Con su libro 'Sexo en el antiguo Perú', el arqueólogo Federico Kauffman Doig ha reavivado el debate en torno al comportamiento y las creencias sexuales de los antiguos peruanos; en particular, sobre si practicaban alguna forma de control de la natalidad.
En primer lugar, y de acuerdo con diversos estudios, habría que recordar que los incas sabían que la concepción de un nuevo ser era consecuencia de las relaciones sexuales, es decir, conocían la relación causa-efecto entre el acto sexual y la concepción.
Esta aseveración se desprende de la importancia que daban al semen. Al respecto, el cronista Martín de Murúa explica que entre las normas que regían la vida social en el incario, algunas se referían a este punto. Una de ellas prescribía: "Los que derramen la simiente genital, sean echados del pueblo por un mes; al principio del otro mes, vuelvan al pueblo".
También disponía: "Que el hechicero haga sacrificio por él y por los que durmiendo hubiesen hecho lo mismo, primero entren desnudos en agua fría y se laven".
Otro cronista, Fernando de Montesinos, anota otras creencias incas sobre la concepción: "Para el aumento de los vivientes, destruidos por las pestes y hambres pasados, se case él y a su ejemplo los demás, poniendo penas gravísimas a los que pierdan el semen humano".
Evidentemente, esos reglamentos estaban destinados a reprimir a los hombres que se masturbaban. Para recordar al pueblo esta prohibición, parece que las autoridades incas recurrían a los huacos. En estos, como dice Kauffman, el que se masturbaba era representado como un ser cadavérico, recostado, lacerado por heridas y con el pene flácido.
Respecto al control de la natalidad, las evidencias parecen demostrar que dos mil años antes que el japonés Ogino y el alemán Knaus inventaran el método rítmico del control natal mediante la abstinencia sexual durante los días fértiles de la mujer, los pueblos prehispánicos ya tenían su propio método: el coito anal y el fellatio, sexo oral o irrumación.
Esa es la opinión del doctor Larco Hoyle en su libro 'Checán', un ensayo sobre las representaciones de carácter sexual (mal llamados huacos eróticos) del Perú precolombino.
Hoyle advierte que el coito contra natura y el fellatio aparecen con mucha frecuencia en los huacos, especialmente los de la costa norte peruana, es decir, entre los moches. El estudio de esas piezas y su significado en la vida sexual de los antiguos peruanos, hizo que Larco llegara a la conclusión de que se empleaban para evitar la fecundación.
Para Kauffman Doig, existe también la presunción de que los moches utilizaban tripas de llama como preservativos, aunque no existen pruebas de tal afirmación.
Sin embargo, otra versión sostiene que el coito anal está relacionado con la protección del recién nacido: los incas creían que si la mujer salía embarazada durante el período de lactancia, disminuía la calidad de la leche materna, perjudicando al lactante. Parece también que existían otros factores para la prohibición de las relaciones sexuales, ya que aquella se hacía extensiva al período de gestación previa a la lactancia.
Kauffman y su colega Luis Jaime Castillo coinciden en que el sexo era practicado también como una extensión de las creencias religiosas, y asociaba la unión de los dos sexos a la fertilidad de la tierra, los animales y las plantas. Así, cuando alguien moría, se practicaba la abstinencia sexual, el coito anal o la irrumación. Además, para los incas la mujer era como la Pachamama que para ser fértil necesitaba del dios macho de la lluvia, que la fecundaba con el agua. Producida la 'cosecha' (procreación), se iniciaba un período de abstinencia.
Aparte de lo señalado, se tiene conocimiento que los indios usaban hierbas tanto para aumentar la fertilidad como para anularla. En los primeros años de la Colonia, en 1548, Polo de Ondegardo escribió: "Varones y mujeres hacen otras diferentes supersticiones; usan hierbas y otras cosas, creyendo que tendrán efecto en la generación y causarán la esterilidad".
Entre esas hierbas debe haber figurado la mallunhua, que aún es empleada en algunos lugares. Los nativos de la selva recurren al sacha ajo, producto vegetal que resulta sumamente eficaz como abortivo. Y existen decenas de plantas más.
Lo que demuestra que, respecto al sexo, los incas tenían también su propia sabiduría.
Publicado en el diario oficial El Peruano el sábado 21-01.2018
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