viernes, 8 de septiembre de 2017

Piqueo semanal

Jugada cantada

No padecemos del complejo de Adán ni nos consideramos descubridores de la pólvora. Lo decimos porque en nuestros dos 'piqueos' anteriores habíamos advertido que la interpelación a la ministra de Educación era un eufemismo y una propuesta dirigida únicamente a 'guardar las formas' para luego censurarla sí o sí. Los hechos nos confirman la premonición. En la sesión convocada para que ella respondiera al pliego interpelatorio de 49 preguntas la mayoría de congresistas, con su presidente a cabeza, brillaban por su ausencia.  A nadie le interesaba las explicaciones que Marilú Martens se esforzaba en dar porque la decisión ya está tomada. La censura se viene como por un tubo.

La misma historia

Tan patente era el desinterés de los congresistas que la sesión tuvo que ser suspendida porque en el hemiciclo ('hemicirco', como diría Sofocleto) solo se encontraban 46 congresistas cuando la ministra había respondido las primeras 32 preguntas. Y los que permanecían en sus curules estaban dedicados a tuitear y lanzar mensajes pidiendo la renuncia de la ministra. Al diablo con lo que ella diga o explique. Debe irse a su casa porque así lo ha decidido ya la bancada fujimorista, en una muestra más de la fuerza que la da su aplastante mayoría. Lo mismo ocurrió cuando se interpeló a su antecesor, Jaime Saavedra, para luego ser censurado sin atender ni analizar sus explicaciones.

La mejor respuesta

De otro lado, nadie se explica por y para qué se pierde el tiempo en una interpelación a todas luces de carácter eminentemente político con preguntas fuera de toda lógica, algunas insolentes y agraviantes, como lo han señalado los editoriales de diversos medios. Por nuestra parte consideramos que a preguntas irrespetuosas las respuestas debieran tener también el mismo carácter. Creemos que la ministra debiera dar por terminada su presentación, pedir permiso a la presidencia de la sesión, retirarse del hemiciclo y presentar su carta de renuncia. Esto solo para no darle en la yema del gusto a la prepotente mayoría fujimorista de censurarla. Con ese gesto la ministra le daría una bofetada, con la venia y aprobación de la opinión pública.

Extremos unidos

Además, en ese supuesto caso, la ministra pondría al descubierto la coincidencia existente entre los herederos un gobierno que se atribuye el éxito contra las huestes senderistas, porque que en la práctica, y por intereses subalternos, coincide con ellos en agenda y en propuestas. Es que cuando se busca demostrar quién manda y quién gobierna no importa con quién aliarse. Las pruebas de nuestra afirmación están a la vista: mientras en el hemiciclo los fujimoristas exigían la renuncia de la ministra y anunciaban su decisión de censurarla, en la avenida Abancay un grupo de maestros radicales expresaban lo mismo. ¿Simple 'coincidencia'?

Al descubierto

En su exposición matinal la ministra demostró que el radical 'dirigente' magisterial Pedro Castillo solo buscaba (y busca) ser reconocido como máximo representante de los maestros vía una resolución ministerial, como si tan fácil fuera la cosa. El video que visualizó en la sesión dejaba claramente establecido que ella sí había recibido personalmente y dialogado cara a cara con ese 'señor', pese a lo cual este sigue insistiendo en la necesidad de 'dialogar' con ella. Ese video por sí solo dejó al descubierto los intereses subalternos que se esconden tras la medida de fuerza ('suspendida, pero no levantada', según dicen ahora) que tomaron en las últimas semanas.

Pruebas al canto: diálogo Martens-Castillo.

Diálogo de sordos

Tal como lo estamos comentando, tras dar por concluidas sus respuestas al pliego interpelatorio, la ministra Martens tuvo que tragarse las exposiciones de los congresistas, empezando por la titular de la Comisión de Educación, la fujimorista Milagros Salazar, quien le pidió poner su cargo a disposición al dar lectura a un texto redactado, como no podía ser de otro modo, antes de que se iniciara la interpelación; ergo, de nada habían valido las explicaciones ni las respuestas de la ministra porque la decisión de sacarla del cargo ya estaba tomada. Como dijimos al principio, la interpelación era un simple formulismo para guardar las formas dizque democráticas. Pero también insistimos en que la ministra no debe dejar que la censuren ni darles el gusto a los parlamentarios naranjas de volver alardear de su estúpido comportamiento.

Aquí lo dejamos. Por ahora.

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