miércoles, 20 de diciembre de 2017

Definir el destino

No permitimos reproducir, sin autorización expresa, el siguiente artículo publicado por el periodista Gustavo Gorriti, director de IDL-Reporteros, en la última edición (2519) de la revista Caretas, sobre la situación política que vive nuestro país.

 

Por Gustavo Gorriti

Esta semana el país define su futuro con un grado de drama y peligro que no se ha vivido desde los días cargados de destino del año dos mil.

En los juegos perversos de la Historia que suelen darse con inquietante frecuencia en nuestro país, este es, como veremos, uno de los más tóxicos y siniestros. Luego de meses de entrenar a su víctima en el sometimiento, la maquinaria del fujimorismo actual, mejor conocida como el mototaxi, cree tener una a la medida, y se lanza, sin otra base que el ruido y la histeria a lograr de una semana a la otra el derrocamiento del presidente de la República por vía de la vacancia "por permanente incapacidad moral".

Lo hacen con un justificado sentido de urgencia: las investigaciones sobre sus probables delitos han avanzado con rapidez y es perfectamente posible predecir las fechas cercanas en las que dichas investigaciones producirán nombres y circunstancias en la cadena de responsabilidades penales del mototaxi. Por el mismo caso, el de Lava Jato, con el que hoy pugnan por derrocar al presidente Kuczynski con el objetivo de tomar ellos el poder en corto plazo.

Si el Presidente se ha de salvar, debe liderar. Ser creíble reconociendo errores, pidiendo disculpas al pueblo peruano, antes de salir a enfrentar con decisión a sus enemigos.

Esto nunca debió haber sucedido. No se necesitaba mayor talento analítico para advertir la estrategia general del mototaxi: carente de sutileza, predicada en el número, la coercitiva disciplina interna, la agresividad. Kuczynski ganó la elección de 2016 solo gracias al apoyo de las fuerzas democráticas y a su tardía pero finalmente suficiente decisión de adoptar sus banderas, su discurso y filo polémico que lo llevó a triunfar en el segundo debate y vencer en la segunda vuelta.

PPK sabía que era muy difícil gobernar con una mayoría opositora y mucho más cuando esa mayoría empezó a actuar con agresividad desde el principio. En lugar de responder con firmeza cuando lo respaldaba una fuerte popularidad escogió, aconsejado por el entorno nocivo que antes casi lo había llevado a la derrota, la política de apaciguamientos, sometimientos y rendiciones bajo la esperanza vana de lograr una cierta tranquilidad.

Fue, al fin, el propio PPK quien consintió en entrar a la humillante entropía del sometimiento frente a patanes. Al fin y al cabo, él era el Presidente y no los intrigantes que lo llevaron al despeñadero. Y no es que no se le hubiera advertido repetidamente. Se lo dijo Rosa María Palacios. Y hace un año, el 15 de diciembre de 2016, empecé mi artículo semanal en Caretas 2467 diciéndole lo siguiente:

"Presidente Kuczynski: usted se equivocó al hincar la rodilla frente a la mayoría congresal fujimorista. Al entregarles la cabeza del ministro Saavedra para lograr una ilusión de estabilidad, lo único que logra –para decirlo con verdad aunque sin elegancia– es convertir su gobierno en una piñata y su poder en un salame. Antes que le corten el primer pedazo, en unos pocos días, debe ver que la etiqueta de dicho embutido dice "Vacancia". Y ese es, me temo, el cadalso político al que usted ha empezado a caminar".

Ahora se afilan los cuchillos para terminar de cortar lo que queda del salame.

¿Es oportuno recordar esto antes de llamar a la movilización para hacer frente al gravísimo peligro que enfrenta la democracia peruana? Creo que sí. Si el Presidente se ha de salvar, debe liderar. Para hacerlo, debe ser creíble y solo podrá serlo reconociendo errores, pidiendo disculpas al pueblo peruano, especialmente a las fuerzas democráticas, antes de salir a enfrentar con decisión a sus enemigos.

Entre tanto, sabiendo lo que está en juego, las fuerzas democráticas no pueden permitir la vacancia presidencial.

Porque sería un linchamiento sin disimulo. No tendría nada de justicia sino todo de abuso extremo por las peores razones y con los más nefastos resultados. Sería un golpe de Estado del fujimorismo mototaxi, apurado en gran medida por la necesidad de encubrimiento y sabotaje de las investigaciones que les afectan.

Los dos vicepresidentes serían barridos en poco tiempo, obligados a renunciar o vacados, a menos que el elegido para sobrevivir les ofreciera la más servil mayordomía. Sea como fuere, no hay duda alguna que el mototaxi buscaría controlar los poderes del Estado que le falta someter.

La investigación fiscal a Keiko Fujimori provocó la ofensiva contra la Fiscalía de la Nación con el objetivo de destituir a su titular, Pablo Sánchez. El ataque abierto fue a través del Congreso, pero a la vez el mototaxi intenta controlar el Consejo Nacional de la Magistratura (con la activa participación de Héctor Becerril en el proceso). Si lo logra, no solo podrá deshacerse de Sánchez sino avasallar en poco tiempo al Poder Judicial, al Ministerio Público y después al Jurado Nacional de Elecciones. ¿Les suena esto a un perverso déjà vu? Pues lo es. Marco Sifuentes lo dijo en un artículo reciente que describo a mi modo: Es la marcha de revancha en retroceso, que empieza con la del dos mil (Galarreta en lugar de Paniagua, por deprimente que suene); salta a 1997 atacando ahora al TC y otras instituciones como antes hizo con el que dirigió Manuel Aguirre Roca; y termina, o intenta terminar en un 1992 reforzado.

¿Exagerado? No lo es. ¿La ofensiva simultánea contra la Fiscalía de la Nación, el TC y el Consejo Nacional de la Magistratura les dice algo? ¿Y no les dice un poco más el intento de vacar al Presidente de la República, cuyas mayores faltas ni siquiera se aproximan a las menores de ellos?

Pero el mototaxi no tiene la victoria garantizada, porque no cuenta por sí mismo con los votos necesarios para vacar al Presidente. Precisa de la complicidad de otras fuerzas políticas. Ya tiene la de (casi toda) el Apra, a la que motivan básicamente las mismas razones que al fujimorismo. Otros partidos votarán, en el peor de los casos, divididos. Tanto en AP como en APP, una cantidad significativa de congresistas decidirá no emporcar su trayectoria.

La pregunta que no tiene aún respuesta clara es cómo votará el Frente Amplio. Su decisión hasta ahora pública de apoyar al fujimorismo en el intento de vacancia representaría, si se concreta, mucho más que uno de los peores errores históricos que la izquierda ha cometido. Sería una traición a la democracia, la complicidad con algunas de las fuerzas más oscuras de nuestra historia y una infamia por la que todas las fuerzas democráticas deberían pedirle cuentas.


Kuyczynski debe ser investigado por sus acciones y omisiones, pero esas investigaciones a fondo no implican en absoluto una vacancia. Investigar a fondo significa hacerlo bien y no como parte cretina del intento del fujimorismo por tomar el poder.

Repito que este intento de vacancia presentado como lucha contra la corrupción busca encubrir una corrupción mayor. Por eso se empeñan, porque la investigación está caminando rápido. Pronto habrá un nuevo interrogatorio a Barata, del que emergerán nuevos hechos, nuevas luces que el fujimorismo necesita impedir. Estimo que hacia abril o mayo se habrá avanzado mucho con la investigación, aunque no se la haya terminado.

Y esto es lo que la sociedad debe defender con una movilización firme, intensa y eficaz, exigiéndole a sus representantes que voten por defender la democracia antes de que tengan que explicar cómo se hicieron cómplices en perderla.

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