En 1824, cuando la República del Perú aún gateaba, ya era víctima del cáncer de la corrupción de sus funcionarios. Por ello, el libertador Simón Bolívar, por entonces Protector de esta patria, no le quedó más remedio que dictar la pena de muerte para los que metieran uña al Estado. Cuanta falta hace ahora, sería cuestión de “ponerla al día” aumentando las penas de por vida.
"Todo funcionario publico a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o tomado para si de los fondos públicos de diez pesos para arriba, queda sujeto a pena capital".
Ayudemos a que nuestros hijos tengan un futuro decente y una sociedad digna de recordar.
ResponderEliminar¿Y en qué quedo ese dispositivo? ¿Hubo condenados a muerte?
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