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Dos heladas, por mi salud

 Nada hay mejor que una cerveza fría en un día caluroso es rica, refrescante y además es la tercera bebida más popular, después del agua y el té. En los últimos años, la cerveza ha recibido muy mala reputación por ser alta en calorías, lo que es lamentable, porque por otro lado tiene muchos beneficios para la salud que podrás obtener si la bebes con moderación. 

   

Hace varios años se dio a conocer un estudio publicado por la prestigiosa revista médica New England Journal of Medicine, cuyos autores afirmaban que beber más agua, y líquidos en general: leche, gaseosas, zumo de frutas, café o cerveza (¡oh, cerveza!), podía reducir el riesgo de cáncer a la vejiga.

Es más: los hombres que beben por lo menos once vasos diarios de cualquier líquido, reducen a la mitad el riesgo de dos tipos comunes de cáncer, comparados con aquellos que beben cinco vasos o menos. Esto, sin considerar las propiedades diuréticas de la bebida, que facilita la excreción de orina y permite el lavado de los riñones.

Nuevos estudios actuales indican que cuando se consume con moderación, la cerveza adelgaza la sangre, por lo que es menos probable que se coagule. Además, ayuda a reducir el riesgo de enfermedades del corazón y aumenta la cantidad de colesterol bueno en la sangre.

Advertimos, sin embargo, que beber demasiada cerveza es perjudicial para los riñones. Su consumo moderado ha demostrado, sí, que reduce la probabilidad de desarrollar cálculos en el riñón, que se desarrollan cuando hay un exceso de calcio en el cuerpo El lúpulo, que se utilizan en su elaboración, ayuda a su liberación de los huesos.

  

Aunque pueda parecer exagerado, 12 onzas de cerveza tienen hasta un gramo de fibra en ella, así como un montón de vitaminas del grupo B como la B6, B12, niacina y riboflavina. La cerveza también es rica en silicio, que es un nutriente que ayuda a fortalecer los huesos.

En 2011 la Universidad de Harvard concluyó un estudio con 38,000 hombres de mediana edad. Los que bebieron dos cervezas al día mostraron tener un 25 % menos riesgo a sufrir de diabetes II que aquellos que no lo hicieron. Esta estadística no se aplica en el contexto de consumo excesivo de alcohol.

Hay razones para creer esto después de que un estudio llevado a cabo en Portugal encontrara que marinar la carne en cerveza elimina casi el 70 % de todos sus agentes cancerígenos. Lo que es seguro, es que la cerveza contiene gran cantidad de antioxidantes que ayudan al cuerpo a limpiar las toxinas.

Las últimas investigaciones en esta área, realizadas en la Universidad de Langzhou de China (2015) indican que tomar un par de 'chelas' cada día contribuye a evitar enfermedades como el alzheimer y la demencia, y reducir el riesgo de sufrir un derrame cerebral. Además, un estudio realizado en 2005 con 11,000 mujeres, encontró que aquellas que bebían una cerveza al día mostraron una mejor función mental que las que no lo hicieron.

Un estudio de la Universidad de Tokushima, en Japón, en 2012, encontró que el flavonoide prenylated contenido en el lúpulo (una flor utilizada principalmente como un aromatizante y agente estabilizador en la cerveza) inhibió la atrofia muscular en los ratones de laboratorio. Aquellos que fueron alimentados con piensos que contenían flavonoides, retuvieron más masa muscular que aquellos que fueron alimentados con una dieta normal.

Los altos niveles de levadura y vitamina B que se encuentra en la cerveza también la convierten en uno de los mejores tratamientos naturales para tratar la caspa. Vierte una botella de cerveza sobre la cabeza durante dos a tres veces a la semana para hacerla desaparecer.  Al hacerlo, también le darás a tu cabello suavidad y un brillo adicional. 

Una vez más: esta no es una excusa para beber en exceso. Son 30 ml diarios recomendados si eres mujer, o un litro si eres hombre. Esto te ayudará a mantener los niveles de estrés bajo control y reducir la ansiedad. ¡Disfruta responsablemente!

El lúpulo que se utiliza para hacer la cerveza es conocido por ser antimicrobiano, lo que significa que puede combatir y matar a los microorganismos que podrían causar daños y producir alguna infección bacteriana en tu cuerpo.

 

Refrescante historia

El más antiguo cultivo de cebada descubierto hasta la fecha permite comprobar que hace 11,000 años el hombre cultivó este cereal en la localidad de Jarmo, al noroeste de Irak, en la antigua Mesopotamia, aunque se desconoce todavía si entonces era utilizado para la fabricación de cerveza.

La misma bebida parece que también era conocida por los griegos, los romanos y los galos. Según Plinio, estos últimos la denominaban cerevisia, y brasce, al grano que utilizaban para fabricarla. Brasce, al parecer, dio origen en Francia a las palabras brasseur (fabricante de cerveza) y brasserie (establecimiento donde se expende). A su vez, cerevisia dio lugar a cervoise, palabra genérica que designó durante siglos a esta bebida.

En la Edad Media, el refrescante líquido se preparaba principalmente en los conventos, y no hay investigaciones ciertas de su contenido alcohólico.

Lo cierto es que las primeras fábricas de cerveza datan del siglo XVII cuando aparecen en Alemania, desde donde se propagaron rápidamente hacia Inglaterra y Bélgica, y después al mundo entero.

Todo parece indicar que al principio la bebida era un líquido amarillento, más parecido a nuestro también popular emoliente, y sin mayor contenido alcohólico. Fueron los alemanes quienes le agregaron diversos grados de alcohol y la refrescante espuma, cuya sola observación abre las ganas de beberla a cualquier bípedo sediento.

Hace cuarenta años, días más, días menos, la venta y consumo de la popular bebida era promocionada con la frase "beber cerveza es beber salud", pues se alegaba que era preferible su consumo por quienes quisieran ponerse alegrones (o pegarse una buena 'bomba'), sin correr el riesgo de convertirse en un alcohólico.

Se explicaba también que el alto contenido de alcohol de otros licores, fuese pisco, ron, gin, vodka, whisky (o güisqui, como lo exige la RAE), etc., hacía más propenso a quien los bebiera a caer "en las garras del alcoholismo".

La ciencia médica ha venido a reforzar, pues, los argumentos de los publicistas de ayer y hoy.

Así que ya están advertidas las esposas, cuyos maridos retornan a casa con la mirada puesta en el vacío, oliendo a cerveza por sus cuatro costados y con los bolsillos vacíos. No lo recrimine: se están evitando tener que ir algún día al médico o sufrir a futuro una enfermedad incurable. Lo que ha gastado es una inversión en favor de su salud (¡salud!).

Y cuando usted, amable lector, vea a alguien que grita al mozo: "Tráeme dos chelas bien eladio", no lo critique. Solo está cumpliendo con una prescripción médica.