Hasta hace unos días teníamos la esperanza de contar con reporteros y entrevistadores que no fungieran de policías, jueces o fiscales, pero la realidad nos pellizcó con fuerza y nos despertó de nuestros sueños. Es que a toda hora, en casi todos los programas políticos los 'entrevistadores' se convierten en interrogadores y tratan por todos los medios que el interrog…, perdón, el entrevistado diga o responda lo que ellos quieren escuchar.
No cuesta aprender
¿Saben estos señores que el interrogatorio judicial o los cuestionarios psicoanalíticos constituyen una técnica para la cual se estudia? La entrevista periodística también lo es, y para ello hay que leer mucho y conocer, aunque sea superficialmente, de todos los temas. Si no tienen un manual sobre cómo realizar una entrevista, bueno sería seguir la trayectoria de famosos entrevistadores como Alfonso Tealdo, César Hildebrandt, Mario Campos, Jaime Bayly o Beto Ortiz, por citar a algunos destacados periodistas de nuestro país; o a la italiana Oriana Fallaci, los norteamericanos David Frost, Herbert Mathews y Oprah Winfrey, y otros más sobre los cuales hay un sinnúmero de textos publicados. Youtube o Google los puede ayudar. Pero si les cuesta leer o aprender de los experimentados, mejor dedíquense a la pesca y dejen el periodismo a un lado. No lo sigan desprestigiando más de lo que ya está.
Ejemplos a seguir: César Hildebrandt y Alfonso Tealdo; Oriana Fallaci; y Herbet Mathews con Fidel Castro.
Reporteros improvisados
Ojo: no nos estamos refirieron a ciertos 'reporteros' (no de ahora, sino desde hace muchos años) que, micrófono en mano, se acercan a un sospechoso conducido por la policía, para preguntarle: "¿Estás arrepentido?"… "¿Por qué lo (o la) mataste?"… "¿Tienes algo que decir?" O la pregunta que le lanzan al herido llevado en camilla: "¿Cómo te sientes?" Recordemos que cuando llegó a Arequipa el escritor Mario Vargas Llosa con su novia Isabel Presley, la primera pregunta que le hicieron a la doña, que por primera vez llegaba al Perú y recién empezaba a conocer la Plaza de Armas de la ciudad, fue: "¿Qué le parece el Perú?" Lo mismo ocurre cuando llega un artista al Perú, baja del avión y lo primero que conoce es la sala de conferencias del aeropuerto. Es ahí donde nuestros reporteros se lucen con preguntas como: "¿Cómo se siente en nuestro país?... ¿Le gusta la comida peruana?... ¿Qué le parece Machu Picchu?", y otras estupideces por el estilo.
"¿Tienes algo que decir?"
Ilustres desconocidos
Sucede que estos jóvenes aspirantes a periodistas carecen de una debida formación, en parte por culpa de los docentes encargados de su preparación. Y en parte por la falta de amor a la lectura por parte de ellos mismos. El periodismo consiste básicamente en leer de todo para estar día, cosa que entre los estudiantes de periodismo, al menos en la decena de jóvenes con quienes hemos alternado en los últimos meses, no es de su agrado. Al último con el que nos topamos nos dijo que estaba leyendo 'Crimen y castigo', de Fiódor Dostoyevski, y cuando le preguntamos por Stieg Larsson, Arturo Pérez Reverte, Umberto Eco o Gabriel García Márquez, apenas si habían "oído hablar" de este último. Peor es cuando les preguntamos si tienen alguna referencia de periodistas como Enrique Zileri, Humberto 'Chivo' Castillo, Francisco Igartua y otros destacados colegas de la segunda mitad del siglo pasado. No han oído hablar de ellos ni por casualidad. Ni siquiera sus profesores los conocen.
Falta de educación
Es que esos señores que fungen de profesores de periodismo, con muy contadas excepciones, son unos perfectos desconocidos en nuestra profesión. Nunca se les ha visto en la cancha, en acción; en una palabra, nunca han ejercido la profesión ni empezado como reporteros de calle, aunque tengan el cartoncito con su título. Mal pueden, pues, enseñar lo que nunca han practicado ni experimentado. Esto ocurre particularmente en algunas universidades privadas, porque cobran poco y están a dedicación exclusiva. Ellos dizque que forman a esos novatos que salen en televisión con aires de periodistas experimentados, con un lenguaje pobrísimo, utilizando palabras inadecuadas o lanzando preguntas a cuál más desconcertante.
Por nuestra parte, no cejaremos en el intento de brindarles en los próximos días algunas orientaciones o consejos sobre cómo ejercer bien este hermoso oficio, elaborados por expertos en la materia. Hasta entonces.
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