miércoles, 5 de abril de 2017

Previsoras obras hidráulicas prehispánicas

En un informe anterior ('Nuestros antepasados dominaron la naturaleza: Sistemas hidráulicos preincas e incas') nos referimos a los sistemas hidráulicos que pusieron en práctica los antiguos ingenieros peruanos, que revelan su adelantado conocimiento y talento científicos. Veamos ahora otros ejemplos de esas obras que se mantienen en el tiempo, dignos de tener en cuenta cuando se inicien los trabajos de reconstrucción de las zonas afectadas.


 

 

 

Canal de Cumbemayo

Nuestros antepasados preincas e incas realizaron casi todo tipo de obras: embalses, represas, canalización de ríos, obras de protección de arroyos, desviación de aguas, acequias, acueductos y canales de riego y de abastecimiento público, entre otras.

Pero son los canales y acequias las obras de ingeniería más notables, caso del canal de Cumbemayo, construido a 3,600 msnm, a 7.5 km de la ciudad de Cajamarca. Sus 9 km de longitud se alimentan de aguas pluviales almacenadas en las laderas occidentales cordilleranas.

Esta admirable obra de ingeniería hidráulica es un notable testimonio de destreza singular. Fue labrado sobre roca viva y finamente decorado con enigmáticos petroglifos durante el período preincaico.

Muchos de sus tramos poseen entre 35 y 50 cm de ancho y de 30 a 65 cm de profundidad. Además se utilizaron grecas y ángulos rectos, túneles y codos en zigzag con el fin de disminuir la velocidad de las aguas, y a la vez, evitar la erosión del terreno. Su finalidad era de derivar y aprovechar las aguas de la vertiente del Pacifico al Atlántico.

Si nuestros antepasados pudieron construirlo con tanta perfección y sobre roca viva, sin las herramientas hoy existentes (recordemos que ni siquiera conocían la rueda), ¿por qué no imitarlo con todos los adelantos tecnológicos existentes en la actualidad?

Canal de Huirucatac

Este canal, ubicado a 4,500 metros de altura en la Cordillera Negra, nace en la laguna Huari, en el valle de Jimbe, distrito de Andrés Avelino Cáceres, provincia de Santa, departamento de Áncash, en la parte alta de la cuenca del río Nepeña.

Mediante un sistema canales, de más de 100 km, deriva sus aguas a las lagunas Coñoc Ranra, Capado y Tocanca, interconectadas entre sí, y abastece a más de 30 mil ha de tierras agrícolas del valle del Santa.

En mayo de 2016 se hizo un estudio sobre el estado de conservación de este canal, que demandó el uso de una considerable fuerza humana en condiciones geográficas adversas, lo que denota el alto nivel de organización social y político de las sociedades progresistas que habitaron el territorio jimbeño desde tiempos inmemoriales.

En sus diferentes tramos el canal fue construido de acuerdo a las condiciones geográficas y el relieve por donde se diseñó su trazo, empleando materiales del área.

En algunos casos bastó realizar aplanamientos del relieve; en otros, erigir muros de contención de uno a ocho metros de altura, levantados con rocas rústicas de cerro, y en algunos tramos se tuvo que horadar la roca para darle paso al trazo del canal.

Los estudiosos han hallado signos de haber sido diseñado también para los valles de Nepeña y Lacramarca.


Acueductos de Nasca

Son más de 30 galerías que cruzan todo el valle de Nasca y conducen las filtraciones de los ríos Aija, Tierra Blanca y Nasca por tramos subterráneos (socavones) y tramos descubiertos (zanjones). Los primeros tienen chimeneas de sección helicoidal cada cierto tramo (entre 50 y 120 m), para realizar el mantenimiento y mantener el régimen de flujo uniforme, que no causa erosión ni sedimentación. Las chimeneas, de 47 m de longitud en promedio, facilitan su mantenimiento. Sus paredes están revestidas con piedras de canto rodado y mantienen su estabilidad a pesar de los fenómenos naturales, como el terremoto de 1996. Las aguas que discurren por estas galerías eran recibidas en reservorios o cochas y de ahí se distribuían a los campos de cultivo.

Actualmente se encuentran peligro, debido a la expansión urbana.


Chimeneas de sección helicoidal construida con roca de canto rodado y sin aglomerante

Santuario del agua en Tipón

Otra muestra emblemática de la sabiduría hidráulica inca en Tipón, poblado ubicado a 23 km al sudeste del Cusco a 3,560 msnm, en el distrito de Oropesa, provincia de Quispicanchis. Fue un adoratorio mayor donde se rendía culto al agua con el cuidado y la veneración que los incas daban a este elemento. El complejo ha sido distinguido por la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles (ASCE, por sus siglas en inglés) como Maravilla de la Ingeniería Civil.

El respeto al entorno natural y la tecnología usada para movilizar las aguas de los manantiales son un modelo de ingeniería hidráulica al servicio del hombre y la naturaleza. Es el único complejo inca en perfecto funcionamiento, y aún sirve para abastecer a la población que habita la zona actualmente.

Sus impresionantes andenerías contienen 13 terrazas en forma de pequeñas canchas de fútbol de tierra fértil y sus muros de contención están fabricados con piedras labradas. Sus canales de piedra llevan agua por caminos rectos, curvas perfectas, caídas de agua, desfogues o desagües o por debajo de otras aberturas de laja en un alucinante sistema de alimentación pluvial.


Ciudadela de Caral

Algo que sorprende es que la ciudadela de Caral, en el valle de Supe, a 182 km al norte de Lima, con una antigüedad de 5,000 años, considerada la civilización más antigua de América y declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, por la UNESCO, no haya sido afectada por las lluvias e inundaciones que azotan la costa norte de nuestro país.

Esta es una muestra más de que nuestros antepasados conocían el territorio y lo manejaban de acuerdo con las condiciones que lo caracterizaban. En el caso del territorio andino, identificaron cambios periódicos en el caudal de los ríos, y por tanto no establecieron sus centros urbanos en el valle.

En Caral, los antiguos edificaron 25 centros urbanos, ciudades, pueblos y aldeas, y ninguno ha sido afectado por el río Supe, como lo destaca Ruth Shady, responsable del proyecto Caral. Esto significa que supieron prever los desbordes de los ríos o la furia de la cochamama ('madre de las aguas').

Prueba de que nuestros ancestros eran también excelentes urbanistas.

En el pasado, un río podía crecer, salirse de su cauce, pero no afectaba viviendas ni campos de cultivo, porque tenían un bosque ribereño en sus márgenes.

En el caso del río Supe, el bosque ribereño estaba conformado por árboles de huarango, que tiene raíces que se extienden y evitan que el río se desborde.

La arqueóloga Shady recuerda que hace diez años se ejecutó un proyecto para encausar el río Supe. Hoy este se ha salido de su cauce, interrumpido la carretera e impedido el ingreso a Caral. Ergo, el encauzamiento no fue hecho adecuadamente.



Ciudadela de Caral

La actual Plaza de Armas del Cusco, que en tiempos de los incas era conocida como Aucaypata o Huacaypata, fue dividida mediante la canalización del río Saphi en todo su recorrido urbano, y la parte que atravesaba la plaza fue tapada a modo de túnel.

A lo anterior se sumó la canalización del río Tullumayo, llamado 'río de huesos' porque "mojaba las vértebras del dios".

En su libro 'Cusco en 1835', José María Blanco señala que la ciudad estaba unida por 23 puentes de piedra labrada alineadas de trecho en trecho: 14 sobre el río Tullumayo, 6 sobre el Saphi y 3 sobre el río Pijchu.



Cusco: Canalización del río Tullumayo. Puente en Santa Teresa. Calle Shapi en 1906. Canales subterráneos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario