viernes, 31 de marzo de 2017

Las pícaras andanzas de un falso inca

PERSONAJES OLVIDADOS

Obra del historiador y periodista
argentino Roberto Payró
En la historia de nuestro país, existen personajes de cuyas andanzas poco hablan los textos oficiales de historia, pero que por sus hechos, heroicos o no, épicos o trágicos, merecen ser conocidos más ampliamente por todos.

Tal el caso de Pedro Chamijo o Pedro (o Francisco) Bohórquez, personaje que bien podría ser motivo de una novela picaresca y que engañó a cuantos se cruzaban en su camino, fuese virrey, oidor o encomendero; gobernador u obispo, misionero o indígena.

Pocos escaparon a sus embustes y audacias, que puso en peligro la gobernación de Tucumán, entonces parte del virreinato peruano. Su genio de embaucador lo convirtió en un personaje de tal importancia que la historia no ha dejado de ocuparse de él.

Gobernaba estos reinos el décimo séptimo virrey, Luis Enríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste (1655-1661), cuando la noticia del alzamiento de los indios calchaquíes, en Tucumán, vino a perturbar su tranquilidad. Encabezaba la rebelión un pícaro andaluz, que se hacía pasar como descendiente de los incas, y con más ganas de correr aventuras que de trabajar.

El falso Inca
Chamijo o Bohórquez había llegado al Callao a los 18 años de edad. En 1620, en Pisco, casó con una chola cuyo padre al morir le dejó algunas haciendas. Él las vendió en Jauja, y se estableció en Huanta, de donde tuvo que huir para refugiarse entre los indios. 

Volvió a Lima y convenció al XV virrey Pedro de Toledo y Leyva, marqués de Mancera (1639-1648), para que le diera un séquito de 40 hombres y llevar a cabo sus empresas. Con ellos, conquistó el Cerro de la Sal y se apoderó de los pueblos de Sibis, Pucará y Collar, habitados por gente procedente de Tarma, Acobamba y Tapo.

Asentado en Quimiri, a orillas del Chanchamayo, incursionaba en tierras vecinas, y fue denunciado ante el virrey. Este envió al capitán Juan López Real, quien lo redujo y trajo a Lima. El cuentista fue confinado en la cárcel de Valdivia (Chile).

En ese lugar, el muy taimado aprendió a construir cañones de madera y se valió de esto para salir libre y obtener el grado de capitán de infantería en Concepción, de donde también tuvo que huir perseguido por el presidente de Chile.

Aparecía de vez en cuando en el Callao, La Paz y La Plata, diciendo que conocía la ruta al Paititi y cómo llegar al tesoro escondido de los incas.

Fue preso en La Plata, y aun 'con grillos y cadenas', convenció al presidente de la Audiencia, Juan de Lizarazu, para que lo recomendara ante el rey de España. 

En Potosí se hacía pasar como hijo de nobles granadinos, pero al verse reconocido por un sacerdote, debió huir nuevamente.

Reapareció en Tucumán como líder de los indios calchaquíes, a quienes había convencido que era hijo de Huayna Cápac, y su mujer -joven mestiza que trajo de Chile-, una Coya. Así, convenció al gobernador, Alonso Mercado Villacorta, para que lo apoyara y recomendara ante las autoridades de la jurisdicción. 

Mercado creyó que gracias a Bohórquez podía evitar la rebelión de los fieros e indómitos calchaquíes, y llegar al oro de sus antepasados. En tal creencia, invitó al usurpador a una entrevista el 30 de julio de 1657 en el villorrio de Londres, en Catamarca. La reunión fue precedida del repique de las campanas de todas las iglesias de Tucumán, y se realizó en medio de torneos, competencia entre caballeros, escenificaciones teatrales, alardes de poder y grandes honores por ambos lados.

Pedro Chamijo (Bohórquez o Huallpa Inca).
Sublevación de indios cachalquíes
Nuestro héroe fue autorizado a continuar entre los indios como lugarteniente del rey y a usar el título de Inca, haciéndose llamar Huallpa Inca. En tal condición, era llevado sobren litera en hombros de los calchaquíes, vistiendo lujosas vestimentas de rey inca, donadas por el propio gobernador.

Seguro de su posición, empezó a hacer preparativos militares. La noticia fue conocida en Lima, y el virrey Alba de Liste ordenó a Mercado a detener al falso inca, quien desató las hostilidades en 1658, atacando un fuerte y la ciudad de Salta. (Se dice que los indios dispararon tantas flechas que los soldados españoles encendían con ellas el fuego para el mate.) Pero no logró la victoria.

Conminado por las autoridades, Bohórquez se entregó el 1 de abril de 1659. Fue traído a Lima y encarcelado. Su proceso fue largo y culminó a las 11 de la noche del 3 de enero de 1667, cuando la audiencia de Lima, en ausencia de virrey (había muerto el conde de Santisteban y aún no llegaba su sucesor, el conde de Lemos) le leyó su condena.

Una hora después, Bohórquez fue agarrotado, su cuerpo colgado en la Plaza Mayor, y su cabeza, dentro de una jaula, colocada como adorno del puente de Piedra a la entrada del barrio de San Lázaro (Rímac), como testimonio de que así terminan 'quienes no dicen la verdad' y 'los traidores a su rey y señor natural'.

Esta historia, que tiene más de fábula, pero con final trágico, es recordada por pocos estudiosos. La narran, con lujo de detalles, Rubén Vargas Ugarte, en su 'Historia General del Perú', y José M. Valera, en 'El virreinato del Perú'. 

A ellos me remito.

Publicado en el Diario Oficial El Peruano el 30.3.2017

MENTIRAS INFALIBLES

"Prueba de amor"
O
 "Anillo de compromiso"
 O
 "Soy toda tuya"
 O
 "Te volveré a llamar"
 O
 "Nunca me he desvestido ante un hombre"
 O
 "Mejor apaga la luz"
O
 "Sí, me gustó"
 O
 "Te adoro"
 O
 "Qué vas a pensar de mí"

O
 "Nunca me había sentido tan bien"
O
 "Tú eres el primero"
 O
 "Es solo un amigo"
 O
 "Hasta mañana"
 O
 "No tengo para el gas"
 O
 "Aborto sentimental"
 O
 "Lo hago por mis hijos"
 O
 "Hacer el amor"



GRAFITOS IV

EPIGRAMÁTICOS



- ¿Cierto las bodas de Augusto?
- Si, las sé por los testigos:
Quiere el pobre darse gusto.
- Y que se den sus amigos.




O



En una plaza de toros
(sin contar al público)
¿quién merece la estocada?
¿Quién el más estúpido?




0





- ¿Por qué tendrá don Alejo
cara negra como tinta?
- Porque a través del pellejo
toda el alma se le pinta.




0



Tenaz persigue el hombre la riqueza;
mas cuando logra hacerse de pecunia,
le enferma el beso, le constipa el aire
y le produce indigestión la trufa.




0



- ¿Por qué tan gran majadero
Goza tan gran simpatía
Que magnate y caballero
Le rodean a porfía?
- Tiene muy buen cocinero.




0



Por más que pienso y cavilo
no consigo resolver
cuántos pares de canallas
hay en dos hombres de bien.




0



Aunque hoy disponga la ciencia
de más recursos y medios,
se ve con mucha frecuencia
escapar a la dolencia
y morir de los remedios.




0



Con una pobre te casas
y tu buen oficio dejas:
has vivido de tus manos,
vivirás de tu cabeza.1




1(Variante en la obra inédita:)
El carpintero Alcibiades
hecho un burgués de alto rango,
deja el serrucho y la cola:
no vive ya de sus manos,



pero sí de su cabeza…
Alcibiades se ha casado.




0



Cuando topo a ciertas gentes
sin hacerles un saludo,
no es que yo no las conozca,
es que las conozco mucho.




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HOMBRES Y LIBROS




Brunetiére (Ferdinand)



Desesperan al cacumen
sus fraseos intrincados:
pesa un adoquín de plomo
cada renglón de su mano.
Descubrió la bancarrota
de la ciencia; ¡más cuidado!
porque si mucho le apuran
descubre el Mediterráneo




-X-



Campoamor



Excelentes cosas dice
con deficiencia de ritmos:
hace pensar en Apolo
galopando en un pollino.




-X-



Cánovas del Castillo





Una cabeza parlante
en estilo revesado,
un figurón rellenado
con aserrín de pedante.
Monstruo incubado en el cieno
de pungente sacristía,
pudo su sangre de harpía
envenenar al veneno.
Clavar un plomo en su frente
fue grande, noble y humano:
fue suprimir un pantano,



desinfectar el ambiente.





-X-



Carducci



Con muchos bríos y con muchas ínfulas
era un Tirteo de bandera roja;
Acabó por un Píndaro
de viejas rezadoras.




-X-



Castelar



Toda la prosa
castelaresca
no resplandece,
chisporrotea.




-X-



Clemencín



Todos decimos abriendo y leyendo
los Comentarios del buen Clemencín:
- ¡Pobre Cervantes, no supo su lengua!
¡Pobre Cervantes, no supo escribir!
Mas si al Quijote volvemos los ojos,
sin el comento menudo y sutil,
todos pufamos de risa diciendo:
- ¡Qué gran pedante el señor Clemencín!





Manuel González Prada








jueves, 30 de marzo de 2017

Nuestros antepasados dominaron la naturaleza: Sistemas hidráulicos preincas e incas

En las últimas dos décadas el mundo viene luchando contra el cambio climático. Algunos atribuyen su aceleración a la acción del hombre y otros a una acción normal de la naturaleza.

Los climatólogos han advertido siempre que, debido a la cadena de los Andes y sus glaciares, el Perú siempre ha sido (y quizás lo sea en el futuro) uno de los más perjudicados y vulnerables por el fenómeno de El Niño (FEN), pues concentra cerca de un 70 % de los glaciares del mundo. 

Hoy se habla de adecuación al cambio climático, algo que nuestros antepasados, hace cinco siglos, ya realizaban de forma espectacular y hasta ahora sorprendente.

Si elaboramos una línea del tiempo y colocamos en él nuestro relativo corto pasado, y lo hacemos coincidir con la línea de los procesos climáticos en la Tierra, es probable que nuestros antepasados hayan lidiado con una naturaleza hostil que obedecía a un cambio climático quizás menos evidente que el que experimentamos ahora.

Con menos argumentos científicos y técnicos, pero con una gran fortaleza que hoy no tenemos: en particular, el respeto a la naturaleza que se evidencia en la manera como 'gestionaban' las cuencas.

Hagamos un repaso somero de los principales sistemas hidráulicos que pusieron en práctica los ingenieros preincas e incas, que revelan su adelantado conocimiento y talento científicos. Ellos realizaron casi todo tipo de obras, trátese de embalses, represas, canalización de ríos, obras de protección de arroyos, desviación de aguas, acequias, acueductos y canales de riego y de abastecimiento público.


En primer lugar, se encargaron de forestar completamente las partes altas de las cuencas (entendidas como las extensiones de terrenos más anchas y menos profundas que un valle, cuyas aguas son vertidas en un lago o en el mar), tal como se evidencia en algunos lugares (en el distrito de Huachos, en Castrovirreina, Huancavelica, por citar un caso) con la presencia de bosques completos de quinuales, además de una gama amplia de especies nativas adaptadas a nuestro medio.

Además, a lo largo de las zonas altoandinas establecieron represas, cada una de las cuales podía almacenar las aguas de las lluvias desde unos cientos de miles hasta cerca de un millón de m3. Ninguna estaba posicionada en los cauces de los ríos, como se observa en represas de gran capacidad como la de Gallito Ciego que hoy es causa de preocupación.

Para el control climático a beneficio de sus cultivos, nuestros antepasados instalaron observatorios solares que, sin ser obras hidráulicas registraban los cambios de estación, entre otros. Una muestra de lo dicho es el observatorio de Chankillo, ubicado a la altura del kilómetro 361 de la Panamericana Norte, en Casma, Áncash, cuya antigüedad data de hace más de 2,000 años.

Observatorio solar de Chankillo

Amunas, puquios y acueductos

A lo anterior se suma la previsión de los primeros peruanos de ubicar los asentamientos humanos siempre en las partes altas, lejos de la fuerza devastadora de los ríos o quebradas, que tantas vidas o pérdidas económicas generan actualmente. 

Recordemos también los sistemas de andenerías -hoy explotadas en un 25 %-, que permiten controlar el drenaje por efecto de las lluvias, y la erosión de las montañas donde construían sus centros ceremoniales, lo que hoy se observa, por ejemplo, en el extremo oeste de la ciudadela de Machu Picchu. 

(Dicho sea de paso, es lamentable que no se cuente con un inventario actualizado y confiable de esa portentosa obra de ingeniería legada por los incas, que, además de patrimonio cultural, es subutilizada en zonas donde prevalece la pobreza extrema. Un ejemplo son los andenes de Andamarca en Lucanas, Ayacucho, ubicada estratégicamente en zonas menos vulnerables y de mayor visibilidad del valle.)

Andenerías en la sierra
Otra herencia inca, también dejada de lado, son los sistemas de amunas ('retener' en quechua), que consiste en un sistema de recarga artificial de acuíferos para retener agua dentro de la cuenca mediante la inyección de agua en el subsuelo, es decir, dentro de los acuíferos en roca o suelo que tienen la propiedad de almacenar, transmitir y descargar en forma de manantiales, ojos de agua, humedales, etc. Estos permiten suministrar agua a los pueblos para consumo humano o uso agropecuario, industrial y recreativo durante todo el año.

Tal ocurre en San Andrés de Tupicocha, en la cuenca alta del río Lurín, provincia de Huarochirí, donde se mantiene hasta nuestros días una técnica ancestral del manejo del agua que puede ser replicada en otras cuencas del país para asegurar la sostenibilidad del recurso.


Esta tecnología, combinada con técnicas modernas como represas y riego tecnificado, ha dado paso a una exitosa experiencia de gestión del agua con grandes resultados en esa parte de la sierra de Lima. Es el mejor ejemplo de la llamada 'siembra del agua'. 

En tiempos de los incas el sistema funcionaba con zanjas abiertas que seguían las curvas de nivel de las punas, y permitía conducir el agua de lluvia hasta las llamadas cochas ('lagunas'), abiertas para recibir el agua y que luego se filtraba en la montaña para surgir, aguas abajo, como puquios meses después, cuando no había lluvias y el estiaje era más marcado en la cuenca, lo que permitía continuar las tarea agrícolas y mantener al pueblo provisto de alimentos.

Igual ocurría con los puquios ('ojos de agua'), que se favorecían por la siembra del agua en las partes altas de las cuencas. En muchos lugares donde existen estos puquios hay un descuido y deterioro de estas importantes fuentes de agua: botaderos de basura, eliminación de especies forestales que 'atraen' la presencia del agua, siembra de especies foráneas (eucalipto) que, según los entendidos, funcionan como bombas consumidoras de agua.

Puquio u 'ojo de agua'
Existen innumerables vestigios de obras descomunales como los canales de riego que, muchas veces, cruzan los Andes llevando las aguas de una cuenca hacia otra (trasvases), con mejores posibilidades o potencial agronómico: suelo, clima, adaptación de especies, entre otros aspectos.

Canal de Cumbemayo
Ejemplos vivos son los canales de Huirucatac, en la parte alta de la cuenca del río Nepeña) y el canal de Cumbemayo, en Cajamarca, a los cuales nos referiremos con detalles en una nota próxima.

Son obras emblemáticas de lo que significa unir los Andes con la costa mediante venas de ríos que llevan vida a zonas desiertas. Este sistema está aún por redescubrirse y mostrar al mundo su portento y, por tanto, poner de manifiesto, una vez más, el ingenio de nuestros antepasados hidráulicos.

Defensas ribereñas

Los ingenieros preincas parece que pensaron en todo para prevenir cualquier problema que pudieran originar las aguas de los ríos. 

De ahí que las riberas fueron cubiertas con especies forestales, convirtiéndolos en una defensa efectiva y práctica que ahora hemos olvidado. 

Los lugareños de mayor edad de las comisiones de regantes refieren que "antes los ríos estaban encañonados o confinados… era prácticamente imposible pasar de una ribera a otra, salvo por lugares especialmente identificados".

Ahora las riberas están deforestadas y el flujo del agua del río corre libremente, causando en los meses de lluvias desbordes que ocasionan la pérdida de suelos, cultivos, vidas y el perjuicio económico consiguiente.

Otra práctica ancestral eran los waru waru, que consistía en 'jalar' tierra para formar plataformas o 'camas' rodeadas de agua, donde se realiza la siembre.

También se les denomina camellones y son de uso común en el altiplano, en áreas inundables o inundadas. El agua alrededor del waru waru crea un microclima que mitiga el efecto de las heladas, permitiendo el desarrollo de los cultivos.


Waru waru y esquema de un waru waru o camellón
También eran comunes los acueductos, trabajos de ingeniería hidráulica que debemos revalorar y buscar que se consideren como una maravilla de la ingeniería civil, como es el caso del santuario de Tipón, en Cusco, que se encuentra en perfecto estado de conservación y aún en uso por los cusqueños.

Todo lo dicho demuestra que los incas alcanzaron un desarrollo impresionante en su arquitectura y especialmente en sus construcciones hidráulicas. No hay grupo arqueológico donde no se aprecie la admirable conducción y distribución del agua, de tal manera que la falta del líquido no fue un problema para ellos.



Respuesta a una renuncia

Alfredo Serra
El prestigioso periodista argentino Alfredo Serra escribió el siguiente comentario con relación a la renuncia del académico uruguayo Leonardo Haberkorn, a su cátedra de Comunicación en la Universidad ORT de Montevideo, que hemos publicado anteriormente (ver 'Los futuros profesionales'. Dice así:

"Lo que acabo de leer es trágico. Y no uso la palabra 'tragedia' en vano: así llama a la degradación educativa el eximio médico y profesor Guillermo Jaim Etcheverry, aterrado ante una estadística: más de la mitad de los alumnos de escuelas secundarias y de universidades (se refiere a la Argentina, pero está en consonancia con lo que denuncia Leonardo Haberkorn, el colega uruguayo) "no comprenden lo que leen". Excepto, claro, los brevísimos mensajes que permite la tecnología, reducidos además a abreviaturas sólo comprensibles para un clan.

Mucho comprendo a Haberkorn. Durante más de veinte años (1985 a 2006) dicté materias de la carrera de Periodismo y Comunicación Social. No existían las selfies, y los celulares, el Twitter y el Facebook avanzaban lentamente.

No eran todavía un virus ni una bacteria. No parecía haber peligro de infección ni de contagio. Pero sí era alarmante el desinterés por el pasado. Grecia y Roma eran, para ellos, solo destinos turísticos. La Segunda Guerra Mundial, un hecho lejano y sin ningún significado ni trascendencia. Apenas tenían una vaga noción de los años setenta de nuestra Patria, y mucho menos por qué los llamaban 'Años de Plomo'.

Tratar de que cumplieran un plan de lectura de grandes textos fue para mí una batalla tan dura como la que acabó derrotando al valioso profesor uruguayo. Pretendía yo que leyeran al menos un libro por mes, y solo unos pocos llegaron a la última página de A sangre fría, la novela de Truman Capote que es, además, una lección de investigación periodística.

Muchos alumnos manifiestan desdén por el saber y desinterés por el pasado… Los rodea una negra nube de indiferencia. Es la vida reducida a una pantalla de celular.

No me rendí. Me retiraron al cumplir 65 años: disparate nacional que aleja a los profesores cuando más útiles pueden ser. Por sabiduría, vocación y pasión. Pero confieso que la indiferencia de los alumnos, como una niebla enfermiza de mediocridad, había empezado a desencantarme.

Ninguno de ellos había abordado a un gran autor. Ninguno había asistido a una ópera o a un ballet. Pasé películas clásicas, pero rara vez la mayoría se quedó hasta el The end. Solo los atraía el deporte y la música de moda. Para ellos, la historia del planeta había empezado con una reciente banda de rock…

Lo grave, lo dramático, no es solo que Haberkorn haya depuesto las armas -las mejores-, lo realmente ominoso es que esa negra nube de indiferencia, desdén por el saber, la vida reducida a una pantalla de celular (útil, esencial a veces, pero no mañana, tarde, noche y trasnoche) cuyos dueños son incapaces de discernir ni de jerarquizar qué es importante y qué no lo es.

La rendición del profesor Haberkorn, su carta, su desencanto, su sensación de tiempo perdido y tal vez de fracaso, no se agita como una bandera blanca en una trinchera cuyos soldados están exangües y abatidos: se yergue como un desesperado grito de auxilio por el futuro.

Porque esos adictos a las selfies y toda la parafernalia en uso, algún día tendrán que asumir responsabilidades mayores: progresar en un empleo, dirigir una empresa, educar a sus hijos, etcétera. ¿Cómo lo harán, si su bagaje de ignorancia ni siquiera les permitirá escribir una carta pidiendo empleo? ¿Cómo, si la trilogía sujeto-verbo-predicado es para ellos un enigma insondable?

La cuestión profunda es cómo salir de ese pantano, de esa fábrica de ignorantes y mediocres. No hay otra salida que un firme pacto padres-maestros y profesores-alumnos. Si esa semilla no se recupera y no germina, habrá muchas más banderas blancas. Y no solo en América latina, donde el fenómeno se repite. También en gran parte del mundo.



PIOLINADAS

Compartimos con ustedes este mensaje recién llegado

La mejor forma de despedirse de este mundo.

 


Con mi música y la Fallaci a otra parte

En diciembre de 1995 el periodista y académico uruguayo Leonardo Haberkorn renunció a seguir dando clases en la carrera de Comunicación en la universidad ORT de Montevideo, mediante esta carta que conmovió al mundo de la Educación. Este caso es quizás un ejemplo de lo que viene ocurriendo con la formación de otros profesionales en diversas universidades, pues el uso de los celulares escapa a todo control entre los jóvenes. Leamos el texto completo de esa renuncia, y comprenderemos el porqué de nuestra afirmación.

"Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez. No dictaré clases allí el semestre que viene y no sé si volveré algún día a dictar clases en una licenciatura en comunicación.

Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla. 

Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies.


Claro, es cierto, no todos son así.

Pero cada vez son más.

Hasta hace tres o cuatro años la exhortación a dejar el teléfono de lado durante 90 minutos -aunque más no fuera para no ser maleducados- todavía tenía algún efecto. Ya no. Puede ser que sea yo, que me haya desgastado demasiado en el combate. O que esté haciendo algo mal. Pero hay algo cierto: muchos de estos chicos no tienen conciencia de lo ofensivo e hiriente que es lo que hacen.

Además, cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo ante gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado.

Esta semana en clase salió el tema Venezuela. Solo una estudiante en 20 pudo decir lo básico del conflicto. Lo muy básico. El resto no tenía ni la más mínima idea. Les pregunté si sabían qué uruguayo estaba en medio de esa tormenta. Obviamente, ninguno sabía. Les pregunté si conocían quién es Almagro. Silencio. 

A las cansadas, desde el fondo del salón, una única chica balbuceó: ¿no era el canciller?

Así con todo.

¿Qué es lo que pasa en Siria? Silencio.

¿De qué partido tradicionalmente es aliado el PIT-CNT? Silencio.

¿Qué partido es más liberal, o está más a la "izquierda" en Estados Unidos, los demócratas o los republicanos? Silencio.

¿Saben quién es Vargas Llosa? ¡Sí!

¿Alguno leyó alguno de sus libros? No, ninguno.

Conectar a gente tan desinformada con el periodismo es complicado. Es como enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales.
En un ejercicio en el que debían salir a buscar una noticia a la calle, una estudiante regresó con esta noticia: todavía existen kioscos que venden diarios y revistas.

En la 'Naranja Mecánica', al protagonista le mantenían los ojos abiertos con unas pinzas, para que viera una sucesión interminable de imágenes, veloces, rápidas, violentas.
Con la nueva generación no se necesitan las pinzas.

El tiempo se les va en eso. Una clase se dispersaba por un video que uno le iba mostrando a otro. Pregunté de qué se trataba, con la esperanza de que sirviera como aporte o disparador de algo. Era un video en Facebook de un cachorrito de león que jugaba.
El resultado de producir así, al menos en los trabajos que yo recibo, es muy pobre. La atención tiene que estar muy dispersa para que escriban mal hasta su propio nombre, como pasa.

Llega un momento en que ser periodista te juega en contra. Porque uno está entrenado en ponerse en los zapatos del otro, cultiva la empatía como herramienta básica de trabajo. Y entonces ve que a estos muchachos -que siguen teniendo la inteligencia, la simpatía y la calidez de siempre- los estafaron, que la culpa no es solo de ellos. Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos. Que les fueron matando la curiosidad y que, con cada maestra que dejó de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más o menos lo mismo.

Entonces, cuando uno comprende que ellos también son víctimas, casi sin darse cuenta va bajando la guardia.

Y lo malo termina siendo aprobado como mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se celebra como si fuera brillante.

No quiero ser parte de ese círculo perverso.

Nunca fui así y no lo seré.

Lo que hago, siempre me gustó hacerlo bien. Lo mejor posible.

Justamente, porque creo en la excelencia, todos los años llevo a clase grandes ejemplos del periodismo, esos que le encienden el alma incluso a un témpano.

Este año, proyectando la película El Informante, sobre dos héroes del periodismo y de la vida, vi a gente dormirse en el salón y a otros chateando en WhatsApp o Facebook.
¡Yo la vi más de 200 veces y todavía hay escenas donde tengo que aguantarme las lágrimas!

También les llevé la entrevista de Oriana Fallaci a Galtieri. Toda la vida resultó. Ahora se te va una clase entera en preparar el ambiente: primero tenés que contarles quién era Galtieri, qué fue la guerra de las Malvinas, en qué momento histórico la corajuda periodista italiana se sentó frente al dictador.

Les expliqué todo. Les pasé el video de la Plaza de Mayo repleta de una multitud enloquecida vivando a Galtieri, cuando dijo: "¡Si quieren venir, que vengan! ¡Les presentaremos batalla!".

Normalmente, a esta altura, todos los años ya había conseguido que la mayor parte de la clase siguiera el asunto con fascinación.

Este año no. Caras absortas. Desinterés. Un pibe despatarrado mirando su Facebook. Todo el año estuvo igual.

Llegamos a la entrevista. Leímos los fragmentos más duros e inolvidables.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Ellos querían que terminara la clase.

Yo también."



Leonardo Haberkorn 















domingo, 26 de marzo de 2017

El primer peruano que gobernó el Perú

Álvaro de Ibarra
El 6 de diciembre de 1672 ocurrió un hecho que marcó un hito en la historia del Perú, al que muy pocos historiadores han dado importancia y la mayoría lo ha ignorado, y tampoco figura en los libros de Historia que circulan en nuestras instituciones educativas.

Ese día, un criollo nacido en Lima se convirtió en el primer peruano que rigió los destinos de nuestro país, en su condición de presidente de la Real Audiencia, gobernador y Capitán General del Virreinato del Perú. Mismo virrey.

Se trataba de Álvaro de Ibarra, quien asumió el poder a la muerte del virrey Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos, y lo mantuvo hasta la llegada de su sucesor, Baltazar de la Cueva, conde de Castellar, a quien entregó el mando el 15 de agosto de 1674. 

Es decir, gobernó el Perú un año, diez meses y nueve días.

Hijo de Gregorio de Ibarra e Isabel de Carrión, nacido en Lima en 1619, nuestro personaje 'cogobernó' durante un cuarto de siglo como asesor de cuatro virreyes sucesivos: Luis Enríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste; Diego de Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban, y de los condes de Lemos y de Castellar, y formó parte del círculo íntimo de cada uno.

Por entonces, los asesores influían mucho y prácticamente gobernaban desde las sombras, como mentores intelectuales o consejeros técnicos en los complejos quehaceres administrativos. La mayoría era de origen criollo y –por su lealtad, eficiencia y discreción para resolver problemas- solía ser heredada de uno a otro gobernante.

Ocurrió con don Álvaro, cuyas cualidades como hombre sabio, juicioso, discreto, probo, conocedor de los secretos del Estado y honrado en el manejo de la cosa pública, destacan Rubén Vargas Ugarte, en su Historia general del Perú; Manuel Mandiburu, en su Diccionario histórico-biográfico, y Alberto Tauro del Pino. El historiador Guillermo Lohmann lo menciona como "el primer peruano que rigió los destinos nacionales", en su ensayo La política en la corte virreinal peruana.

De Ibarra fue hijo de un próspero comerciante. Sin embargo, pasó penurias en su juventud. Según le confesó cierta vez al conde de Lemos, cuando era estudiante del Colegio Real de San Martín se acostaba pasada la medianoche para que sus compañeros no descubrieran que dormía sin sábanas, por falta de dinero. Vestía gastadas prendas hasta que al obtener una plaza de catedrático de Prima de Leyes en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, logró cierto alivio económico.

Poco a poco escaló posiciones por su extraordinario conocimiento, sobre todo en materia de jurisprudencia, que le permitía resolver los casos más espinosos y delicados.

Se inició como defensor de los naturales y fiscal protector de indios en 1655. El virrey Alba de Liste lo nombró delegado personal en Chile para sofocar una sublevación contra el gobernador y comandante general Antonio de Acuña y Cabrera. Nuestro compatriota elaboró un informe de más de catorce mil folios, y la causa fue sobreseída debido al alto número de acusados.

El virrey le encargó, además, preparar las instrucciones y órdenes secretas que debía observar fray Francisco de la Cruz durante el nuevo empadronamiento de los mitayos de Potosí, permitiendo así cortar de raíz los abusos que se cometían contra los llamados 'indios de faltriquera'.

Ese mismo año fue nombrado oidor en la Real Audiencia de Chile, después de oficiar como fiscal de la Audiencia de Santafé de Bogotá.

Posteriormente, el rey de España lo nombró inquisidor en el Tribunal del Santo Oficio y, más tarde, presidente de la Audiencia de Quito. El conde de Lemos depositó toda su confianza en él y lo propuso como oidor en la Audiencia de Lima, para luego ser elegido decano del Tribunal en 1669. Además, lo hizo reconocer como Oidor Decano, y le confió la visita de la Audiencia y de las reales Cajas de Lima.

Cuando llegó la confirmación real, la ciudad celebró bulliciosa su nombramiento: fueron colocados arcos triunfales en la calle de su residencia (cuarta cuadra del jirón Lampa), se engalanaron los balcones, y las banderolas flamearon por todo el ámbito urbano.

Desde ese cargo se le propuso, y cumplió a cabalidad, reformar el sistema de elección de catedráticos y otros aspectos relacionados con la disciplina en la universidad decana de América. Su innovación moralizadora fue adoptada, en 1673, en Salamanca, Valladolid y Alcalá. 

Fue también a instancia suya que el conde de Lemos propuso al rey la abolición de la mita.

Al fallecer el conde de Lemos, en ejercicio de sus competencias de oidor decano, De Ibarra asumió plenamente las funciones de gobernante del Perú y Capitán General de estos reinos. Y las ejerció con honradez, integridad y celo hasta la llegada del virrey conde de Castellar.

Durante su breve administración, se encargó de reforzar con hombres y armas los puertos y lugares más vulnerables, como el Callao, Panamá y la lejana Guatemala, ante la amenaza de ataques piratas ingleses.

El espacio nos impide hablar más sobre nuestro ilustre compatriota.

Solo añadiremos que, pese a no ser eclesiástico, en 1674 el rey lo nombró obispo de Trujillo, gracias a su prestigio y eminentes cualidades, pero no llegó a tomar posesión del cargo debido a su muerte, acaecida un año después.

Honor a su memoria.


*Publicado en el Diario Oficial El Peruano el sábado 25.03.2017 

El fútbol que nos vendieron

Muchos de los sufridos hinchas del seleccionado peruano de fútbol, estuvieron esperanzados en que la historia se repitiera: que el Perú volteara el partido y ganara 3 a 2 a la selección Venezolana, como lo hiciera el 2 de junio de 1970 frente a Bulgaria en el Mundial de México 1970.

En aquella oportunidad, nuestro país acababa de sufrir la tragedia de Yungay, y ahora estamos experimentado los graves daños ocasionados por el 'Niño costero'.

Con ese resultado el Perú se ubica en el octavo lugar de los diez equipos participantes, con 15 puntos, pese a lo cual algunos comentaristas insisten en recurrir a las matemáticas para mantener nuestras posibilidades de lograr un cupo para el Mundial Rusia 2018. 


Es fácil: lo único que tienen que hacer es obtener los 10 puntos que nos faltan para entrar al repechaje. Y los tendrían que lograr en los cinco partidos que nos faltan. Solo deben obtener dos tercios de los 15 puntos que estarán en juego.

Tres de los partidos serán como locales (que se deben ganar sí o sí, para obtener 9 puntos) y dos como visitantes (y empatar uno, cuando menos, para sumar los 10). 

Claro, la cosa no se ve difícil si dejamos de lado que nuestros rivales cuentan con igual número de jugadores, que también buscan clasificarse y tienen hambre de gol. O sea, que estén conformados por cojos y mancos. ¿Quiénes son ellos?: Uruguay, Bolivia, Ecuador, Argentina y Colombia, 'equipitos de barrio' para los optimistas.

Nuestros comentaristas insisten en que las matemáticas nos favorecen, y repiten la frase del director técnico, Ricardo Gareca: "Considero que tenemos chance todavía."

Pareciera que el buen entrenador no conoce de la historia del fútbol peruano o aún no ha comprendido a cabalidad la mentalidad del jugador peruano.

El jugador Renato Tapia se mostró complacido por la remontada del equipo para lograr el empate, y porque "van dos partidos que no perdemos fuera de casa".

Gareca añadió: "Lo más rescatable es que pudimos empatar en una situación adversa, pudimos haber ganado también, el equipo intentó jugar en un campo de juego bastante incómodo." Si mi abuelita viviera…

Palabras más, palabras menos las venimos escuchando desde hace treintaicinco años –después de nuestra última participación en el Mundial de España 1982-, para explicar y justificar los empates y derrotas, no solo del seleccionado sino también de los equipos que logran participar en un torneo internacional. 

Para citar un caso patético, recordemos que el recordado técnico Maturana se mostró complacido por la actitud del equipo peruano, que le permitió igualar un marcador adverso frente al seleccionado de Haití, que ocupaba el lugar 99 en el ranking mundial de la FIFA; y cuando fuimos vencidos por la sección de EE. UU., que estaba aprendiendo a jugar fútbol. Fue en la Concacaf 2000.

No queremos reconocer, o nos resistimos a aceptar, nuestras limitaciones y como en muchos pasajes de nuestra historia nacional, la verdad ha sido ocultada para mostrar a las generaciones venideras la falsa imagen de un Perú triunfador, al punto de considerarnos una 'academia' del fútbol sudamericano, superior a Argentina y Uruguay, y casi a la altura de Brasil, nada menos. Y así hemos llegado a hoy.

Seguimos leyendo y escuchando comentarios favorables por esos hermosos triunfos morales, esos con que solemos contentarnos como una forma de compensación (moral también) a tantos sinsabores de la vida diaria. 

Y seguiremos así, por muchos años. Porque dudamos que las cosas cambien, mientras no cambie (o cambiemos) la mentalidad del futbolista peruano; formemos nuevos valores desde abajo, pero evitando que estos escojan la vida alegre, fácil y dispendiosa apenas les llega algún dinero a los bolsillos.

Este es, señores, como dice el título de la nota, el fútbol que nos vendieron… y nos siguen vendiendo, habría que añadir. 

En todo caso, si usted, amable lector, es hincha acérrimo de nuestro seleccionado y considera que Diosito no ha cambiado su nacionalidad peruana, no haga caso a nuestros comentarios. Unámonos para seguir los consejos de los comentaristas y relatores deportivos, que en cada oportunidad nos bombardean con la frase: "Apoyemos a nuestra selección".

Sí, apoyemos, pero recordando siempre lo que decía el 'Che' Guevara: "Seamos realistas: exijamos lo imposible".

Las agresiones al Periodismo

El descrédito de los periodistas en la actualidad tiene su origen en los infiltrados que ejercen el oficio contratados por los medios al amparo de la llamada 'Ley Torres y Torres Lara', y pregonan sus estupideces amparados en la llamada 'libertad de expresión' en nuestro país.


A raíz de los últimos acontecimientos los periodistas -los verdaderos- estamos cayendo en el desprestigio y la incredibilidad, gracias a un grupo de advenedizos, fracasados en sus profesiones originales, que han invadido "el mejor oficio del mundo". 

Repetimos la célebre frase de 'Gabo' por que el periodismo es el mejor oficio cuando se ejerce con decencia, respeto a la verdad y a la dignidad humana, con principios éticos, sin callar las injusticias ni ocultar la verdad cuando es incómoda para sus patrones o sus allegados, sean estos grupos sociales, religiosos, políticos o empresariales.

Hace unos días, nuestro colega Renato Cisneros señalaba que los periodistas habíamos caído en el descrédito total, "mitad por acumulación de errores propios (faltas muchas de ellas bochornosas, que fueron premiadas con contrataciones y programas estelares), y mitad porque varios dueños y directores de medios llevan años acostumbrados a poner la profesión en manos de individuos muy populares, que no aman el periodismo, sino que lo utilizan para sus propios fines".
Suscribimos totalmente esas opiniones.

Antes de continuar, digámoslo de una buena vez: creemos que Cisneros se refiere a esos 'periodistas' contratados por los dueños de los medios porque difunden toda suerte de estupideces –cosas que le gustan a un sector ignorante de nuestra sociedad-, lo que les permite captar mayor número de lectores, radioescuchas o televidentes. Y tienen libertad para hacerlo porque los dueños y directores así se los permite. 



Son ellos quienes fungen de investigadores, fiscales y jueces, difunden toda suerte de calumnias e improperios con ventilador y condenan sobre la base de presunciones o sospechas a cualquier persona, sea esta Presidente de la República, ministro, alcalde, personaje del espectáculo, futbolista o simple ciudadano.

Los afectados ni siquiera pueden defenderse y hacerle frente a sus agresores porque ello constituiría un 'atentado contra la libertad de expresión'.

Son esos mismos infiltrados los encargados de enlodar a los verdaderos periodistas, a los que ejercen el oficio con decencia, denuncian lo malo y destacan lo bueno, si sus opiniones son contrarias a las que pregonan los que se creen dueños de la verdad porque tienen un espacio en la prensa o una cámara frente a ellos.

Los discrepantes son calificados, sin tapujos, de 'caviares', 'mermeleros', 'vendidos', hipócritas o 'cagones'; de estar vinculados a algún grupo de poder u organización terrorista o de orquestar guerras sucias, y de muchas cosas más.

Pecado original
La culpa de esta situación tiene su origen en la nefasta ley 26937 dictada por el gobierno fujimorista, propuesta y aprobada por el entonces presidente del Congreso Carlos Torres y Torres Lara, gracias a la cual cualquier títere con cabeza puede ejercer el periodismo, ya que para ello no está obligado a colegiarse.

Gracias a esa norma, el periodismo es la única profesión que puede ser ejercida por cualquier persona, sin necesidad de estar colegiado. Cosa que no ocurre con médicos, ingenieros, abogados, arquitectos, enfermeros ni contadores, entre otros profesionales.

Sin embargo, pocos han reparado (ni siquiera los periodistas que forman parte del Congreso de la República, incluida la presidenta del Congreso, Luz Salgado, periodista colegiada ella), que esa ley contraviene lo dispuesto en la Ley 23221, Ley de creación del Colegio de Periodistas del Perú, que dispone que la colegiación es requisito indispensable para el ejercicio de la profesión periodística.

Ello, por tratarse de una entidad autónoma de derecho público interno, representativa de la profesión periodística en todo el territorio de la República, como lo señala expresamente su Artículo Primero.

Esta ley mantiene su plena vigencia, no ha sido derogada y debiera ser cumplida a cabalidad. Pero… ¿quién le pone el cascabel al gato? Quien se atreva a hacerlo corre el riesgo de ser acusado de atentar contra la pregonada 'libertad de expresión', tan cara a los propietarios y directores de los medios.

De ahí que nos preguntemos: ¿por qué es obligatoria la colegiación para ejercer cualquier profesión, excepto la periodística? ¿Acaso un periodista puede ejercer la abogacía o fungir de ingeniero, médico o abogado, por ejemplo?

Debemos hacer una excepción con quienes pueden no haber pisado un aula universitaria para formarse como periodista y destacar como tal. Los ejemplos son muchos.

Sin embargo, son esos los periodistas marginados o rechazados por los medios porque no se atreverían a decir como periodistas lo que no podrían decir si se fuesen personas comunes y corrientes.

Porque ellos sí hacen suya esa premisa publicada por primera vez en 1905 por Walter Williams, primer decano de la primera escuela de periodismo en los Estados Unidos, en su recordado 'Credo del  
Periodista' ('The Journalist's Creed'), una declaración ética de siete párrafos que hoy cuelga en bronce de las paredes del Club de Prensa en Washington D.C.: "Nadie debe escribir como periodista lo que no pueda decir como caballero." 

Por supuesto que los 'periodistas' improvisados que criticamos se zurran en la frase. Viniendo de ellos, qué podemos esperar.




sábado, 25 de marzo de 2017

Congreso: ¿Ignorancia u olvido?

Todo indica que los congresistas no conocen la Constitución ni el Reglamento del Congreso, o que se les escapa la tortuga cuando de hacer figuretismo se trata. El plazo para la interpelación al ministro Vizcarra venció el domingo 19, y no el jueves 23 como se nos quiso hacer creer… y medio mundo se lo creyó. Lo dicen la Constitución y el Reglamento del Congreso. Lo demás es puro cuento.

Con bombos y platillos, y en una pretendida demostración de responsabilidad frente a la emergencia que vive nuestro país, los congresistas fujimoristas fueron los primeros en anunciar que no acudirían a la sesión del Pleno convocada para el pasado jueves 23 para que el ministro de Transportes, Martín Vizcarra, respondiera al pliego interpelatorio presentado por varios grupos parlamentarios, incluido Fuerza Popular, claro está.

Al anuncio se sumaron otros grupos de oposición, esgrimiendo los mismos argumentos.

Según todos ellos, ese jueves 23 era el 'último día de plazo' para interpelar al ministro. 

Todos ellos ocultaron su total ignorancia, o se 'olvidaron', de lo que dicen nuestra Constitución Política y el Reglamento del Congreso respecto a los requisitos y plazos para presentar un pliego interpelatorio y la fecha en que debe responder el ministro cuestionado.


Lo cierto es que, como lo señalamos la semana pasada en esta misma columna, el plazo para la interpelación venció el domingo 19, no el jueves 23.

Para confirmar nuestra aseveración, revisemos lo que dicen los artículo 131.º y 132.º de la Constitución Política del Perú, que forman parte del CAPÍTULO VI – De las relaciones con el Poder Legislativo.

El tercer párrafo del Art. 131.º, que se refiere al tema, dice textualmente: "El Congreso señala día y hora para que los ministros contesten la interpelación. Esta no puede realizarse ni votarse antes del tercer día de su admisión ni después del décimo."

Advirtamos: la Carta Magna habla solo de 'día', sin especificar si se trata de día natural, calendario, hábil o inhábil, laboral, o como quiera decirse.

Salimos de dudas leyendo la segunda parte del segundo párrafo del Art. 132.º, que trata sobre las mociones de censura. Al respecto leemos textualmente: "Se debate y vota entre el cuarto y el décimo día natural después de su presentación."

De acuerdo con el diccionario los días naturales son todos los días, los que coinciden con el calendario. Cuando se hace referencia a días naturales, se quiere dar a entender que no se diferencia entre unos y otros a efectos legales, teniendo todos la misma condición y contando todos por igual. 

Antes de seguir, volvamos a recordar lo que dice el inciso c) del Artículo 83.º del Reglamento del Congreso. El segundo párrafo dice: "La interpelación no puede realizarse, en ningún caso, antes del tercer día siguiente a la votación ni después del décimo." Repite el mismo texto constitucional, y tampoco hace precisiones si se debe considerar días calendario, naturales o laborables.

En cambio, en el artículo 82.º, que se refiere a la 'Investidura del Consejo de Ministros', el texto sí es claro y preciso. Dice: "Dentro de los treinta días naturales de haber asumido sus funciones, el Presidente del Consejo de Ministros debe recurrir ante el Pleno del Congreso…"

Para ninguno de los casos (interpelación o censura) las normas contemplan excepciones ni precisan qué hacer en caso de situaciones coyunturales, imprevistas, como la situación de emergencia que vive nuestro país.

Dicho esto, recordemos que la aprobación de la interpelación al ministro fue aprobada en la sesión del Pleno del jueves 9 de marzo. Ergo, los diez días siguientes como último plazo para la interpelación se cumplió el 19, que cayó domingo. 

En casos así, el reglamento parlamentario señala: "Si fuera necesario, se cita, para este efecto, a una sesión especial." Es decir, cuando el plazo se cumple en día feriado, como ha ocurrido en este caso.

Sospechamos que el oficial mayor, que conoce al dedillo el Reglamento del Congreso, advirtió de la situación a la bancada mayoritaria, y les recordó lo dicho aquí.

Lo que significa que, de haberse celebrado la sesión y realizado la interpelación, esta habría devenido en ilegal e inconstitucional.

Si lo que afirmamos no es cierto, esperamos la debida 'interpretación auténtica' de los asesores y constitucionalistas que tiene el Congreso. 

Lo único cierto es que con el anuncio de no asistir ni dar cuórum a la sesión del Pleno del jueves 23, los fujimoristas y sus colegas de la oposición, han logrado ocultar su ignorancia sobre los plazos establecidos, y quedar como demócratas responsables y conscientes de la situación de emergencia que vivimos, y no distraernos con cuestionables situaciones políticas. 

¡Qué buenos muchachos!