miércoles, 10 de mayo de 2017

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Cuando las mujeres (nos) gobiernan

 

Con motivo de celebrarse el próximo domingo el Día de la Madre, todos destacaremos el papel que cumple la mujer que nos trajo al mundo o hace sus veces, como guías, compañeras, amigas y todas las cualidades humanas que hacen de cada una de ellas un ser excepcional.

Nos sumamos a ese homenaje destacando la participación de la mujer peruana en la política y las tareas que cumplió desde el más alto cargo del Ejecutivo, algunas veces abierta y directamente, las más desde las sombras, como lo refieren cronistas e historiadores.

Rubén Vargas Ugarte, Jorge Basadre, Guillermo Lohmann y José M. Valega, entre otros, se refieren a las esposas de nuestros exgobernantes y revelan algunas intimidades de Palacio de Gobierno, con los resultados que hoy conocemos.

En el incario, para empezar, se conoció solo a Mama Ocllo, mujer de Manco Cápac, quien ayudó a organizar e instruir a las mujeres del naciente imperio. Después de ella, no hubo personaje femenino alguno que le quitara la exclusividad en esta parte de nuestra historia.

Mama Ocllo, primera Madre inca.


Con los primeros españoles no llegó ninguna mujer que compartiera sus conquistas. Recién durante la administración española en América, aparecieron las virreinas, cuya galería registra desde la avasalladora hasta la comedida y providente.

La primera que llegó al Perú fue Teresa de Castro y de la Cueva, esposa del virrey García Hurtado de Mendoza. De 25 años bien puestos y 'fortuna limpia', la doña es recordada porque dio su nombre a la ciudad de Castrovirreina, hoy provincia de Huancavelica, a donde llegó para apadrinar al hijo de un indio minero, quien alfombró con barras de plata el camino que ella debía recorrer a pie hasta su choza.

A doña Ana de Borja, princesa de Esquilache, esposa del virrey Francisco de Borja y Aragón, se le recuerda por su espíritu empresarial y poco recato para introducirse en 'granjerías ajenas a su estado y condición'.

En tiempos de cuaresma, o sea, durante los 46 días previos al domingo de Resurrección hacía traer desde Paita grandes cantidades de tollo y lo vendía por una ventana de la cocina de Palacio de Gobierno. Además, por el mismo puerto introducía seda de la China, y una vez en Lima, la vendía a 30 pesos la libra, pese a que su precio ordinario era de 7 u 8 pesos. E hizo más:

Enterada de que el Contador de Chile daba a coser a los conventos de monjas unas dos mil camisas, pagando 8 reales por cada una, tomó para sí el negocio y mandó confeccionar las prendas a sus criadas y a los conventos para que se las hiciesen de gracia.

De las esposas de los virreyes Pedro de Toledo y Leiva, García Sarmiento de Sotomayor y Diego de Benavides se sabe que eran muy dominantes y ejercían 'excesiva y vituperable' influencia sobre sus respectivos consortes, 'con público escándalo'. Es decir, los tenían 'pisados'.

La primera mujer que gobernó efectivamente, con mano firme -y certera además- fue Ana Francisca de Borja y Centellas, prima y esposa del virrey conde de Lemos. Ella asumió el poder, debidamente autorizada, el 4 de junio y lo retuvo hasta el 3 de noviembre de 1668, mientras su esposo se dedicaba a debelar una rebelión en Laicacota, Puno.

Muchas son las anécdotas de su gestión, que demuestran que actuaba sobre realidades, evitando cometer alguna injusticia. Fue ella quien organizó una expedición contra los piratas que saquearon Portobelo el 11 de julio, y dictó el reglamento del precio de la cera, de gran consumo entonces, fijándolo en 140 pesos el quintal.

De la época republicana, la más conocida y famosa fue Francisca Zubiaga y Bernales, llamada 'Mariscala' por ser esposa del mariscal Agustín Gamarra, dos veces presidente del Perú (1829-33 y 1838-41). Mujer de armas tomar, se le conocía también como 'La monja alférez' desde que el 18 de mayo de 1834 escapó de una asonada en Arequipa, vestida de clérigo y después de saltar una valla. El título le vino de la comedia de Juan Pérez de Montalván, cuya representación fue prohibida por el Gobierno.

Para Basadre ella fue "la encarnación más alta de la rabona" y "símbolo de la venganza de las rabonas contra las orgullosas tapadas limeñas". Rondaba los cuarteles, jugaba ajedrez, montaba a caballo, y azuzaba y dirigía al pueblo y a los soldados contra los enemigos de su esposo.


La Mariscala fue la 'emulación recalcitrante' de otras ilustres matronas como Cipriana de la Torre de Vivanco, Victoria Tristán de Echenique y Francisca Diez Canseco de Castilla.

Recordar las 'hazañas' de estas últimas será tema de un nueva entrega.

 

 

Publicado en el diario El Peruano el domingo 7 de mayo de 2017

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