martes, 18 de julio de 2017

Piolinadas

Precavidos

Una bonita mujer rubia conduce por la carretera con su nuevo coche deportivo cuando algo funciona mal y el coche se detiene. Afortunadamente, ella está cerca de una granja.

Acude a la granja y llama a la puerta. Cuando el granjero responde, le dice: "Es domingo por la noche y mi coche se averió, no sé qué hacer, ¿puedo quedarme aquí por la noche hasta mañana cuando pueda conseguir algo de ayuda?"

-Bueno -dijo el granjero-, puedes quedarte aquí, pero no quiero que hagas nada con mis hijos Jed y Luke.

Ella mira a través de la puerta y ve a dos hombres de pie detrás del granjero. Ella cree que más o menos tendrán 20 años. 

"Está bien," dice la joven. Pero cuando todos se han ido a la cama la mujer comienza a excitarse pensando en los dos chicos en la habitación.

Así que ella entra en silencio en su habitación y dice: "Chicos, ¿Queréis que os muestre los caminos del mundo?" Ellos responden: "¡Síiiiii!"

Ella dice: "Lo único que no es quiero quedarme embarazada, así que tenéis que usar estas gomas".

Los chicos se ponen los preservativos y pasan toda la noche juntos.

Cuarenta años después, Jed y Luke están sentados en el porche delantero, balanceándose hacia adelante y hacia atrás. Jed dice: "¿Te acuerdas de esa mujer rubia que vino aquí hace unos cuarenta años y nos mostró los caminos del mundo?"

-Sí -dice Luke- lo recuerdo

-Bueno, ¿te importa si ella se queda embarazada?

-No -dice Luke-, no lo creo.

- "¡Vamos a quitarnos estas cosas entonces!"

El perro católico

Un granjero llamado Miguel vive solo en la campiña irlandesa con su perro, compañero fiel desde hace muchos años. El perro finalmente muere.

Entonces Miguel acude al párroco del lugar y le dice: "Padre, mi perro ha muerto, ¿podría celebrar una misa por él?"

El sacerdote Don Patricio le responde al granjero: "No, no podemos ofrecer oficios para un animal en la iglesia, pero hay una nueva iglesia al final de la carretera y tal vez ellos puedan hacer algo por el animal".

Miguel dice: "Ahora mismo iré. ¿Cree que 50,000 dólares serán suficientes como donación?"

Y el cura responde: "¿Por qué no me dijiste antes que el perro era católico?"

Las caídas

Un viejo sacerdote de una pequeña comunidad estaba harto de que todo el pueblo cometiera adulterio.

Un domingo, en el púlpito, dijo: "¡Si oigo a una persona más confesar adulterio, dejaré esta Iglesia!"

Como a todos los parroquianos les gustaba este sacerdote, se les ocurrió una palabra clave. Cuando alguien cometía adulterio dirían la palabra 'caído'.

Esto parecía satisfacer al viejo sacerdote y las cosas iban bien, hasta que el sacerdote murió de vejez.

Una semana después de que llegara el nuevo sacerdote, este visitó al alcalde de la ciudad y parecía muy preocupado.

El sacerdote le dijo: "Tiene que hacer algo con las aceras en la ciudad. Cuando la gente entra en el confesionario, siguen hablando de haber caído."

El alcalde empezó a reír, dándose cuenta de que nadie le había dicho al nuevo sacerdote sobre la palabra clave.

Antes de que el alcalde pudiera explicar, el sacerdote se dirigió al alcalde y le dijo: "No sé de qué se está riendo, su esposa se ha caído tres veces esta semana."

El cielo y el infierno

Un hombre, que en la tierra fue muy bueno, muere y se va al cielo. Allí llevaba disfrutando de la eternidad, pero un día le pide a Dios:

- Dios mío, permíteme conocer el infierno por una noche, para saber de qué me perdí.

Y Dios, en su infinita bondad, le dice:

- Si es tu voluntad, que así sea.

El hombre se marcha esa noche al infierno. En la entrada encuentra con unas escaleras, las sube... Atraviesa la puerta de entrada y ve por doquier luces de neón, dando paso a una especie de edén surcado por ríos de whisky y con las mujeres más hermosas del universo.

Allí pasa una noche inolvidable, pero por la mañana regresa al cielo. Habla con Dios y le manifiesta su deseo de mudarse definitivamente al infierno.

Dios nuevamente acepta. Arreglados todos los asuntos, pone rumbo de nuevo hacia el infierno. Sube las mismas escaleras y se abre nuevamente la puerta, pero esta vez cae a una pila gigantesca de azufre hirviente. Se hunde en ella; mientras el diablo lo punza con su tridente... 

Con esfuerzo el hombre logra colgarse del borde. Saca la cabeza, mira al Diablo y le pregunta:

- Pero, ¿qué es esto? Yo estuve aquí la semana pasada y todo era maravilloso...

Y el Diablo responde:

- Claro, pero una cosa es el turismo y otra la inmigración.

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