domingo, 30 de abril de 2017

Actualidad

Los héroes del 4 de mayo

 

La ciudad de Filadelfia, cuna de la independencia norteamericana, se vio convulsionada en 1827 cuando el gremio de carpinteros, a los que se sumarían los trabajadores gráficos y los albañiles, iniciaron huelgas reclamando la reducción de la jornada de trabajo, 12 a 14 horas entonces, a 10 horas. La agitación se extendería después a otras ciudades como Manhattan, Nueva York, Chicago, Illinois y otras. Había comenzado una larga lucha que culminaría 59 años más tarde en los famosos días de mayo de 1886.

Cuando el 21 de abril de 1756, los obreros de Australia conquistan por primera vez en el mundo las 8 horas de trabajo, los obreros norteamericanos empiezan a enarbolar la bandera de: 8 horas de trabajo, 8 horas de recreación y 8 horas de descanso.

En 1864, al crearse la Primera Internacional en la ciudad suiza de Ginebra, se da inicio a la agitación universal por la nueva jornada laboral. El 13 de enero de 1873, la sección norteamericana convoca en Nueva York a una impresionante y gigantesca manifestación, que es reprimida a balazos por la policía.

Después de esos combates, nace en Pittsburgh la American Federation of Labour (AFL) y lanza la consigna para una gran huelga general el 1 de mayo de 1886. Ésta se convierte en la más grande movilización laboral, con 500 mil huelguistas en todos los estados de la Unión. Ese mismo día, el gobierno sancionó definitivamente la demanda de los trabajadores… Pero la burguesía patronal quiere cobrarse caro esa derrota. Y entonces viene lo de Chicago.

En esa ciudad la huelga alcanza otros ribetes: la Unión Obrera Central y la Asociación de Trabajadores, alentados por Arbeiter Zeitung, periódico anarquista, dirigido por Augusto Spies, y The Tempest, a cargo del socialista Albert Parsons, convocan a una movilización para el 4 de mayo en la Plaza Haymarket de Chicago, para protestar contra la brutalidad de la policía.

  

Antes y después de la explosión en Haymarket, y la carga policial contra los manifestantes.

 

Cuando escuchaban las palabras del dirigente Samuel Fielden, los 15 mil obreros reunidos sintieron la explosión de una bomba arrojada por desconocidos. El saldo: 7 policías muertos y 54 heridos. La consecuencia: 9 dirigentes enjuiciados.

Los periodistas Adolf Fischer (30), Parsons (38) y Spies (31); Michael Schwab (33), tipógrafo; Louis Lingg (22), carpintero; George Engel (50), tipógrafo; Samuel Fielden (30), pastor metodista y obrero textil; y Rodolfo Schnaubelt (39), obrero y cuñado de Schwab, son condenados a muerte el 20 de agosto de 1887; y Oscar Neebe (36), vendedor, a 15 años de trabajos formados. (Lingg se suicida el 10 de noviembre; a Fielden y Schwab se les conmuta la pena por la de cadena perpetua, y Schnaubelt, no es localizado. Los otros cuatro son ahorcados el 11 de noviembre de 1887).

 

Los mártires del 4 de mayo de 1866. Luchadores laborales condenados a la horca.

 

La historia demostraría que se trató de un juicio falso y escandaloso, con una condena preestablecida y destinada a condenar a los responsables de un atentado que ni pensaron ni organizaron.

La muerte de los mártires de Chicago conmueve a Europa, donde la lucha por la conquista de las 8 horas continúa en plena efervescencia. Los socialistas, inspirados por Marx y Engels, convocan a un congreso en París, al cual asisten 21 países, entre ellos Argentina, el único país latinoamericano que se hace presente.

En esa reunión se acuerda organizar una gran manifestación internacional para el 1 de mayo de 1888, a solicitud de la AFL y en conmemoración de la primera huelga general que llevaron a cabo y que concluyó con la muerte de los hoy 'mártires de Chicago'.

El proletariado peruano acogió las ideas de los obreros europeos con cierto retraso, como anteriormente ocurrió con las ideas independentistas, e inspirados por Manuel González Prada, en su famoso discurso del Politeama en 1905, iniciaron sus demandas. Un primer triunfo fue logrado el 4 de enero de 1913, cuando los jornaleros del Callao obtienen para sí la jornada de 8 horas de trabajo. El triunfo final lo lograrían el 15 de enero de 1919, con la firma del decreto que generalizó ese horario para todos los trabajadores del país.

 

González Prada en el Politeama, 1905. Paro de trabajadores en Lima, 1929.

 

Han transcurrido 151 años desde los sucesos de Chicago y el mundo no olvida a aquellos nueve trabajadores que pagaron con su vida el haber arrancado de los antiguos patrones una jornada laboral más justa y más humana.

Honor y gloria a todos ellos.

 

 

 

 

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