La semana que
pasó estuvo plagada de noticias en las que el periodista no era el autor de las
informaciones sino la noticia misma. Es
decir, el antiperiodismo en todo su esplendor. Lo peor de todo es que esos
‘periodistas’ aparecían como los personajes más destacados de este “mejor
oficio del mundo”, como decía ‘Gabo’, como ganadores del premio Pulitzer, poco
menos.
Uno de ellos era
el impresentable ‘periodista’ de nombre, cuyo nombre no escribo para no manchar
nuestro blog, aunque con mucho seguidores entre la estúpida audiencia que le
sigue los pasos (esa audiencia inculta que gusta de los escandaletes que esos
personajes suelen originar).
A la otra, bien
llamada ‘urraca’, la mayoría de medios –con el decano a la cabeza- le dedicaron
espacios que ya lo quisieran quienes luchan por rescatar nuestros valores. Ese
espacio, por ejemplo, que le negaron todos los medios a la marcha realizada el
jueves 2 de marzo por representantes de todos los colegios profesionales para
protestar contra la corrupción reinante en nuestro país.)
En verdad, ellos
no tienen la culpa de lo que son y hacen para ganarse los frijoles. Son los
todopoderosos dueños de los medios quienes lo convierten en ídolos de pacotilla
para aumentar sus ingresos. Les importan un pepino que no sean periodistas,
amparados en una absurda ley dictada por el Parlamento fujimorista. Los
verdaderos periodistas, los que ejercen la profesión con ética y decencia, no
son del interés de los medios.
Son esos
periodistas con decencia que, en un caso, han preferido renunciar a su trabajo
antes que compartirlo con ese sujeto despreciable; y, en otro, se han negado a
compartir el espacio en el que la exconvicta hace de narradora y comentarista.
Por estupideces como esas, alimentadas por los propietarios de los medios de comunicación, en uso de la imperante libertad de empresa (la llamada ‘libertad de prensa’ es una de las tantas mentiras infalibles de nuestra vida diaria), es que los verdaderos periodistas estamos tan desprestigiados como los políticos. Por culpa de algunos estúpidos, se mete en el mismo saco a moros y cristianos.
Pese a estos, y
otros ejemplos, hay voces académicas que afirman que hoy se ejerce mejor
periodismo que antes. ¿En qué mundo vivimos, por Dios?
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