viernes, 14 de julio de 2017

Tragedias nuestras de cada día

Hace pocos días una unidad de transporte de balones de gas se incendió, las llamas hicieron estallar varios balones y causó graves daños de la propiedad privada. ¿Pudo evitarse ese accidente? ¿Hay responsables de este hecho?

En nuestro sufrido Perú nos estamos acostumbrando a tratar de poner el parche después de que sale el chupo. Tiene que ocurrir una tragedia para que recién advirtamos que no habíamos tomado las previsiones del caso, que los accidentes pueden ser evitados con simples medidas de previsión o haciendo lo que el sentido común nos indica.

Lo peor es que, ocurrida una tragedia, las autoridades se echan la culpa unas a otras por lo ocurrido y por no haber tomado medidas de prevención, etcétera. ¿Quién es responsable de todo esto? El de siempre: el Gran Bonetón.

Ocurrió con el incendio de Mesa Redonda y la discoteca Utopía hace varios años. Tuvieron que morir personas para que las autoridades municipales y de Defensa Civil iniciaran una campaña de revisión de todos los locales similares "para evitar" que esas tragedias se repitieran. Todo fue flor de un día. Pasó el tiempo y todo volvió a la 'normalidad'.

Tuvo que ocurrir la muerte de dos jóvenes en el incendio del almacén Nicolini en Las Malvinas para que recién las mismas autoridades decidieran inspeccionar Mesa Redonda y otros centros comerciales similares, y 'descubrir' lo que todo Lima conoce: que se utilizan contenedores como almacenes, cargados con productos inflamables y a cargo de trabajadores sometidos a un régimen de esclavitud. ¿Algún resultado hasta la fecha? No se oye, padre.

  

Tragedias que pueden ser evitadas.

Otro tanto ocurre con los huaicos e inundaciones de noviembre-marzo de todos los años en la costa, y el friaje en las alturas de la sierra y del altiplano. Todos los años hay que hacer colectas para llevarles abrigo y alimentos a los damnificados, porque, pese a que son fenómenos cíclicos, siempre nos encuentra con los pantalones abajo. Ninguno de los llamados 'especialistas' en prevención de desastres se ha dado el trabajo de analizar, pese a todas las referencias históricas existentes, cómo hacían nuestros antepasados para evitarlos.

Pese a toda la tecnología moderna existente, nuestros especialistas de defensa civil no le llegan ni a la suela de los zapatos a los arquitectos y urbanistas preincas (ojo: culturas aisladas unas de otras antes de la conformación del Tahuantinsuyo) que, como lo hemos recordado en artículos anteriores, construían sus viviendas en zonas seguras y conservaban alimentos en las alturas para cubrir las épocas de escasez. Lo que significa, como decían nuestros abuelos que, "con toda su leñita (nuestros arquitectos, ingenieros, urbanistas y especialistas de defensa civil), siguen comiendo crudo".

Tuvieron que morir nueve personas al desbarrancarse un microbús transformado en 'mirabús turístico' en la vía que conduce al cerro San Cristóbal para que las autoridades municipales recién advirtieran que no existen barandas ni muros de contención; que la vía es angosta; no hay señales de tránsito; falta iluminación nocturna; no hay controladores de tránsito (que por decenas abundan en las avenidas Abancay y las que recorren los buses metropolitanos, con su clásico chalequito amarillo, color preferido de nuestro mudo alcalde) y otras deficiencias a todas luces vista.

 

También resultó que el conductor del siniestrado vehículo de la muerte tenía cinco papeletas impuestas este año, la última en junio, o sea hace tres semanas. ¿Para qué miér…coles, entonces, se imponen papeletas si los conductores se van al baño con ellas, no precisamente para limpiarse los mocos; no pagan las multas, no son sancionados en la práctica y siguen conduciendo como si nada hubiera pasado. Esto ocurre con decenas de empresas de ómnibus y microbuses que siguen circulando por toda la metrópoli, con multas acumuladas por decenas de miles de soles, de las cuales nos enteramos solo cuando causan un nuevo accidente. ¿Hasta cuándo seguiremos en la misma?

Una más: los microbuseros están obligados a tener cinturón de seguridad para él y para el pasajero que viaja a su derecha al lado de la puerta. Qué bien. ¿Y el pasajero que viaja al medio, sentado sobre un cojín colocado sobre el motor del vehículo? Para él no hay cinturón de seguridad. Aparte que los cinturones de seguridad están fuera de uso, sin que la policía de tránsito lo advierta. Ocurre en casi todos los micros que circulan con destino a SJ de Miraflores, a Chosica, Puente Piedra o a SJ de Lurigancho, por citar algunos casos.

Peor aún, los pasajeros viajan como sardinas, con los cobradores colgados de las puertas, a vista y paciencia de todo el mundo. ¿Tendremos, nuebvamente, que esperar a que ocurra otro accidente trágico para que la Benemérita se ponga lentes?

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