Desde la fundación de Lima, las calles no tenían una nomenclatura oficial ni numeración que las identificara. Las vías fueron bautizadas con nombres peculiares, llamativos y hasta indescifrables, que generaban sonrisas o interrogantes, pues estaban de acuerdo con el personaje que vivía o el negocio que se establecía en ella, la iglesia que la ocupaba; un hecho acontecido en el lugar o los edificios públicos que acogía.
Era tal la cantidad de calles y callejones existentes que resutaba imposible retener los nombres de todas, además de que algunos nombres eran considerados inadecuados. Recordemos algunas de ellas.
Gato (cuadra 4 del jirón Azángaro). La opinión más cimentada dice que en esta cuadra vivió el oidor Francisco Álvarez Gato, quien también ejerció como regidor de la ciudad de Lima y corregidor de Huarochirí. Vino al Perú en los tiempos del virrey Conde de la Monclova y, en 1699. Según Ricardo Palma, el apellido Gato fue el de un adinerado boticario de la ciudad, quien también habría morado en esta cuadra.
Calle del Gato – Calle Los Huérfanos.
Huérfanos (cuadra 7 de Azángaro). En 1613 se le conocía como Cuadra de los Niños Huérfanos. Hacia 1603, vivía en Lima un siervo de Dios llamado Luis de Ojeda (que se hacía llamar 'Luis Pecador'), quien quiso establecer un hospital para negros. Con las limosnas que obtuvo, compró el sitio para su construcción. Pero su confesor, el franciscano Juan de la Roca, lo persuadió para que su hospital lo dedicara a acoger niños expósitos, ya que había presenciado la horrenda imagen de perros comiendo cadáveres de esas criaturas. Con nuevas limosnas se estableció el hospital que albergó a los huérfanos, cuyo nombre fue 'Nuestra Señora de Atocha'.
Judíos (cuadra 2 del jirón Huallaga).- Se llamó así a partir de 1613 cuando, según el cronista Bernabé Cobo, colocaron en la mampara de la Catedral, correspondiente a esta calle, una pintura del suplicio de los judíos por la Santa Inquisición, y que causaba una conmoción religiosa a la gente que transitaba por allí. Otra versión dice que en la puerta lateral de la Catedral que daba a esta calle se colocaban tablillas con los nombres de los judíos acusados de herejía. En 1850 Manuel Atanasio Fuentes dijo que en esa puerta, llamada 'Judíos' estaban los nombres y las figuras de los judíos herejes.
Calle Judíos y postal de la calle Mariquitas a inicios del siglo XX.
Mariquitas (cuadra 3 de Moquegua).- Según Ricardo Palma, en 1758 vivía en Lima el alférez Basilio García Ciudad, quien improvisó una décima a tres señoritas, de nombre María, que vivían en esta calle: Mi cariño verdadero dijera a alguna de las tres,/ mas lo fuerte del caso es/ que yo no sé a cuál más quiero./ Cada una es un lucero,/ las tres por demás bonitas,/ congojas dánme infinitas,/ y para hacer su elección/ no atina mi corazón/ entre las tres Mariquitas.
Otra versión afirma que en esa calle vivían Mariquita Villa Díaz (mujer agraciada y dueña de una tienda bien surtida) Mariquita Dalón (igual que la primera), Mariquita Antonia Cándara (hermosa dama y dueña de una casa), Mariquita Castín (otra bella que tocaba el arpa) y Mariquita Soria (dama llena de virtudes y gracia). Por ello, se llamó a esta calle de las 'Cinco Mariquitas'.
Santa Clara. (Cuadra 9 de Áncash). Debe su nombre a que en ella se encuentra el Monasterio de Santa Clara, instituido por Santo Toribio de Mogrovejo en 1605. Al final de la calle, en su intersección con el jirón Jauja, se encontraba el Molino de Santa Clara, edificación de mediados del siglo XIX, que funcionó hasta las primeras décadas del siglo XX. Tenía en su fachada, 18 estatuas de mármol de tamaño natural, traídas desde Italia por su dueño.
Calle Santa Clara (jirón Áncash) ayer y hoy.
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