martes, 23 de mayo de 2017

Nuestro fútbol

Lolo Fernández (II)                                

 

UN CLÁSICO ESPECIAL...

 

Estadio Nacional, Lima, 30 de agosto de 1953.

Los tradicionales rivales, Alianza Lima y Universitario de Deportes, han culminado sus entrenamientos y se disponen a jugar la versión 72 del clásico del fútbol peruano en el recientemente inaugurado Estadio Nacional, en Santa Beatriz.

La afición limeña está dividida. Unos piden que juegue Lolo Fernández; otros dicen que no, que ya está acabado, que debe dar paso a nuevos valores.

El tema es motivo de encendidos debates en esquinas, cafetines, mercados, colegios.

Todos especulan sobre la alineación del Universitario el próximo domingo.

La verdad es que Lolo no ha jugado todas las fechas y recién se está recuperando de la última lesión que le hicieron hace dos semanas.

El entrenador argentino Cuesta Silva ha anunciado que no lo incluirá en el equipo titular. Él prefiere la juventud de Manuel Arce, un juvenil que aspira al puesto.

Lolo ha entrenado a conciencia y se ha ganado el derecho a ser incluido en el equipo, a pesar de sus 41 años y a su cuerpo ya cansado.

Desde las páginas de La Tercera, Pocho Rospigliosi dice que debe jugar, que tiene hambre de gol.

 Lo ha demostrado en los entrenamientos del jueves pasado, cuando le metió dos goles a Dimas Zegarra jugando por los suplentes.

Bernardo Ortiz de Zevallos, de Última Hora, lo entrevista para que responda a la pregunta que todo el mundo se hace: "¿Cuándo se retira Lolo?"

Lolo responde: "No sé si volveré a jugar. Si así fuera, saldré con el entusiasmo de hace veinte años. Aunque las piernas no sean las mismas, el corazón sigue igual."

El Comercio tercia en el debate: "Jamás se ha dudado de la capacidad de Lolo en sus mejores épocas, pero en la actualidad creemos que ya no tiene las cualidades necesarias para intervenir con lucimiento en un partido de campeonato... no nos parece que pueda jugar durante los 90 minutos."

Los opositores afirman que el 'Cañonero' no podrá superar la marcación de Guillermo Delgado, el extraordinario back aliancista cuyas virtudes encandilan cada vez más a los aficionados.

Si la 'U' pone a Lolo, dicen otros, Alianza tendrá una ventaja adicional. Sería darle handicap, agregan.      

Sus hermanos Arturo y Eduardo 'Lolín' le han ofrecido pasar el domingo en la mañana por su casa para ir a Cañete y jugar por el Huracán de Hualcará, que a partir de ese día empezará a llamarse Deportivo 'Lolo Fernández'.

Será con motivo de la festividad de Santa Rosa de Lima, patrona de la hacienda, de la cual el centro forward crema es ferviente devoto.

Eso, siempre y cuando, no lo incluyan en el equipo titular.

Lolo prefiere mantenerse al margen de la polémica, y se refugia en su casa con su indesligable Leonor, sus hijos Marina Elvira y Teodoro, o Lolito, como él; y la coquetona y peluda 'Mota', compañera de juego en sus ratos libres.

Pero no deja de escuchar la radio y los comentarios sobre su participación en el clásico: "Lolo quizás no pueda aguantar los noventa minutos de juego", dice uno de ellos.

A las 6 de la mañana del domingo, tal lo acordado, Arturo y Lolín pasan a recoger a Lolo para llevarlo a Cañete. Antes, se dirigen a la iglesia de Santo Domingo y se detienen ante la venerada imagen del Señor de la Justicia.

Lolo se arrodilla y ora con recogimiento y devoción. Le pide fuerzas para seguir jugando. Y su santa intercesión para que se le permita jugar este día.

Lolo, al centro, ingresa al campo.

Lolo quiere jugar y meter siquiera un gol. No quiere defraudar a su sobrino que ha prometido ir al estadio con toda la patota para verlo jugar. Tampoco quiere decepcionar a esos miles de aficionados que ocuparán las tribunas para comprobar si es cierto que es un futbolista acabado, que ya está viejo, que ya no puede.

El ídolo sale del templo con la mente despejada, con el cuerpo libre de una pesada carga. Me siento livianito como una pluma, comenta a sus hermanos.

Y llega la noticia: Alberto 'Toto' Terry y René 'Lora' Gutiérrez, en representación de los demás jugadores, han logrado convencer a los dirigentes, y estos al entrenador, para que Lolo sea de la partida.

Sí, amigos, Lolo formará parte de la conformación titular. Arturo y Lolín deciden quedarse para ver jugar a su hermano.

Las radioemisoras difunden a cada instante la noticia y la ciudad se prepara para el acontecimiento.

El Estadio Nacional, frente al Paseo de la República que recorren atestados tranvías con pasajeros colgados en sus puertas posteriores, muestra un lleno de bandera. Se estima en 50 mil el número de espectadores, de los cuales 43,088 han pagado sus entradas, que ocupan las tribunas para ver jugar a Lolo y vibrar con la nueva versión del clásico del fútbol peruano.

La recaudación de taquilla también marca un hito: 203,635 soles oro.

Hay ambiente de fiesta. La banda de la Guardia Republicana aumenta la alegría interpretando alegres valses, polcas y marineras.

El árbitro inglés Charles Mackenna aparece en el gramado acompañado de sus guardalíneas Bellido y Caballero.

La Lora Gutiérrez, el 'Gringo' Terry y Lolo Fernández abandonan juntos el camerino. Mientras caminan por el túnel, repasan la estrategia a seguir.

El primero armará juego desde atrás y se la pasará al segundo, este picará por la izquierda para atraer a Delgado hacia la punta y dejar el centro libre para el tercero, entonces el primero pasará la bola al tercero, quien deberá tocarla en profundidad hacia el centro. Y entonces...

Los aliancistas son los primeros en salir al campo, con Guillermo Delgado, capitán, a la cabeza.

Heraclio Paredes en el arco; Lobatón acompaña a Delgado en la zaga; Enrique Velázquez, Rafael Goyeneche y Cornelio Heredia, en la media; y los hermanos Roberto y Felix Castillo, Vargas, el 'Feo' Salinas y 'Huaki' Gómez Sánchez, en la línea de ataque.

Luego, salen los universitarios, con Andrés Silva como capitán. Dimas Zegarra jugará su primer clásico, desde la portería; Rufino Valdivieso y Da Silva, en la defensa; Bravo, Gutiérrez y Gasco, en el medio campo. Y la delantera de turno: Osorio, Juan Castro, Lolo, el Gringo Terry y Dante Rovay.

Las tribunas vibran de emoción, gritan, aplauden, dan hurras, arrojan papel picado, hacen volar serpentinas.

El ritual de costumbre: saludo de los capitanes, sorteo de cancha. La U jugará en el lado sur.

Unos minutos de espera. El teniente coronel Matallana, ayudante del premier y ministro de Guerra, se dirige al centro del campo acompañado del árbitro y los capitanes de ambos equipos, para dar el play de honor.

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