miércoles, 6 de septiembre de 2017

El descontrolado ‘control natural’

En alguna publicación, que no recordamos si se trató de un diario, una revista o un libro -que para el caso es lo menos relevante- leímos alguna vez que los fenómenos naturales, los conflictos internacionales, las enfermedades pandémicas y los accidentes aéreos, marítimos y terrestres, entre otras causas de muertes masivas, constituirían una forma 'natural' de control de la explosión demográfica mundial.

(Salvando las distancias, una especie de selección natural de las especies, pero violenta y basado únicamente en la mala o buena suerte de las víctimas y de los sobrevivientes, y no en su capacidad natural de sobre o supervivencia.)

Es decir, terremotos, inundaciones, huracanes, tifones; guerras, revoluciones, rebeliones, acciones guerrilleras, atentados; accidentes aéreos, hundimiento de embarcaciones; choques, volcaduras y atropellos vehiculares, etc., solo serían la forma -o formas- de evitar la superpoblación de nuestro planeta.

 

A decir del autor de la especie -que tampoco nos preocupa quién fue- se trataría de una forma que tiene la Tierra para 'curarse en salud' y evitar que falte espacio o alimentos para todos o se vean imposibilitados de satisfacer sus necesidades primarias debido a la excesiva demanda.

De aceptar esa teoría, tendríamos que aceptar también que el huracán que azota las costas de Estados Unidos, el terremoto de Turquía, los atentados en contra las torres gemelas en EE. UU., en Moscú, España, París, etc.; las acciones guerrilleras en diversos países del mundo, y las matanzas en África, entre otros, solo tienen por finalidad 'controlar' la población mundial; ergo, nada podremos hacer para evitar sus consecuencias ni prevenirlas.

A esa razón obedecería, según el mismo autor de la hipótesis que comentamos, las pestes que azotaron el planeta durante el siglo pasado, y, en el siglo que está por terminar, las dos guerras mundiales, la revolución mexicana, la revolución bolchevique rusa, la guerra civil española, la guerra de Viet Nam, los conflictos en el Medio Oriente, la revolución cubana, y otros.

Paralelamente, Somoza en Nicaragua; Trujillo en Santo Domingo; Papa Doc en Haití; Batista en Cuba; Pinochet en Chile, y Videla en Argentina, para citar algunos, habrían respondido, pues, a esa inevitable ley natural de control de la excesiva población en sus respectivos países.

Teniendo siempre en cuenta la misma teoría, podríamos tener la respuesta a por qué apenas controlada la limpieza étnica en Kosovo, apareciera de inmediato la matanza de independentistas en Timor, sin olvidar la permanente lucha en tutsis y hutus en Ruanda o los conflictos internos en Angola; y que mientras Centro América y el Caribe son azotados por huracanes, en Sudamérica y en varias regiones de Europa, tenemos que soportar el cíclico fenómeno de 'El Niño' y su gravísima secuela de muertos y desaparecidos.

   

¿'Controladores' de la explosión demográfica?

Se explicaría también las acciones guerrilleras, terroristas y paramilitares en Colombia o las del IRA en Irlanda; los atentados cometidos por el Estado Islámico o los del terrorismo senderista en el Perú, que nos habrían 'librado' de tener que albergar y alimentar a 70 mil compatriotas nuestros; o, desde otro punto de mira, los huracanes que cada año azotan la zona del Caribe y las costas de EE. UU. y México, y los tifones en China, etcétera.

No habría que extrañarnos tampoco los periódicos terremotos que azotan diferentes países superpoblados, como China, donde los muertos no bajan de 200 mil en cada oportunidad; ni los choques de trenes en la India o el hundimiento de barcazas en Filipinas, que en cada caso ocasiona la muerte de no menos de 100 personas.

Ni qué decir de las enfermedades hasta hoy incurables -sin olvidar a las otras- que causan millones de muertos en todo el orbe, caso de la tuberculosis, el cólera, el paludismo, el cáncer, las enfermedades del corazón y el terrible sida que avanza a pasos agigantados.

Nos preguntamos si los choferes peruanos también cumplen un papel -con bastante entusiasmo, por lo visto- en el cumplimiento de esta 'ley natural', dada la cantidad de muertos que cada día ocasionan en nuestras calzadas y carreteras: un promedio de 3,500 cada doce meses.

Si tenemos en cuenta que hoy nuestro planeta está poblado por más de 7,000 millones de habitantes, la séptima parte de los cuales vivimos en nuestro continente, cabría preguntarse cuántos seríamos si no se hubieran producido, ni se siguieran produciendo, esas muertes masivas.

Si alguien se diera el trabajo de contar y sumar todos los que en el presente siglo han muerto prematuramente por causas no naturales (de vejez, por ejemplo), y en cuántos más se hubieran multiplicado de haber tenido la oportunidad de reproducirse; es decir, en cuánto habría aumentado el número de terrícolas en la actualidad, quizás nos pueda dar más de una sorpresa.

Por nuestra parte, no quisiéramos ni pensarlo.

Inquietud:

¿Se imaginan en cuánto habría aumentado la actual población de los siguientes diez países más poblados del mundo, si no ocurrieran los fenómenos descritos?

Los 10 países más poblados del mundo (2017)

China: 1,380'996,000

India: 1,331'793,000

Estados Unidos: 325'318,000

Indonesia: 260'238,000

Brasil: 207'012,000

Pakistán: 201'576,000

Nigeria: 191'182,000

Bangladés: 162'039,000

Rusia: 146'823,000

Japón: 126'905,000

Los 10 países más poblados de América (2017)

Estados Unidos: 325'318,000

Brasil: 207'012,000

México: 122'916,000

Colombia: 49'067,000

Argentina: 43'823,000

Canadá: 36'477,000

Perú: 31'660,000

Venezuela: 31'236,000

Chile: 18'286,000

Guatemala: 16'896,000


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