cosas sencillas. Porque quieren empleos importantes y pasan la vida sentados en una silla.
Yo no entiendo a la gente grande. Porque no sienten el placer de perder el tiempo mirando alrededor, y son incapaces de dar vueltas en un carrusel. Porque cuando me porto mal me amenazan con una inyección, pero cuando me enfermo, me dicen que una inyección me va a poner bien. Porque quieren que coma con horarios y no cuando tengo hambre. Porque cuando pregunto algo no me contestan, porque soy muy chico; y cuando pido un chupete, me dicen que soy un grandulón. Porque siempre se hacen los lindos o serios. Porque dicen mentiras y ellos mismos no se las creen. Porque cada vez que mienten me doy cuenta y sufro mucho.
Yo no entiendo a los grandes. Porque me dicen miedoso y me hablan de cuco y fantasmas. Porque me piden que sea bueno y me regalan para jugar revólveres, dardos, flechas y escopetas. Porque han llenado la casa de cristales, porcelanas y cosas que se rompen y ahora resulta que no puedo tocar lo que veo. Porque perdieron las ganas de correr y saltar. Porque olvidaron las cosas que tanto les gustaba cuando chicos.
Porque antes de reírse le piden permiso al reloj. Porque cuando hago algo malo, me dicen: "No te quiero más", y tengo miedo de que me dejen de querer en serio.
Mis manos son pequeñas y por eso se me derrama la leche. Mis piernas son cortas, por favor, espérame y camina más despacio, así no puedo andar contigo. No me pegues en las manos cuando toco algo lindo y de color brillante. Por favor, mírame cuando te hablo. Si es que me estás escuchando. No me regañes todo el día... Déjame equivocarme sin hacerme sentir estúpido… No esperes que el dibujo que pinte sea perfecto... Ámame por haber tratado de hacerlo bien... Recuerda que soy un niño, no un adulto pequeño...
A veces no entiendo lo que me dices. Te quiero tanto... por favor, ámame por lo que soy, no por las cosas que hago. No me rechaces cuando estés molesta conmigo y venga a darte un beso... Me siento solo, abandonado y con miedo. Cuando me gritas, me asusto... Por favor, explícame qué he hecho. No te enfades cuando en la noche las sombras y la oscuridad me den miedo, y me despierto y te llamo. Tu abrazo es lo único que me devuelve la paz.
Cuando vamos a las tiendas no sueltes mi mano. Temo perderme y que no me encuentres jamás. Me siento muy triste cuando papá y tú discuten... A veces pienso que es por culpa mía y se me encoge él estómago y no sé qué hacer. Muchas veces veo que abrazas y acaricias a mi hermano...
Me regañaste cuando rompí mi juguete favorito y me eché a llorar; yo estaba más triste y peor que tú... no lo hice a propósito y me quedé sin ti. Te molestaste porque me ensucié jugando... Pero la sensación del barro en mis pies era tan rica y la tarde tan linda...
Hoy te sentiste mal y yo me preocupé mucho. Traté de entretenerte con mis juegos y me dieron un par de nalgadas y me sacaron de tu lado... Me fui a un rincón a llorar... ¿Qué haría yo si tú te murieras?
Me meten miedo con el infierno y no sé lo que es... Debe ser algo tan terrible como estar sin ti. Aunque me dejaron con los tíos y la pasé bien, les eché mucho de menos toda la semana... Ojalá no hubiera vacaciones para los papás.
Tengo mucha suerte entre todos los niños que hay en el mundo, porque... Ustedes me escogieron a mí
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