Dicen, y quizá no sea infalible, que el matrimonio es la tumba del amor. Debe ser. Porque, ¿cuándo hemos escuchado a un hombre contento con su bruja, o a una mujer satisfecha del imbécil que le tocó en suerte, al cabo de diez años de convivencia? Atrás quedan las promesas de amor eterno, que contigo pan y cebolla, que felices comiendo perdices, y otras infalibles por el estilo. Cuando se descubre el verdadero ogro (u ogra) al (o a la) que se prometió amar hasta que las muerte los separara, y que estaba disfrazado(a) de oveja antes de, no dejamos de maldecir al estúpido (o a la estúpida) que nos convenció a meter la pata, con su cantaleta que el matrimonio es (era) lo más perfecto del mundo. La verdad es dura, pero es más dura la verdura. ¿O no?
"Amor eterno"
O
"Nunca te olvidaré"
O
"Romance ejemplar"
O
"Amarte es mi destino"
O
"Hostal residencial"
O
"Spray prolong (USA)"
O
"Adiós impotencia"
O
"Experto en amarres"
O
"Pusanga legítima"
O
"Perfume astral"
O
"Hombre libre"
O
"Clínica ginecológica"
O
"Centro de masajes"
O
"Soltero y sin compromiso"
O
"Servicio completo"
O
"Agencia de empleos"
O
"Exclusivo para señoritas"
O
"Exclusivo para caballeros"
O
"Anticonceptivo"
O
"Hotel cinco estrellas"
(Continuará)
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