Pocos recuerdan a un ilustre peruano, que luchó contra ingleses y españoles por la liberación de Uruguay y Argentina, gobernó este último y, como director de Buenos Aires, convocó al Congreso de Tucumán que proclamó su independencia, y contribuyó a la formación de la Expedición Libertadora encabezada por San Martín.
General Álvarez Thomas.
La República de Argentina celebra la declaración de su independencia de España el 9 de julio; el Perú conmemora la suya cada 28 de julio.
En esa fecha los peruanos rendimos homenaje al general argentino José de San Martín que independizó Chile, proclamó la independencia del Perú y nos gobernó, en la etapa republicana inicial, con el título de Protector.
Los argentinos, en cambio, recuerdan al general peruano que luchó por la independencia de Uruguay y de Argentina, gobernó esta última con el título de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que incluía a Paraguay y Uruguay; convocó al congreso en que estas proclamaron su independencia, y organizó y aprovisionó al Ejército Libertador, que liberó a Chile y Perú.
Nos referimos a Ignacio Álvarez Thomas, nacido en Arequipa el 15 de febrero de 1787, hijo del brigadier Antonio Álvarez Jiménez, gobernador intendente de la corona española en Lima; y la barcelonesa María Isabel Thomas Ranze.
Por algún tiempo, vivió junto a su familia en Lima, pero esta viajó a Buenos Aires, donde se asentó 1797, cuando su padre fue llamado por el servicio español.
Álvarez Thomas se enfrentó a los ingleses durante la defensa de Montevideo el 3 de febrero de 1806, formando parte de un escuadrón de caballería. Luchó heroicamente y cayó prisionero de los ingleses al ser abatido por diez heridas de bayoneta y una de bala. Conducido a un hospital, no fue trasladado a Inglaterra como prisionero –como muchos otros- porque la gravedad de sus heridas no lo permitía.
Vencidos los ingleses de la segunda invasión en las gloriosas jornadas del 5 y 6 de julio, Álvarez Thomas recuperó la libertad a consecuencia de la capitulación de los agresores.
Ascendido a capitán, comandó la cuarta compañía del Regimiento Granaderos del Virrey para defender a Santiago Antonio María de Liniers, gobernador de Buenos Aires, a quien los españoles querían derrocar por su origen francés.
Congreso de Tucumán. Acta de la declaración de la independencia argentina.
Posteriormente, con el grado de teniente coronel, participó en la Revolución de Mayo (25 de mayo de 1810), que acabó con la dominación española en Argentina. Por ello se le confió el mando del Regimiento N.° 4, y fue nombrado después gobernador de la provincia de Santa Fe, el 23 de febrero de 1814.
Se incorporó luego a las fuerzas que sitiaban Montevideo, y al ser rendida esta plaza fue promovido a coronel; recibió el título de 'Benemérito de la Patria en grado heroico', y se le encargó la gobernación, a la cual renunció por desavenencias con el general Gervasio Artigas.
De vuelta a Buenos Aires, encabezó el ejército que promovió el rechazo de las tendencias favorables al reinado de un príncipe español o al protectorado inglés, y se pronunció a favor de la independencia absoluta.
Fue elegido, entonces, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 20 de abril de 1815, cargo desde el cual hizo que las armas libertadoras pasaran a la ofensiva además de organizar la hacienda pública y fundar una academia militar.
Así mismo, envió refuerzos a los ejércitos que operaban en el Alto Perú, y apoyó con largueza las peticiones del general San Martín para organizar el Ejército Libertador, atendiendo a la carta que le dirigiera el 29 de febrero de 1816, en la que el Libertador le exponía su plan para avanzar sobre Chile y luego conquistar Lima.
En 1816, como mandatario de Buenos Aires, reunió al Congreso de las Provincias Unidas (que incluía a Paraguay y Uruguay), también llamado Congreso de Tucumán -entre cuyos miembros figuraba el moqueguano José Darregueira, diputado por Buenos Aires-, que proclamó la independencia de Argentina el 9 de julio de ese año.
Pasó a la vida privada; volvió a tomar las armas para pacificar Santa Fe; fue ascendido a general y elegido diputado por Buenos Aires en 1821; nombrado ministro plenipotenciario en el Perú (1824) y Chile, y comandante general de armas (1828), y se estableció en Montevideo cuando la dictadura de Juan Manuel Rosas, a cuya caída retornó a Buenos Aires.
Fue él quien, a decir de los historiadores, consiguió la cimentación del Estado y de la nación argentina, a la que le dio "la potencialidad necesaria para los altos fines relacionados a la libertad del resto del continente sojuzgado".
Álvarez Thomas fue un americanista en toda la extensión de la palabra, cuya pasión por las armas corría pareja con sus ansias de libertad y el deseo de ver a América libre de la dominación española e inglesa. Falleció en Buenos Aires el 19 de julio de 1857, a los 70 años de edad.
El joven Ignacio ingresó como cadete del 'Regimiento Milicias de Lima' a los 8 años. A esa edad inició su carrera militar y política que lo convirtió en libertador a quien nuestros hermanos argentinos recuerdan con gratitud.
Y nosotros, con orgullo.
Casa del Congreso de Tucumán, antes y hoy. San Miguel de Tucumán en 1816.
"Olvídate de quien te dio el ser…"
Asumir la posición independentista le costó caro al general Álvarez Thomas, familiarmente hablando.
En sus 'Memorias', escritas en 1839, él dice: "Mi empeño en la causa de la libertad fue recibido por mi familia con el mayor desagrado, que como consagrada toda ella a la defensa del Trono, vio con mucho pesar que uno de sus hijos se convirtiese en lo que entonces llamaban 'insurgentes'. Mi madre que tenía una grande predilección por mí, hizo los mayores esfuerzos para arrancarme de la Revolución, ofreciéndome ventajas en el ejército realista, luego que me presentase en Lima; y cuando conoció mi resistencia cortó toda comunicación. Después de muchos años y ya desde España, la restableció con igual cariño; lo mismo hicieron mis hermanos. Mi padre había ya muerto."
Recuerda también que su madre le espetó: "De qué te ha servido derramar tu sangre, estar cubierto de heridas, si ahora te cubres de infamia."
Cuando en 1824 regresó al Perú como Plenipotenciario argentino, fue a visitar el sepulcro de su padre. Frente a él, recordó el momento en que, luego de abrazar la causa independentista, su padre le dijo: "Olvídate de quien te dio el ser después de Dios", y le dio la espalda.
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