En nuestra historia política son muchos los personajes poco conocidos, que sumaron sus esfuerzos para hacer del Perú un país con identidad nacional, libre, soberano e independiente; lucharon a brazo partido para lograr esa nuestra aspiración común y contribuyeron a su consolidación.
Uno de ellos fue el argentino José Antonio Barrenechea y Dorrego, primer militar argentino que llegó a nuestro país enviado por el general San Martín, y participó activa y decididamente en las luchas independentistas y en defensa de las autoridades legítimamente constituidas tras nuestra emancipación.
Nacido en Buenos Aires en 1794, fue hijo de Domingo Barrenechea y María de las Nieves Dorrego, hermana del prócer argentino Manuel Dorrego, considerado padre del federalismo argentino y 'bravo entre los bravos'.
Barrenechea ingresó a la Guardia Nacional de su país; en 1813, obtuvo el empleo de subteniente y se enroló en las filas del Ejército de la Libertad, formado por San Martín, donde cumplió difíciles y arriesgadas tareas.
En 1816 participó en el abordaje de un buque español en el Callao, y recibió un balazo que lo puso al borde de la muerte. Recuperado, se le comisionó para esparcir la inquietud revolucionaria y observar los preparativos militares del Virreinato, pero fue apresado en Guayaquil, engrillado en la bodega de un buque de vela y conducido a Valparaíso, en medio de severas penalidades.
En alta mar, él y otros prisioneros, entre ellos el futuro general chileno José Santiago Aldunate, se sublevaron y arrojaron a los españoles del barco. Otra vez libre, participó en las campañas de Chile y en los triunfos de esas épicas jornadas.
Enviado por San Martín como emisario llegó a Huarmey, junto con otros ilustres patriotas. Descubiertos cuando se dirigían a tierra en lancha, él, el piloto y cuatro marineros fueron tomados prisioneros y encerrados en casamatas del Real Felipe. Dos años después, pretextó una enfermedad, fue llevado al hospital de Bellavista, de donde escapó y llegó a Lima aún ocupada por los españoles.
Se albergó en casa de Antonia Bernales de Zubiaga, conspiradora tenaz y madre de 'La Mariscala' (Francisca Zubiaga de Gamarra) y en el estudio de Manuel Pérez de Tudela, donde se reunía con eminentes patriotas. Con dificultades, salió de Lima para reunirse con San Martín, en Huaura. Con él y el Ejército Libertador retornó en julio de 1821.
Retirado San Martín del Perú, Barrenechea continuó al servicio del Perú. Participó en las campañas de Junín y Ayacucho, concurrió al final de la guerra y formó parte del ejército que sitió al Callao.
Consumada la Independencia, se consagró al servicio de la Nación y se dedicó al estudio de la artillería, de cuyo cuerpo puede ser considerado fundador en el Perú.
Veterano de la independencia y amante del orden, se resistió siempre a desobedecer a los poderes constitucionales y pagó con el destierro su lealtad.
Después de la campaña de Portete de Tarqui, al frente del cuerpo de artillería, fue uno de los sostenes del gobierno del general Gamarra (1829-1833). Cuando este quiso retener el poder imponiendo al general Pedro Bermúdez, el jefe argentino se pronunció a favor del presidente Orbegoso, elegido por el pueblo. En un mensaje al Congreso, el mandatario reconoció su lealtad, encomió su conducta y lo ascendió a coronel.
Cuando la Confederación Perú-Boliviana, sirvió a Orbegoso. Pero al triunfar la Restauración, fue destituido, borrado del escalafón militar y desterrado a Guayaquil, por orden de Gamarra.
Se retiró del servicio activo, volvió a Lima, sufrió las privaciones propias de gloriosos nombres de la lista pasiva del ejército, no se acogió la rehabilitación otorgada después y permaneció en el retiro.
No obstante, el 2 de mayo de 1866, viejo, pero henchido de valor, sin aspiraciones y sin derechos, se sentó en una batería para apuntar con su cañón a sus antiguos enemigos. Los partes oficiales del general Buendía y del coronel Inclán hicieron justicia a su valor.
Peruano por su vida y por adopción, Barrenechea se casó con Carmen Morales y García de la Plata, nieta del Oidor de este nombre; fue padre del jurista y diplomático José Antonio Barrenechea y dio origen a apreciadas familias de la sociedad limeña, como los Barrenechea Raygada, Gálvez Barrenechea, Porras Barrenechea, y otras.
Falleció en Lima el 19 de mayo de 1870, oportunidad en que se le recordó como el primer soldado destacado del ejército prócer de nuestra libertad.
En las próximas Fiestas Patrias recordémoslo con gratitud.
Publicado en el diario oficial El Peruano el domingo 25.06.17