miércoles, 17 de mayo de 2017

Actualidad

Quiero ser héroe (II)

(Los pasos a seguir)

 Ya nos hemos referido a los requisitos que se requieren para ser designados héroes.

En esta oportunidad, queremos dirigirnos a los aspirantes a héroes

para sugerirles que tengan en cuenta los siguientes requerimientos

propuestos por estudiosos en la materia, a fin  de que sean bien recordados  

y reciban el homenaje que se merecen

per omnia saecula seculorum.

Según los expertos, un aspirante a héroe debe ser lo suficientemente desconocido. Las figuras públicas generan recelos y desconfianzas. Por el contrario, un hijo de vecino elevado a los altares de la patria genera un 'no sé qué' en toda la sociedad y le augura una posteridad envidiable y un buen espacio en la memoria colectiva y las construcciones identitarias.

Debe vivir poco y redimirse en un acto. Los héroes nacionales son recordados por un acto fundamental. No es bien visto uno que desde niño destacó en sus quehaceres. Por el contrario, es muy bien recibido el tipo promedio, invisibilizado en su cotidianidad pero que estuvo presente en el momento indicado, surgió desde la nada y realizó un acto que bien logrado es heroicidad.

También hay que elegir la familia indicada. De preferencia, ser hijo único o el menor de una casa con madre soltera, padre ausente o esposa enviudada, en un hogar de clase media o baja1. Para remover las sensibilidades de la Nación no hay como recrear la analogía con la Virgen Dolorosa. Una madre abnegada y sufrida es un puntal fundamental en las aspiraciones de heroicidad, pues el sacrificio por la Patria se magnifica cuando implica un sacrificio mayor para un tercero. Si su núcleo familiar no calza con este perfil, podría tratarse de una persona con poco tiempo de casada y, en lugar de una madre dolorosa, dejará a una viuda joven y desvalida.

Hay que saber morir en el momento apropiado. Recordemos: más que por su vida, el verdadero héroe será recordado por su muerte. No es conveniente que el protagonista del acto heroico lo sobreviva, pues una vida da para muchos desvaríos en el camino de un héroe. Entre más viva la persona, más 'normal' será su vida, diluyéndose el hecho extraordinario entre un mar de cotidianidad humana. Será poco provechoso para la Patria que fallezca confortado por los santos sacramentos y rodeado de hijos, nietos y demás familiares… Por el contrario, quien pierde la vida en el acto heroico ve magnificada su obra y ve perdonados los posibles lunares que su vida tuviera2. Recuerde lo que la sabiduría popular dice: "No hay muerto malo ni novia fea."

Para el éxito de la construcción del héroe es importante dar un compás de espera, dejar que pase un tiempo entre el acto y su rescate para la posteridad. De ese modo, posibles testigos incómodos o rivales de cualquier índole se irán acallando o alejando en el tiempo. Así, surgir del olvido le dará un cierto aire de Ave Fénix siempre muy bien recibido en la construcción de las mitologías, y permitirá moldear su imagen a conveniencia de la Patria.

            Los encargados de elevarlo a la categoría de héroe deben elegir una imagen adecuada. Tan importante como el acto heroico en sí es la imagen que se logre construir del hecho, pues es esta última la que se eternizará en la memoria colectiva. Se deberá moldear adecuadamente su imagen, aunque para ello sea necesario recurrir a escultores, modelos y uniformes bien labrados, que muestren el ícono indicado para adornar parques y otros altares patrios donde el pueblo 'vea' la imagen oficial del héroe, personificando su amor por la Patria.

Es importante que la imagen lo muestre con gesto altivo, decidido, pujante, 'sonriendo a morir', tras su hazaña en pos. Nunca con ropas desgarradas, ensangrentadas, gesto moribundo; doloroso, agónico y –peor aún- con un dejo de miedo.

Si cumple con los requisitos anteriores, servirá de ejemplo a los demás desde la infancia, dramatizarán su gesto, le recitarán poesías y cantarán su himno en los actos cívicos de las escuelas. Hasta que sea cuestionado por universitarios contestatarios.

 Recomendaciones finales

El futuro héroe debe realizar una proeza de magnitud y no retornar a su casa ileso.

Si es hombre tendrá cierta ventaja, porque el término heroína tiene doble significado.

Si anda a caballo sumará algún punto. Si el caballo es blanco, mejor aún.

Además, deberá tener la precaución de realizar su hazaña preferentemente en un mes donde no haya muchos feriados, lo cual hoy resulta complicadísimo.

Una vez logrado todo esto y luego de fallecido -claro está- su nombre denominará alguna calle o una avenida, y tal vez una estación del metro o un lugar en alguna institución pública.

Lástima que el homenajeado no estará vivo para gozar de los homenajes.

1 Recordemos el caso de Alfonso Ugarte, cuya heroicidad fue cuestionada en alguna oportunidad, principalmente, por haber sido descendiente de una familia adinerada.

2 Hace poco el Congreso propuso declarar héroe a un marino que tuvo una destacada participación en la 'Operación Chavín'. Si hubiera muerto y declarado héroe se habría echado al olvido el 'lunar' que le generó haber dirigido la cuestionada 'matanza de El Frontón', en junio de 1986.

3 Es de recordar la escultura original de Francisco Bolognesi, obra del escultor español Agustín Querol, que lo mostraba aferrado a un asta con bandera y con la cabeza inclinada, a punto de desplomarse. Manuel González Prada opinó que la escultura no mostraba a Bolognesi en la actitud digna de un héroe, y según las autoridades de entonces, en ella el héroe 'parecía borracho'. Ningún gobierno se atrevió a cambiar la escultura, hasta que el presidente Manuel A. Odría (cuyo segundo vicepresidente era Federico Bolognesi Bolognesi, nieto del héroe de Arica), encargó al escultor peruano Artemio Ocaña realizar la nueva escultura que hoy se luce en la plaza que lleva su nombre.

                                                  

Escultura original y actual de Bolognesi. La primera se conserva en el Museo Histórico del Real Felipe.

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