miércoles, 27 de septiembre de 2017

Propiedades terapéuticas de la marihuana II


Poco a poco va creciendo la cantidad de países que se muestran menos reacios a la utilización legal de la marihuana y más abiertos a la posibilidad de usarla con intenciones medicinales.

A este último respecto, muchas investigaciones científicas han demostrado que la marihuana puede tener propiedades curativas si es suministrada en cantidades adecuadas, pues contiene dos químicos que son los responsables de sus efectos curativos: el canabidiol (CBD) que impacta en el cerebro sin alterar su comportamiento y el tetrahidrocannabinol (THC), principal constituyente psicoactivo del cannabis, que contribuye a aliviar el dolor.

Más allá de todo tipo de discusiones políticas o de derechos de los usuarios, la cannabis como medicamento puede aportar (e incluso cambiar) el rumbo del debate público sobre su legalización. La ciencia médica podría beneficiarse enormemente como en estos ejemplos:

Puede detener el avance del VIH en el cuerpo. Se ha comprobado que el THC impidió el avance de VIH en simios. Los simios que recibieron dosis de THC tuvieron, además, niveles más altos de células saludables.

Retrasa el avance del Alzheimer. Un estudio del 2006 mostró que la marihuana puede bloquear la enzima responsable del avance del Alzheimer, además de prevenir que los coágulos de proteína inhiban la atención y la memoria.

Retrasa el avance de células cancerígenas. Un estudio del 2012 encontró que un compuesto de marihuana puede detener la metástasis en algunos tipos de cáncer agresivo. También se encontró que ciertos cannabinoides no psicoactivos provocaron el cese simultáneo del avance de las células cancerígenas de leucemia en todas las fases del ciclo de la célula. Médicos del Reino Unido ya usan compuestos hechos de marihuana para eliminar células cancerígenas en pacientes de leucemia.

Excelente analgésico. Las propiedades antiinflamatorias de la marihuana han probado ser efectivas en casos de esclerosis múltiple, artritis reumatoide y migraña. Sus efectos son cientos de veces más poderosos que los de una aspirina.

Puede prevenir o ayudar a tratar la adicción a opiáceos. En efecto, además de hacer lo mismo (pero mejor), puede aliviar la adicción o la dependencia a medicamentos basados en opiáceos, sin incluir sus cualidades adictivas.

Puede combatir la depresión y la ansiedad. Un estudio del 2005 demostró que aquellos que consumen marihuana ocasionalmente o incluso a diario tienen niveles más bajos en síntomas depresivos que aquellos que nunca han probado la marihuana. En dosis pequeñas incluso pueden aliviar algunos síntomas de ansiedad.

Ayuda a tratar la epilepsia y el síndrome de Tourette. La FDA de Estados Unidos autorizó el uso de marihuana para investigar un tratamiento para epilepsia infantil. Otra investigación mostró que alivia los síntomas del síndrome de Tourette.

(El síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico heredado con inicio en la infancia, caracterizado por múltiples tics físicos (motores) y vocales (fónicos). Estos tics característicamente aumentan y disminuyen; se pueden suprimir temporalmente, y son precedidos por un impulso premonitorio. El síndrome de Tourette se define como parte de un espectro de trastornos por tics, que incluye tics transitorios y crónicos. Se consideraba un raro y extraño síndrome, a menudo asociado con la exclamación de palabras obscenas o comentarios socialmente inapropiados y despectivos (coprolalia), pero este síntoma está presente solo en una pequeña minoría de afectados.)

Tiene propiedades neuroprotectoras. Las cualidades neuroprotectoras de la marihuana pueden limitar el daño neuronal luego de sufrir un infarto o un golpe severo en la cabeza.

Puede prevenir la ceguera provocada por glaucoma. Al reducir la presión al interior del ojo, la cannabis previene la ceguera de pacientes de glaucoma. Estos pueden beneficiarse de esta propiedad consumiendo marihuana de manera oral, intravenosa y por inhalación.

Está asociada a niveles menores de insulina en diabéticos. Un estudio realizado en Harvard entre 2005 y 2010 encontró que los usuarios de marihuana metabolizaban mejor los carbohidratos que los no usuarios, lo que provocó que sus niveles de insulina se mantuvieran en un 16 % menor a los de alguien que nunca hubiera usado marihuana, además de ayudar a reducir la resistencia a la insulina en 17 %.

Es un poderoso afrodisíaco. No solo permite ampliar el espectro sensorial mientras se tiene relaciones sexuales, sino que permite relajarse y producir un mejor flujo de sangre, en un momento en que se necesita que la irrigación sanguínea sea óptima, además de promover la liberación de oxitocina.

Un poco de historia

A pesar de los escasos datos sobre la historia de la cannabis sativa, algunos investigadores estiman que el primer contacto con la planta tuvo lugar hace más de 10,000 años en zonas del norte de Asia, con especial relevancia en las proximidades del Himalaya y del actual Kazajstán. Los arqueólogos chinos aseguran que el cáñamo fue una de las primeras plantas cultivadas a propósito por el ser humano, ya que servía especialmente para la producción de fibra, combustible y material para la construcción.

Se dice que la planta es originaria de Persia y del norte de la India, aunque actualmente se ha naturalizado en muchos países de Europa, el norte de África y zonas cálidas de América. De manera general, se reconocen tres tipos de variedades, pero parece con diferencias como tales: la gran diferencia es que las especies tropicales tienen unos efectos más potentes que las demás.

En el 2000 a. C. los pueblos de Asia central utilizaban la marihuana o el cáñamo para confeccionar tejidos y como recreativo. Hay datos históricos pintorescos e interesantes, como que el vocablo asesino 'hachís' deriva de los 'hashishins', una secta sanguinaria de bandoleros persa que usaba la marihuana para sus rituales.

Teniendo en cuenta que el cáñamo es uno de los cultivos agrícolas más antiguos del planeta, no es de extrañar que todavía haya culturas que lo recuerden incluso en sus escudos. Cuesta imaginar qué hubiera sido de muchas travesías, descubrimientos y momentos destacados de la historia sin la presencia de la fibra del cannabis. Se empleó, por ejemplo, en la confección de las velas y los cabos utilizados en las naves que llevaron a Cristóbal Colón hasta América y en los documentos y la bandera con la que los estadounidenses declararon su independencia.

En España fue durante varios siglos la base de una importante industria dedicada a la fabricación de materiales de pesca que poco a poco ha ido sido reemplazada por la fibra sintética y ya solo ha quedado como algo testimonial.

Japón tiene una larga tradición ligada a la marihuana y hoy vuelve a florecer con base en la cultura y los mitos heredados de sus ancestros. Junichi Takayasu decidió levantar un museo sobre su historia en la cultura nipona, cuya influencia va desde la ropa y las armas hasta los aspectos más espirituales de las primeras tribus de Japón. Pero lo que motivó a este entusiasta a investigar sobre el mundo nipón cannábico fue un libro que leyó de pequeño, donde se mostraba cómo los ninjas entrenaban saltando sobre las plantas de cannabis.

 

Sembrío de cannabis en los Himalayas indios. Aldeana con un atado de ganja.

En los Himalayas de India hay pequeñas aldeas que prosperan con el cultivo del cannabis.

En una de ellas, acunada en una montaña a 2,700 m de altura, la ganja (nombre que recibe la marihuana) crece salvaje, y es casi imposible detener su cultivo ilegal.

Después de cosechar cannabis, los campesinos se pasan horas frotando, lentamente, la resina de las hojas para obtener un tipo de hachís llamado charas, considerado el mejor del mundo. Un gramo puede costar hasta 20 dólares en Occidente. Aunque el cannabis es ilegal en India, la necesidad económica ha orillado a muchos aldeanos a producir charas.

 

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