miércoles, 20 de septiembre de 2017

Cuando tu hijo te diga:

¡No te metas en mi vida!

 

Hoy que estoy profundizando mis estudios teológicos sobre la Familia; sus valores, sus principios, sus riquezas, sus conflictos, recordaba una ocasión en que escuché a un joven gritarle a su padre: ¡No te metas en mi vida!

Esta frase caló hondamente en mí, tanto, que frecuentemente la recuerdo y comento en mis conferencias con padres e hijos. Si hubiese estado viviendo ese momento, ¿qué respondería a esa pregunta inquisitiva de mi hijo?

Esta podría ser mi respuesta:

- Hijo, un momento, no soy yo el que me meto en tu vida, tú te has metido a la mía. Hace muchos años, gracias a Dios, y por el amor que mamá y yo nos tenemos, llegaste a nuestras vidas, ocupaste todo nuestro tiempo. Aún antes de nacer, mamá se sentía mal, no podía comer; todo lo que comía lo devolvía, y tenía que guardar reposo. Yo tuve que repartirme entre las tareas de mi trabajo y las de la casa para ayudarla.

Los últimos meses, antes de que llegaras a casa, mamá no dormía y no me dejaba dormir. Los gastos aumentaron increíblemente, tanto que gran parte de lo nuestro se gastaba en ti, en un buen médico que atendiera a mamá y la ayudara a llevar un embarazo saludable, en medicamentos, en la maternidad, en comprarte todo un guardarropa. Mamá no veía algo de bebé, que no lo quisiera para ti, una cuna, un moisés, todo lo que se pudiera, con tal de que tú estuvieras y tuvieras lo mejor posible.

¿No te metas en mi vida?

 Llegó el día en que naciste. Hay que comprar algo para darles de recuerdo a los que te vinieran a conocer, dijo mamá, hay que adaptar un cuarto para el bebé. Desde la primera noche no dormimos. Cada tres horas, como si fueras una alarma de reloj, nos despertabas para que te diéramos de comer, otras te sentías mal y llorabas y llorabas, sin que nosotros supiéramos que hacer, pues no sabíamos qué te sucedía y hasta llorábamos contigo.

¿No te metas en mi vida?

Empezaste a caminar. Yo no sé cuándo he estado más detrás de ti, si cuando empezaste a caminar o cuando creíste que ya sabías. Ya no podía sentarme tranquilo a leer el periódico o a ver el partido de mi equipo favorito, porque para cuandome acordaba, te perdías de mi vista y tenía que salir tras de ti para evitar que te lastimaras.

¿No te metas en mi vida?

 Todavía recuerdo el primer día de clases, cuando tuve que llamar al trabajo y decir que no podría ir, ya que tú en la puerta del colegio no querías soltarme y entrar; llorabas y me pedías que no me fuera. Tuve que entrar contigo a la escuela y pedirle a la maestra que me dejara estar a tu lado, un rato, ese día en el salón para que fueras tomando confianza. A las pocas semanas no solo ya no me pedías que no me fuera, hasta te olvidabas de despedirte cuando bajabas del auto corriendo para encontrarte con tus amiguitos.

¿No te metas en mi vida?

Seguiste creciendo, ya no querías que te lleváramos a tus reuniones, nos pedías que una calle antes te dejáramos y pasáramos por ti una calle después. Porque ya eres cool, no querías llegar temprano a casa, te molestabas si te marcábamos reglas; no podíamos hacer comentarios acerca de tus amigos, sin que te volvieras contra nosotros, como si los conocieras a ellos de toda la vida y nosotros fuéramos unos perfectos "desconocidos" para ti.

¿No te metas en mi vida?

Cada vez sé menos de ti por ti mismo; sé más por lo que oigo de los demás. Ya casi no quieres hablar conmigo, dices que nada más te estoy regañando, y todo lo que yo hago está mal, o es razón para que te burles de mí. Pero con todos esos defectos te he podido dar lo que hasta ahora tienes. Mamá se la pasa en vela y de pasada no me deja dormir a mí diciéndome que no has llegado y que es de madrugada, que tu celular está desconectado, que ya son las 3 de la madrugada y no llegas. Hasta que por fin podemos dormir cuando acabas de llegar.

¿No te metas en mi vida?

 Ya casi no hablamos, no me cuentas tus cosas, te aburre hablar con viejos que no entienden el mundo de hoy. Ahora solo me buscas cuando hay que pagar algo o necesitas dinero para la universidad, o salir; o peor aún, te busco yo, cuando tengo que llamarte la atención...

¿No te metas en mi vida?

Pero estoy seguro que ante estas palabras 'No te metas en mi vida', podemos responder juntos. Hijo, yo no me meto en tu vida, tú te has metido en la mía, y te aseguro que desde el primer día hasta hoy, no me arrepiento que te hayas metido en ella y la hayas cambiado para siempre; mientras esté vivo me meteré en tu vida, así como tú te metiste en la mía, para ayudarte, para formarte, para amarte y para hacer de ti una persona de bien.

Sólo los padres que saben meterse en la vida de sus hijos logran hacer de éstos, hombres y mujeres que triunfen en la vida y sean capaces de amar. ¡Por favor, no nos abandones!

Papás: muchas gracias por meterse en la vida de sus hijos, o mejor, corrijo por haber dejado que sus hijos se metan en sus vidas.

Y para ustedes hijos: valoren a sus padres, no son perfectos pero los aman, y lo único que desean es que ustedes sean capaces de salir adelante en la vida y triunfar como personas de bien.

La vida da muchas vueltas, y en menos de lo que ustedes se imaginen, alguien les dirá: ¡No te metas en mi vida!

La paternidad no es un capricho o un accidente, es un don de dios, especialmente preparado para darnos la oportunidad de crecer en Él. Así como cada momento de tu vida.

¡Vívela a plenitud! Te lo mereces.

 

Autor anónimo

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