CuatroBocas: Calles de la Lima II

Calles de la Lima II

Calle de Coca. (Cuadra 4 del jirón Carabaya)

Debido tal vez a doña Francisca de Coca, cuñada del virrey Conde de Salvatierra; o en honor del alcalde del Callao de 1603, el capitán de infantería Francisco Gutiérrez de Coca. La Casa Coca está signada con el número 474 y data de 1650. El nombre de la calle no tiene, pues, relación alguna con la planta indígena de ese nombre.

Calles de la Coca y Bodegones.

Calle de Bodegones (Cuadra 3 del jirón Carabaya)

Se la denominó así porque hubo en ella varios establecimientos de depósito de comestibles y mercaderías. Una relación de la ciudad de 1630 decía: "Está toda la ciudad cargada de bodegas de vino, aceite y aguardiente; otras, llenas de miel, azúcar, trigo y maíz; tiene más de veinte tiendas en que se trajinan cordellates y jergas; hay más de veinte bodegones o casas de guía donde se da de comer."

Calle De los Estudios (Cuadra 4 del jirón Ucayali)

Se denominó así porque en ella funcionaba el Colegio-Estudio de San Pablo, fundado por los padres jesuitas en 1581. Por ello, el actual templo, inaugurado el 31 de julio de 1638, llevaba el mismo nombre: San Pablo. Tras la expulsión de los jesuitas, en 1767, en tiempos del virrey Amat, la iglesia pasó a llamarse San Pedro.

Iglesia de San Pedro. Escuela de Bellas Artes (calle Colegio Real).

Calle Colegio Real. (Cuadra 6 del jirón Áncash)

En ella se encontraba el local del Colegio Real de San Felipe, fundado por el Virrey García Hurtado de Mendoza, en 1592. Su edificación la inició el virrey Francisco de Toledo. Luego de la expulsión de los Jesuitas, en él se fundó el Convictorio de San Carlos. El local pasó luego a ser cuartel del ejército, más tarde Escuela de Artes y posteriormente oficinas del Estado Mayor del Ejército donde, según Jorge 'El Cumpa' Donayre, Felipe Pinglo trabajó como secretario. Estuvo abandonado por algunos años y después funcionó una dependencia de la Universidad de San Marcos. El inmueble está ubicado frente a la Escuela Nacional de Bellas Artes. También se le conoció como Calle de las Amparadas o Calle de las Recogidas.

Calle de Maravillas. (Cuadra 12 del jirón Áncash)

Debe su nombre a la portada de Maravillas de las Murallas de Lima que se encontraba al final de esta larga calle y conducía a los cementerios. En esa portada se ubicaba la Iglesia del Santo Cristo de las Maravillas, en la esquina con Sebastián Lorente. Durante los siglos XVII y XVIII se fundaron varios monasterios en esta vía. En 1808, fuera de la portada de Maravillas (donde la calle terminaba, en la esquina con Sebastián Lorente) se construyó el Cementerio Presbítero Maestro, primer cementerio general de Lima. En 1862, al adoptarse una nueva nomenclatura urbana, la vía fue bautizada como jirón Áncash, en honor al departamento del mismo nombre.

Portada de Maravillas. Iglesia del Santo Cristo de Maravillas.

Calle de siete jeringas. (Cuadra 8 de Antonio Miró Quesada -antes Lima y hoy Santa Rosa-)

Localizada entre los jirones Paruro y Huanta, se dice que ella vivía un curandero apodado 'Ño Siete Jeringas', un curandero negro que con ese método sanó a un apuñalado. Otra versión refiere que una comadrona del barrio atendió a una residente que sufría una obstrucción intestinal que le impedía defecar. Le aplicó, una tras otras, lavativas conocidas como 'Jeringas de peltre', que contenían gran cantidad de agua, y fue la séptima la que hizo efecto y 'destapó' a la paciente. Al cundir la noticia los vecinos bautizaron la calle con el nombre 'Siete jeringas'.

Calle de la Buena Muerte. (Cuadra 8 del jirón Áncash)

Hacia principios del siglo XVII vivía por este lugar un eclesiástico llamado Antonio Velarde y Bustamante, el cual cedió las casas y un callejón que allí poseía sobre los que se edificó una capilla a la que se dio el título de Nuestra Señora de la Buena Muerte, dedicada a auxiliar espiritualmente a quienes de hallaban en trance de fallecimiento. Estas instituciones piadosas de Padres Agonizantes fueron fundadas por San camilo de Lelis y las introdujo en España Fray Juan Miguel de Monserrat en 1639. La capilla se transformó en el Convento de la Buena Muerte, de padres camilos.