lunes, 18 de diciembre de 2017

Primera cruzada (1095-1099)

"¡Dios lo quiere… Tomemos Jerusalén!"

Esta cruzada comenzó con una llamada del Emperador bizantino Alejo I al papa para el envío de mercenarios para luchar contra los turcos selyúcidas en Anatolia, y fue predicada en 1095 por el Papa Urbano II con el doble objetivo de ayudar a los cristianos ortodoxos orientales y liberar Jerusalén del yugo musulmán.

El papa Urbano II en el Concilio de Clermont.

En realidad, no fue un movimiento único, sino una serie de acciones de guerra con inspiración religiosa que incluyó la 'Cruzada de los Pobres' y la 'Cruzada de los Nobles' (de los barones o caballeresca).

El llamamiento formal tuvo lugar en el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), el 27 de noviembre de 1095. En una sesión pública extraordinaria celebrada fuera de la catedral, el papa se dirigió a la multitud de religiosos y laicos congregados para comunicarles una noticia muy especial. Haciendo gala de sus dotes de orador, expuso la necesidad de que los cristianos de Occidente se comprometieran a una guerra santa contra los turcos, que estaban ejerciendo violencia sobre los reinos cristianos de Oriente y maltratando a los peregrinos que iban a Jerusalén. Prometió remisión de los pecados para quienes acudieran, una misión a la altura de las exigencias de Dios y una alternativa esperanzadora para la desgraciada y pecaminosa vida terrenal que llevaban.

Los voluntarios deberían estar listos para partir al verano siguiente y contarían con la guía divina. La multitud respondió apasionadamente con gritos de Deus lo vult ('¡Dios lo quiere!') y un gran número de los presentes se arrodillaron ante el papa solicitando su bendición para unirse a la sagrada campaña.

La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, sin jefes idóneos ni equipos adecuados, dirigidas por Gualterio sin Haber y el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño, y algunos caballeros franceses. Este grupo se denominó 'Cruzada Popular', 'Cruzada del Pueblo, 'Cruzada de los Pobres' o 'Cruzada de Pedro el Ermitaño'. Se trataba de 15 mil precarios cruzados, entre hombres, mujeres y niños, que en dos oleadas entraron atolondradamente en Hungría.

Masacre de judíos durante la primera cruzada.

Los dirigentes de la marcha no habían previsto la alimentación de su ejército, por lo sus integrantes recurrían al robo y al saqueo para alimentarse; quemaron ciudades, sacrificaron personas a las cuales calificaban como infieles (judíos, musulmanes, etc.), y cometieron muchas atrocidades y tropelías, hasta que fueron totalmente aniquilados por los ejércitos húngaros del rey Colomán, en marzo de 1096.

La derrota de la 'Cruzada de los Pobres'.

La Cruzada de los Nobles

Mientras sucumbían las huestes de Pedro el Ermitaño, los duques, condes y barones de Occidente reclutaban verdaderos ejércitos de cruzados, que estarían conformados por 60 mil hombres, pero solo 10 mil de ellos debidamente armados.

También conocida como 'Cruzada de los Príncipes' o 'Señorial' se hizo en una forma más ordenada que la Cruzada Popular que fue imbuida por la fe ferviente. Se componía de caballeros feudales y fue dirigida por los nobles de diferentes partes de Europa.

Se organizaron cuatro ejércitos que luego marcharían por cuatro rutas distintas, a las órdenes del acaudalado y capacitado Raimundo IV de Tolosa; el piadoso y desinteresado Godofredo de Bouillon y sus hermanos el religioso Eustaquio y Balduino de Boulogne; Boemundo de Tarento y su sobrino Tancredo; Raimundo de Tolosa, y Roberto II de Normandía, hijo de Gullermo el Conquistador. Se sumaron a ellos el enviado papal Ademar de Monteil; Roberto II de Flandes, Estéfano II de Blois, Hugo I de Vermandois y el hermano menor del rey Felipe I de Francia, que llevaba el estandarte papal.

Boemundo de Tarento escala solo los muros de Antioquía (grabado de Gustave Doré).

Cada cual siguió un itinerario diferente: el Danubio, loa Balcanes, Italia del Norte y Roma, y el Adriático; con un punto de cita común: Constantinopla.

En la primavera de 1097, los cruzados iniciaron su ruta a través del Asia Menor hacia Siria. Fue una marcha triunfal que arrolló el poder delos turcos y restableció la autoridad del emperador bizantino en esa zona.

El 14 de mayo de ese año, sitiaron Nicea, que se rendiría un mes después, el 19 de junio, y dejó expedito el camino hacia Antioquía. En esta ciudad tuvieron que vérselas con las formidables murallas que la convertían en inexpugnable. Tuvieron que transcurrir seis meses de sitio antes de que la ciudad cayera en sus manos el 3 de junio de 1098.  

Sin embargo, dos días después los cruzados fueron sitiados por un nutrido ejército al mando de Kerboga, sultán de Mosul. Los sitiados agotaron sus provisiones y tuvieron que sacrificar caballos y animales de tiro, además de perros y ratas, para comer y sobrevivir. El hallazgo, en una de las iglesias de Antioquía de la espada que supuestamente traspasó el costado de Cristo en la cruz, constituyó una extraordinaria inyección moral que infundió una fe inquebrantable en lo cruzados, e hizo que Boemundo decidiera arriesgar el todo por el todo en una sola batalla.

Así, el 14 de junio de 1098, gracias al milagro de la espada, a su talento militar y a la fanática fe de sus hombres, logró poner en fuga a las fuerzas de Kerboga, y le hizo ganar el título de Príncipe de Antioquía.

Sitio de Jerusalén en 1099.

Después de un descanso de seis meses, el 13 de enero de 1099 Boemundo, Tancredo y Roberto de Normandía partieron hacia Jerusalén. En Trípoli seles unió Godofredo de Bouillon y Roberto de Flandes, y desde allí continuaron hacia el sur seguidos por unos 12 mil cruzados.

La mañana del 7 de junio vieron brillar a la luz del alba las almenas y las torres de la Ciudad Santa. Pero los gruesos muros y las elevadas torres de Jerusalén rechazaron el embate de los cruzados, por lo que estos decidieron sitiar la ciudad y soportar al mismo tiempo el agobiante calor reinante. Sobreponiéndose a todo, construyeron torres móviles y máquinas de asedio, y el 15 de julio de 1099 emprendieron el ataque.

Tras un duro ataque en todos los frentes, los cruzados lograron tomar la ciudad por asalto. La mortandad fue horrible, los jinetes cristianos, al pasar por las calles, iban chapoteando sobre charcos de sangre, que le llegaba hasta los tobillos a los cruzados de a pie. Al anochecer de ese día, los cruzados se abrieron camino y llegaron hasta la iglesia del Santo Sepulcro donde, exhaustos, sollozando de alegría, cayeron de hinojos elevando a Dios sus oraciones.

Captura de Jerusalén durante la primera cruzada.

Conquistada Jerusalén, los cruzados fundaron allí un reino cuyo cetro ofrecieron a Godofredo de Bouillon. Pero él lo rechazó con estas palabras: "No pondré en mi cabeza una corona de oro en el mismo lugar donde la llevó de espinas el Redentor." De hecho, se contentó con el título de gobernador y defensor del Santo Sepulcro, y permaneció en Jerusalén con tropas escogidas para defender esa preciosa conquista de la cristiandad. Un año después falleció.

Godofredo de Bouillón, protector de Jerusalén. Su título oficial era Advocatus Sancti Sepulchri, 'protector del Santo Sepulcro'.

Con esta conquista finalizó la primera cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus países. El resto se quedó para consolidar la posesión de los territorios recién conquistados. Junto al Reino de Jerusalén y al principado de Antioquía, se crearon además los condados de Edesa (actual Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el actual Líbano).

La Primera Cruzada fue un hito en la mentalidad y las relaciones de los cristianos occidentales y orientales y musulmanes. Fue el comienzo de la expansión de occidente que, junto con la reconquista de la Península Ibérica, daría como resultado la aventura de los descubrimientos geográficos y el imperialismo occidental.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario