Muchos de los sufridos hinchas del seleccionado peruano de fútbol, estuvieron esperanzados en que la historia se repitiera: que el Perú volteara el partido y ganara 3 a 2 a la selección Venezolana, como lo hiciera el 2 de junio de 1970 frente a Bulgaria en el Mundial de México 1970.
En aquella oportunidad, nuestro país acababa de sufrir la tragedia de Yungay, y ahora estamos experimentado los graves daños ocasionados por el 'Niño costero'.
Con ese resultado el Perú se ubica en el octavo lugar de los diez equipos participantes, con 15 puntos, pese a lo cual algunos comentaristas insisten en recurrir a las matemáticas para mantener nuestras posibilidades de lograr un cupo para el Mundial Rusia 2018.
Es fácil: lo único que tienen que hacer es obtener los 10 puntos que nos faltan para entrar al repechaje. Y los tendrían que lograr en los cinco partidos que nos faltan. Solo deben obtener dos tercios de los 15 puntos que estarán en juego.
Tres de los partidos serán como locales (que se deben ganar sí o sí, para obtener 9 puntos) y dos como visitantes (y empatar uno, cuando menos, para sumar los 10).
Claro, la cosa no se ve difícil si dejamos de lado que nuestros rivales cuentan con igual número de jugadores, que también buscan clasificarse y tienen hambre de gol. O sea, que estén conformados por cojos y mancos. ¿Quiénes son ellos?: Uruguay, Bolivia, Ecuador, Argentina y Colombia, 'equipitos de barrio' para los optimistas.
Nuestros comentaristas insisten en que las matemáticas nos favorecen, y repiten la frase del director técnico, Ricardo Gareca: "Considero que tenemos chance todavía."
Pareciera que el buen entrenador no conoce de la historia del fútbol peruano o aún no ha comprendido a cabalidad la mentalidad del jugador peruano.
El jugador Renato Tapia se mostró complacido por la remontada del equipo para lograr el empate, y porque "van dos partidos que no perdemos fuera de casa".
Gareca añadió: "Lo más rescatable es que pudimos empatar en una situación adversa, pudimos haber ganado también, el equipo intentó jugar en un campo de juego bastante incómodo." Si mi abuelita viviera…
Palabras más, palabras menos las venimos escuchando desde hace treintaicinco años –después de nuestra última participación en el Mundial de España 1982-, para explicar y justificar los empates y derrotas, no solo del seleccionado sino también de los equipos que logran participar en un torneo internacional.
Para citar un caso patético, recordemos que el recordado técnico Maturana se mostró complacido por la actitud del equipo peruano, que le permitió igualar un marcador adverso frente al seleccionado de Haití, que ocupaba el lugar 99 en el ranking mundial de la FIFA; y cuando fuimos vencidos por la sección de EE. UU., que estaba aprendiendo a jugar fútbol. Fue en la Concacaf 2000.
No queremos reconocer, o nos resistimos a aceptar, nuestras limitaciones y como en muchos pasajes de nuestra historia nacional, la verdad ha sido ocultada para mostrar a las generaciones venideras la falsa imagen de un Perú triunfador, al punto de considerarnos una 'academia' del fútbol sudamericano, superior a Argentina y Uruguay, y casi a la altura de Brasil, nada menos. Y así hemos llegado a hoy.
Seguimos leyendo y escuchando comentarios favorables por esos hermosos triunfos morales, esos con que solemos contentarnos como una forma de compensación (moral también) a tantos sinsabores de la vida diaria.
Y seguiremos así, por muchos años. Porque dudamos que las cosas cambien, mientras no cambie (o cambiemos) la mentalidad del futbolista peruano; formemos nuevos valores desde abajo, pero evitando que estos escojan la vida alegre, fácil y dispendiosa apenas les llega algún dinero a los bolsillos.
Este es, señores, como dice el título de la nota, el fútbol que nos vendieron… y nos siguen vendiendo, habría que añadir.
En todo caso, si usted, amable lector, es hincha acérrimo de nuestro seleccionado y considera que Diosito no ha cambiado su nacionalidad peruana, no haga caso a nuestros comentarios. Unámonos para seguir los consejos de los comentaristas y relatores deportivos, que en cada oportunidad nos bombardean con la frase: "Apoyemos a nuestra selección".
Sí, apoyemos, pero recordando siempre lo que decía el 'Che' Guevara: "Seamos realistas: exijamos lo imposible".
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